La cubierta de la versión hispana (que no española, y espero no ofender a nadie) obra de GIL COHEN. La chavala, asustada |
¡Seguimos con las palpitantes aventuras del suicida MACK BOLAN en su guerra contra la Mafia, ese monstruo de iniquidad cuyos tentáculos se encuentran tan extendidos y diversificados como hundidos en numerosas facetas de la vida! Tan arraigados, que costaría muchísimo arrancarlos de donde están injertados sin causar un gran desastre.
Y el personaje de DON PENDLETON lo sabía, pero aún así arremete contra la poderosa organización esperando descamarla lo suficiente antes de ser ejecutado, esperando quizás un “despertar social” de respuesta/repulsa. Porque la muerte acecha al ex combatiente de Vietnam, pero el autor lo contorsiona de modos inimaginables para brindarle una puerta de salida (aun una ventana) y proseguir la batalla, en otro lugar, más adelante.
Esta vez, Bolan reúne un grupo de vets altamente cualificado y multiétnico (un gesto de Pendleton para hacernos ver que ese Mal es internacional; no perdona ninguna raza, o país, de la Tierra, así como un guiño a las minorías americanas) para atacar los intereses de la Mafia en Los Ángeles. Cuenta con información obtenida durante su batalla de Pittsfield, su pueblo natal, y a destruirlos se aboca con sus compañeros.
DON PENDLETON descojonado con las casquerías de su DEATH SQUAD |
Creo que Pendleton empezó esta segunda entrega con muchas ganas, pensando en la cantidad de estragos que podría causar tan fenomenal EQUIPO B (por ‘B’ de ‘Bolan’), pero a medida que avanzaba iba dándose cuenta de que meter más gente en danza significaba escribir historias personales, darles momentos protagónicos, heroísmos y vilezas, que empezarían a desdibujar la naturaleza grandiosa que tenía Mack, e icono de la cultura angloamericana, a saber: el hombre solo contra un piélago abrumador de enemigos que aún así derrota, aunque para demostrar que sigue siendo humano, sensible, a veces sangra y resulta herido. Esto lo acercaría al lector, que podría llegar a sentirse “inferior” frente a la mítica de un héroe inaccesible, invulnerable, invencible (y ligón). Así pues, gradualmente, en apoteósicas batallas, el comando va palmándola. (Problemas, los mínimos.)
Cubierta inglesa; supongo que de Gil Cohen también |
Casi toda la “mitología” norteamericana está enfocada en realzar este aspecto del “espíritu estadounidense”, el cowboy de honesta sonrisa e íntegro carácter que dispara sus revólveres en defensa, paradójicamente, de una organización a la que rehúye. El héroe americano es el anarquista definitivo: es en sí su nación y se regula según su conciencia, bien nutrida de los mejores principios, y cabalga solo (o va en moto, o en patrullera, o parlamenta en el Senado, como JAMES STEWARD en CABALLERO SIN ARMADURA) para ratificar su indiscutible independencia de la masa, sean o no un atajo de borregos. Pero en cuanto un factor ajeno ataca a la población, allí está él. Se integra y amalgama con las penalidades y triunfos de la gente.
(Prefiero este anarquista a los que van con el alfa dentro del círculo y atiborrados de consignas ideológicas. Sobre todo, porque aquél pretende crear, respeta lo correcto existente, mientras que el que acampa y enarbola banderas sólo quiere quitar al que manda ahora para ponerse en su lugar. Es por pura envidia.)
DAVID MORRELL y SYLVESTER 'JOHN RAMBO' STALLONE. Accidentalmente, también están relacionados con estos pulps de Pendleton |
Mack Bolan es ese sujeto por muchos compañeros que tenga. Éstos, a su manera, se ven como el francotirador de elite, pero su adhesión a la causa contiene una imperfección que les resta pureza. Bolan, recordemos, combate a la Mafia porque su familia fue víctima de su extorsión y usura; ¿acaso su hermana no fue obligada a prostituirse para pagar las deudas contraídas por su padre durante su convalecencia? (Y lo mejor: su chulo es un policía encubierto; otro sigul de que no podemos fiarnos ni de la Ley, que puede cometer sin sonrojo acciones de este tipo so pretexto del “obtener un bien superior más adelante” –cosa difusa, que tumban luego los jueces progres-, un motivo más para que Bolan luche en solitario y reafirme su condición ácrata).
