viernes, 9 de agosto de 2024

CUANDO EL DURMIENTE DESPIERTA — BÓVEDAS DE EADHAMITA

 

Portada foránea. El ideológo
socialista GRAHAM encarado 
al fruto de sus especulaciones,
maldad que encarna OSTROG,
quien cuan pudremita ilusiona al
pobre populux sólo para obtener
una situación vital privilegiada

El verdadero sesgo ideológico de H. G. WELLS logra desconcertarme. Siempre destacan su fabianismo (una especie de socialismo amable), cultivada por su entorno y experiencias personales. El visionario Wells podría ser como el CHARLES DICKENS de la ciencia ficción, o la anticipación, más empeñado en ver qué efecto tendrá la ciencia en el Hombre que JULES VERNE, el Gran Maquinista, prelado del poderío del acero, ¡MÁS ACERO! remachado por doquier del Nautilus y el empuje del vapor en otros de sus conocidos artefactos, y para quien el valor del Hombre estaba limitado a poder glosar sobre esos espléndidos avances. Hasta ser cuan reverente siervo.

‘Afean’ a Wells que, distinto a Verne, esboza apenas sus máquinas; deja a la imaginación del lector su diseño, forma, color, etc. En esta ocasión, eso le beneficia, pues GRAHAM, oriundo de las postrimerías del XIX, sólo puede explicarse los inventos y avances que contempla con los inadecuados o incorrectos términos que conoce. Verne en cambio era prolijo en todos esos detalles. Podrían funcionar más/menos en la vida real. (La apenas explicada máquina del tiempo está aún por desarrollarse, si alguna vez lo logran. Y dudo mucho adopte la forma de un DeLorean, por romántica que sea la idea.)

La Sociedad victoriana de Wells sigue arrastrando las desgracias sociales que reflejara Dickens en sus mordaces novelas sobre la austeridad y la miseria, las casas de trabajo y orfanatos “de su tiempo”. Atisba cambios en el horizonte (el empuje del comunismo, cuya convulsión estremece Europa, aliada a los ácratas y sus atentados a monarcas o grandes autoridades, prometiendo una dictadura de los trabajadores donde sus Capitostes serán “más iguales” entre sí que el resto) y Wells confía esto ayude a sanear los miserables barrios londinenses, la educación pública sea de calidad, los médicos atiendan a todos y no sólo a elites acomodadas clasistas/sectarias.

Pose contemplativa de H. G.
WELLS;  quizás por esta época
empezaba a cuestionar sus creencias
políticas socialistas. Por cierto,
sospecho que SAN ISAAC ASIMOV
copió la idea de este Londres techado
para su
BÓVEDAS DE ACERO

Sin embargo, cuestiona todo el ideario de igualdad-hermandad-reparto equitativo-bondades estatales (más/menos, nuestro actual estado del bienestar, tan en peligro) con esta novela de 1899 que, por una frase, se sugiere secuela de LA GUERRA DE LOS MUNDOS. En sus páginas, Graham, teórico radical socialista, sufre una singular patología que lo sume en un asombroso coma. De irónica forma aun rocambolesca, hereda una fortuna, sus hábiles testaferros la gestionan mientras duerme sin observarse deterioro físico claro, y tras doscientos años acaba poseyendo la mitad del mundo.

Los testaferros, so pretexto de vigilar los intereses del divinizado Durmiente, durante esas décadas han gestionado, comprado, controlado, tantos medios y empresas como han podido para garantizar tanto su supervivencia como dominar el planeta. Transformado el Durmiente en suerte de icono pseudorreligioso, en su día de “veneración” el populux puede verle dentro de su urna antibalas y “adorarle”, ofrecerle sus plegarias.

Despierta de pronto Graham en un Londres comienzos siglo XXII techado, amurallado, alumbrado por la electricidad producida por molinos eólicos, mecanizado a grandes extremos, capital mundial. Wells es, en esta novela, más precursor de nuestro presente que en ninguna otra de sus obras. Perfila las redes sociales, teléfono, televisión, cines, Propaganda estatal orwelliana, aviación. Relata cómo OSTROG, cabecilla sindical frustrado por no haber sido elegido Consejero del Consejo, lo derroca aprovechando el sesgo mesiánico que el populux ha dado al Durmiente, el Señor, el Rey. Usa las carestías del gentío como ariete. Lo arma, sugestiona, manipula, como a Graham, que ve a tiempo cómo este “benefactor” socialista pretende el stalinista poder absoluto para crear su propia Casta dirigente. El Durmiente despierta dos veces: una, de su coma; otra, de sus irrealizables ensoñaciones políticas.

Pasmosamente, esta predicción
que contiene el libro se cumple
también. Wells refiere que hay una
versión filmada de este relato de
RUDYAR KIPLING. Y, ahí está

Wells podría ser socialista, pero advierto recelaba enormemente de sus líderes y apóstoles (la miseria que sufrimos hoy en España). Detesta el capitalismo que conoce por sumir en la penuria a la masa, aunque atalaya que quienes prometen sacarlos de la mugre no lo harán movidos por su mismo sentido moral de la decencia, sino por ambición personal, rapiña.

Cuando el Durmiente despierta es novela depresiva, triste, premonitoria, donde la esperanza de una vida mejor es mera ilusión, y que, como otras, asume que la verdadera utopía está en conseguirla. Pues, ya lograda: ¿cuánto tardará en pudrirse?