Chula portada a lo FRANK FRAZETTA para encumbrar a un vivales que, dada su cobardía manifiesta... ¿cómo es que se mete a soldado, participando en los más candentes momentos bélicos de su momento histórico? |
Recordaba un trozo de metraje de este
personaje de GEORGE MACDONALD FRASER y alguna que otra referencia leía
acá/allá. El concepto “cobarde heroico” tiene una deliciosa contradicción que aproveché
en LAS GRAVES PLANICIES. Gran parte del carácter de ÁLEX HIDALGO
pertenece a HARRY Flashman. (¡Y eso que ayer acabé el libro!)
Será porque esos personajes comparten idéntico
patrón con mínimos-nimios desvíos; ¿cómo son, en el fondo? Oportunistas o caraduras, bribón decidido a vivir bien haciendo el esfuerzo
indispensable (o menos); de alguna forma acaba implicado en una vorágine de
hechos relevantes donde el avatar le impulsa hasta la creta de la ola. Un Hada
Madrina o Ángel de la Guardia obligados a trabajar muchas horas extras mueven
los sucesos para que su protegido quede indemne y, encima, encumbrado por sus
maravillados paisanos.
El flagrante ejemplo de Flashman.
Como hace ARTURO PÉREZ-REVERTE con el CAPITÁN ALATRISTE, creando un monumental mosaico-retablo de
un hombre y su época, el tumulto de sus efemérides cotidianas, que le colocan
en los momentos gloriosos, críticos, de madmáxima miseria, para contrastarlos
con nuestro ahora y descubrir que nada apenas ha cambiado (mañas, heroísmos,
canalladas, siguen tan bien de salud como hace quinientos años), MacDonald
Fraser “le imita” (Flashman va primero, ¿vale?) y ubica al disoluto
alumno de la escuela Rugby en una situación que le obliga, atolondradamente pienso,
en el peor lugar donde un vividor de su laya pudiera estar: el ejército.
GEORGE MACDONALD FRASER en su propia etapa bélica. Así que de la materia castrense, algo sabía |
Flashman empero se hace no sé qué cábalas
sobre la oportunidad de lucir bizarro uniforme de teniente, darse unas
cabalgadas aparentando por Rotten Row (y las camas de deliciosas damiselas), dándoselas
de bravelón ante sus pares en el club de oficiales. Aunque en su regimiento el
primero que le pone las pilas es el oficial BERNIER, excelente duelista, mas una
tramposa añagaza no sólo salva su pellejo, ¡acaba siendo encumbrado por una
aparente galante bravura por entero accidental! Tras esto lo destinan a la India,
donde afirma labra fortuna.
Lo que más he resaltado de un libro (manuscrito
por Flashman) que versa de un bribón cobarde sin honor (admitido sin empacho),
“coronado” por su boba esposa, ELSPHET (y la que tiene los caudales en la
familia Flashman, pues el padre de nuestro contra-héroe dilapidó manirroto la
hacienda) es que Flashman destaca por gestos de auténtico heroísmo. No es el
pillastre, estilo el BUSCÓN DON PABLOS, que de alguna forma se escabulle,
alguien resuelve el entuerto, y Flashman abandona su escondrijo para atribuirse
victorias que nadie puede contradecirle.
Flashman se comporta en Afganistán como lo
haría cualquier hombre con una dosis de valor estándar; acometería trances superándolos
o quedando despanzurrado por la lanza enemiga. Eso me extrañó: Flashman combate,
no escapa cagado de todo feo asunto, de cualquier trance violento. En contadas
ocasiones se esconde y acaba todo de manera que le glorifican, como ocurre en
el Fuerte Piper, cuando Fors Fortuna le salva in extremis tras haber
caído en posición equívoca que sus rescatadores malinterpretan.
Afiche de la película de 1975. Hay otra más reciente. El encumbramiento del personaje de nuevo a lo Frazetta. Por cierto que esto tiene un aire a lo BARÓN DE MÚNNCHAUSEN... |
Esperaba de Flashman más villanía y
donjuanismo, no tanta ...prolija novela pseudohistórica. Fraser usa a Flashman
para criticar las graves incompetencias del Ejército inglés que lo exterminan,
los modos/costumbres de 1842, describir iconoclasta (más que crítico) las ideas
de grandiosidad o pompa que perpetúa la Historia por algún interés patriótico, pronto
teñido de patrioterismo. Acorta la grandeza de algunos de esos contemporáneos
tenidos por homéricos héroes, señalándoles de bravucones putañeros y borrachos
en privado. Confiaba fuese más un entrañable pillo mujeriego que se metiese en
numerosos malentendidos de los que cómicamente lograba salir, algo como la
novela picaresca española, conteniendo una moraleja edificante al final. Aun
así: la he disfrutado.
Resulta obvio que Fraser tenía grandes GRANDES planes para Flashman, una saga que siguiera desvirtuando los renombres históricos contemplados desde el cínico/cítrico humorístico del narrador, cuya arrogancia les tilda de tontos o imbéciles, encumbrándose él de paso.