Sus compañeros, en cambio, tienen un leve sesgo oportunista que alimentan con el botín arrebatado en sus incursiones a la Mafia (esto merece consideración, por otra parte: ese dinero no sale de un manzano milagroso, o una tragaperras de Las Vegas; se obtiene con violencia y extorsión. Lo legítimo sería que Bolan lo retribuyera a quienes la Mafia se lo roba. En cambio, gasta esos fajos en coches, armas y municiones. La Sagrada Causa exige este Sacrificio, al parecer, también.) Al contrario de Bolan, se apuntan porque están aburridos y, yonquis de la adrenalina de Vietnam, quieren acción para sentirse realizados.
Pendleton lo apunta al describir a uno de estos cruzados, un negro que, tras licenciarse, “vagabundeó” por distintas causas sociales y políticas (los PANTERAS NEGRAS) esperando así encontrar su lugar y canalizar sus fuerzas hacia algo bueno, justo. Pero descubre que lo que le dispara el pulso es tirar con su rifle de francotirador. Así sí se siente íntegro. (Y, de nuevo, el boceto del héroe libertario automarginado pero dispuesto a ayudar a la comunidad.)
Dos de mis anarquistas favoritos: HARLEY (MICKEY ROOKER) DAVIDSON y MARLBORO (DON JOHNSON) MAN, ejemplos del arquetipo heroico americano, del hombre libre en el país libre, la carretera libre |
Pendleton estaba escribiendo también sobre una generación (la de su hijo, STEVE) que se vio inmersa en un conflicto de naturaleza heroica muy cuestionable y llevados al matadero por mor de sagrados principios que la sociedad desmitificaba. Para más inri, JANE FONDA los ponía a parir y se iba a Hanoi a rodar mierda propagandística en contra de esos pecosos de Kansas de diecinueve años de edad aturdidos al descubrir qué graaaande es el mundo. Ese automático desprecio social con los vets empujados a luchar porque no les daban otra opción (o ir a la cárcel, o desertar a Canadá) luego lo denunciaría SYLVESTER STALLONE en ACORRALADO, sobre matices ya presentes en PRIMERA SANGRE, la novela de DAVID MORRELL. El regreso no se hacía a una patria comprensiva, sino a un lugar frío y refractario polarizado por ideales que les culpabilizaba de todo, negando aun que en el otro bando hubiera canallas.
Como la primera novela, Escuadrón de la Muerte es un documento ágil, vigoroso, donde la acción sucede rápida y escuetamente, sin regodeos, como les ocurre a muchos escritores que se “atascan” con la violencia. Cogerle el punto a esto tiene truco, y Pendleton lo encontró enseguida. Insiste en advertirnos que la Mafia ha incrustado en las altas esferas, políticas y sociales, de respetabilidad absoluta, a sus miembros, y su influencia contamina a quienes les rodean. Más que a los matones de UNO DE LOS NUESTROS, LOS SOPRANO o CASINO, Pendleton estaba más interesado en señalar-y-aniquilar a esos magnates camuflados que a sus “soldados”.
Una curiosidad: una plancha de la versión en cómic de THE EXECUTIONER, dibujada, creo, por MIKE DEODATO (y es de la primera novela). Ejemplo del biomio sexo-violencia |
Es una lástima que este material esté inédito aquí. Su sucedáneo, THE PUNISHER, necesita de un magnífico escritor (léase: GARTH ENNIS) para estar a la altura de lo que se narra. Bolan, FRANK CASTLE, no son tipos divertidos ni están bien de la olla. En el momento más sombrío de su intimidad deben dar un miedo tremendo, y mucho más, ojeando lo que cuecen sus sesos. Han atravesado cierta frontera, y matar no tiene impedimento ni produce resonancias en sus almas.
Pero, lo que quería decir: su publicación no iba a provocar la aparición de oleadas de vigilantes por las calles. Son otros los monstruos que pululan por ellas. Y no me refiero, precisamente, a los SOSPECHOSOS HABITUALES.
Vuestro Scriptor.
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