Impresionante cubierta de MIKE ZECK. THE PUNISHER dispuesto a banderillear el crimen una vez más |
STEVE GRANT, que saltara a la fama con CÍRCULO DE SANGRE, una miniserie de THE PUNISHER, personaje inspirado en MACK BOLAN, el THE EXECUTIONER de DON PENDLETON, imprime para esta novela gráfica (el ‘santo nombre’ que le da la gente “de pro” al tebeo, lo cual le permite a sus elitistas paladares consumirlo –‘tebeo’ suena a FRANCO-) carácter de novela negra a los diálogos y textos que fecundan las planchas asombrosamente ilustradas por MIKE ZECK, el verdadero valor de esta obra, entintada por JOHN BEATTY y coloreada (antes del photoshop) por IAN TETRAULT y PHIL ZIMMERMAN.
No obstante, y en atención al delta de público al que se destinaba El regreso de Gran Nada, el relato no tiene bastante garra como para situarlo a la altura de las sagas escritas por GARTH ENNIS. El regreso de Gran Nada tiene el aspecto de ser una aventura de SPIDER-MAN algo más fuerte de lo habitual y con un tío de ceño sombrío que ejecuta a las primeras de cambio. Pero siempre dentro de una línea poco escabrosa, con unos villanos perversos pero convencionales que, en cierto momento, son los malos porque o nos lo dicen, o parecen lucir una careta que así los identifica. No tienen toda esa retorcida solidez que esperas en los enemigos públicos de las historias de ficción… o no de tan ficción.
Todo ha salido mal para los legales, pero no para The Punisher, que empieza a ponerse en la pista de GORMAN |
Además del tratamiento de novela negra (más a lo JIM THOMPSON o DASHIELL HAMMET que a lo JOE GORES o JAMES ELLROY), Grant establece una separación de personalidades entre FRANK CASTLE y The Punisher. Cuando habla de Castle, The Punisher, como un ente independiente, un cazador solitario que merodea acechando una víctima propicia, se refiere a él como a alguien que conoció, que murió, que tenía defectos (no era implacable) y que acaso éstos fueron los que permitieron que exista el aterrador vigilante de la calavera blanca (e inmensa: qué blanco más atractivo para las balas) y el gesto permanentemente avinagrado. Lo que le ocurrió a Castle, el asesinato de su familia, no le hubiera ocurrido a The Punisher, sugieren los cartuchos de texto. Estaría vigilante; impediría el crimen.
Haciéndose amigos, en Vietnam. Primer roce CASTLE-Gorman. El sargento ganó |
The Punisher ahí juega al escondite hipócrita consigo mismo. Porque si esa tragedia no hubiera existido, EL CASTIGADOR seguiría siendo una abstracta fantasía dentro del tarro de Castle. De ese parto de sangre y balas surge el justiciero. Pero no quiere darse por enterado. Esta dislocación, razonada de este modo, resta algunos puntos a la historieta, que afortunadamente remonta gracias a los lápices de Zeck, asombrándonos con algunas planchas buenas en verdad.
El regreso de Gran Nada empieza en un punto del desierto de Nevada donde The Punisher está a punto de reventar un mercadeo ilegal de armas entre camboyanos y nativos. En todo el relato, él destaca el calor, y rara es la viñeta en que no suda. Mientras trabaja, sus sesos maquinan métodos de seguir despegándose del “débil Castle” y sus imperfectos sentimientos humanos. Toda esa prosa fuerte, destinada a noquearnos, ya no convencía a un lector con cierta cultura entonces. Hoy, Ennis por medio, apenas produce resonancia.
En un momento histórico, Castle tendrá su penúltimo enfrentamiento con Gorman |
‘Gran Nada’ es el apelativo que, en Vietnam, se ganó Castle (todo un ACTION MAN de la guerra y la patria) por mor del desprecio que le profesaba su sargento, GORMAN, un tipo metido en actividades criminales hasta las cejas. Gorman es un malo convincente, sin estridencias; de peligroso perfil bajo, te puede hacer bien la puñeta, pero al estar encuadrado en los oropeles MARVEL, sigue pareciendo el típico criminal al que DAREDEVIL desarma antes de entregarlo a los legales.
Y Gran Nada ha vuelto para acabar algo que debió concluir Castle en Vietnam. El relato se trufa con flashbacks (que ignora por completo PUNISHER: NACIMIENTO, de Ennis y DARICK ROBERTSON) y donde conocemos fragmentos biográficos del teniente, recto y leal, honesto, que pelea por volver a casa, junto a su familia. Los roces con Gorman no alcanzaban la intensidad de esta aventura final, en la que, como si fueran INMORTALES, sólo podrá quedar uno.
El sargento corrupto de intendencia, listo a cortar por lo sano. Lo mejor: un bazooka |
Gorman notifica a sus socios la identidad real de The Punisher (el obtuso Gran Nada), y éstos tratan de explotar esa ventaja, tomando por un mindundi al vigilante. Pero The Punisher no es Castle; erigió un autoUniverso cuyas gruesas paredes lo aíslan de los sentimientos que pudiera albergar su alter ego y causar su muerte.
The Punisher sobrevive a todos los tiroteos y trampas aplicando su concepto de lo justo con inexorable seguridad. Pero, como una concepción totalmente blindada y refractaria del personaje (en el fondo, un héroe) pudiera ser demasiada heavy para los lectores (al fin y al cabo, adolescentes), Grant concibe una escena en que El Castigador esboza humanidad: sucede en un burdel en el desierto, cuando se compadece de uno de los sádicos camboyanos (nadie antes mereció una bala como él) y una prostituta a la que éste estaba torturando.
PUNISHER: NACIMIENTO, de GARTH ENNIS yDARRICK ROBERTSON. Cuando contiene Gran Nada, se borra en esta miniserie |
Repasando su trayectoria hasta entonces (“Mato cuanto respire; quemo lo que no lo haga”), esta reacción no cuadra. Que sienta compasión por el torturador, y no por su víctima, descoloca. Que encuentre argumentos para no disparar a éste, y que sea la fulana la ejecutora (esto es un truco editorial: The Punisher no puede matar ni niños ni adolescentes, aunque les estén sacando las tripas a sus madres), desluce su pretendida implacabilidad. Empieza a hacer distinciones/favoritos, y si toleras una corrupción, por menuda que sea, las aceptas ya todas.
Grant trata de enmendar ‘el fallo’ (pues debió ser consciente de que lo era) entregando nueva carnaza a los calibres de The Punisher, proveyéndole de muertes donde pueda demostrar que es el superdepredador macho alfa. Grant, al contrario de Ennis, despoja a El Castigador de conducta sádica cuando ejecuta a Gorman, alguien tan perverso que el cine, el maravilloso parásito, nos ha enseñado que alguien tan retorcido sólo tras una ordalía explosiva tiene permiso para morir.
Viñeta de esa historieta: esta crueldad no la esboza el The Punisher de STEVE GRANT ni en sueños |
El regreso de Gran Nada es conspicuo gracias al trabajo de Zeck, del que, lo confieso, no he vuelto a saber nada. Todo el mundo empero insiste en su fama de lento, que supongo es el estigma que le ha apartado de los cómics. En caso de que así fuera, El regreso de Gran Nada es un extraordinario “canto del cisne”. Echó el bofe, se lo curró a tope, buscó impresionarnos para que su leyenda como dibujante quedara fijada con precisión en nuestro recuerdo. Y lo ha logrado.
Vuestro Scriptor.
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