Cubierta de RICHARD CORBEN. Un piñote con este hierro, y te vuelves loco |
QUENTIN
TARANTINO le habría sacado punta a esta miniserie, en la que BRIAN AZZARELLO ha
puesto todo su buen hacer en intentarlo, aunque en verdad se ha limitado a remozar
en clave guetto un clásico, YOJIMBO, esperando así jugar sobre
seguro y evitarse un fracaso. Su Cage
es un moderno tratamiento, o ‘acercamiento’, de un personaje que los habituales
de BIBLIOTECA MARVEL (no importa
cuál) reclaman insistentemente que sea publicado: POWERMAN, sólo para ver burlada una vez tras otra su demanda por el
editor.
Quizás
Azzarello no vio menoscabo en acondicionar (una vez más) Yojimbo pero esta vez en versión historieta. Reprochárselo
significaría que él nos replicaría mencionando apuestas igualmente afortunadas,
como POR UN PUÑADO DE DÓLARES, o EL
ÚLTIMO HOMBRE. Así que mejor analizamos su labor en vez de andarnos con
hueras reclamaciones. Cage desarrolla
la historia de un THE PUSHER BULLETPROOF, su Cage, cínico y duro protagonista, resaltado por los lápices del
vet del underground RICHARD CORBEN,
capaz de plasmar con inquietante verismo el ambiente de miseria y decadencia presentes
en el guión/telegrama de Azzarello, curtido en el noir con su serie 100 BALAS.
Y que no falte el sexo tórrido en estas páginas repletas de sangre y sobornos especialmente indicada para adultos |
Su Cage (hagamos un poco de historia) revitaliza
al popular HÉROE DE ALQUILER de MARVEL, que tanta nostalgia concita, concebido
en 1972 por ARCHIE GOODWIN (guión) y GEORGE TUSKA (dibujo). Para aquellos
lectores un tanto en ayunas del personaje, recordaremos que aquel LUKE Cage
(personaje favorito de NICOLAS Cage, de quien toma el apellido artístico) era
un pusher de poca monta a quien su
socio se la juega, le mata a la parienta y redondea la jornada metiéndole en el
trullo largos años. Así contado, la trama semeja un borrador de KILL BILL, y, dada la fijación por el
cómic de Tarantino, no creo estar disparatando tanto.
Entre rejas,
el recluso LUCAS (Luke Cage es su
alias de fugitivo) se presenta voluntario a un experimento concebido por el DR.
NOAH BERSTEIN (un judío dándoselas de MENGELE) que acaba curtiéndole la piel y
nutriéndole los músculos con una fuerza sobrehumana. PRISON BREAK mediante, Lucas recala en Nueva York, donde lo
fagocita la moda ERA DE ACUARIO y los
superhéroes prosperan como champiñones. Viéndole negocio a sus poderes, se mete
a héroe de alquiler, especie de superpoderoso
segurata, lo cual puede entenderse también como un tibio intento de LA CASA DE
LAS IDEAS por diversificar su material, extendiéndose al género negro para
captar otro tipo de lectores, línea de cómics alejada de las sagas cósmicas y
los rumbosos supervillanos desquiciados, de paso haciendo algo por las
reivindicaciones sociales de entonces.
El héroe, CAGE, sobrao como pocos. Demasiado insinúa la viñeta |
Y,
bueno, Luke Cage podría ser antibalas, pero no antimalas ventas; la serie se
canceló, pero no sin antes apañárselas para ser un mito nostálgico.
Pero Powerman ha reflotado, con diversa mala
suerte, en distintas ocasiones. Ésta no sería diferente, pese a que, bajo el
dudoso palio de lectura para adultos que aparenta ser el sello MAX, Azzarelo le permite a Corben
explayarse con sus tías neumáticas y tíos cachas de remarcados abdominales,
esperando así prolongar su existencia. Y ya está, pues Azzarello apenas se ha cocido
los sesos tramando algo fuera de los estándares reseñados: forastero codicioso
que llega a un lugar en litigio entre dos fuerzas mafiosas y trata de
exprimirlas mercenariamente. Con falsa renuencia acaba apiadándose de las
víctimas y, redimido de su codicia mediante una paliza mala y de verdad,
reivindica a los débiles, saliendo triunfante.
Tiempos duros y difíciles en el guetto que pueden resolverse a tiros o puñetazos; tú eliges |
La baza que juega Azzarello es quemar los
recursos del “negro” (el género, no la raza) para darle lustre ‘genuino’ a su
historia. Frases cortas, cizalladas. Selección de palabras poderosas. Viles instintos.
Arrabales. Tortuosas motivaciones para enmascarar eternos instintos básicos.
Sexo (diluido) y codicia, balas y villanos estrafalarios, dueños de la vida y
la muerte. Un errante mercenario sólido, aunque de turbio pasado.
De todo esto, es Corben sin embargo quien
cosecha los éxitos, mientras que a Azzarello debemos limitarle los triunfos,
aunque podamos remarcarle los suficientes para quedar con la conciencia crítica
tranquila. Están, por ejemplo, el que, fiel al espíritu del clásico (la novela COSECHA ROJA, o filmes), el protagonista
carece de nombre (todos le dan uno; le suponen uno; él jamás lo dice) y aunque la
saga se titule Cage, podemos
arriesgarnos a intuir que, dadas las connotaciones que posee la palabra en inglés,
hace referencia a la situación social del guetto.
Otro mérito es la galería de personajes. Otro crédito es el estilo elegido para
la narración, tan conciso como cicatero en el detalle, idóneo aun así para el
tipo de historias y personajes que deben nutrir este Cage, que comparte, con el del 72 (caramba, parece un modelo de coche),
turbio pasado delictivo y una novia cadáver. Azzarello describe, en una frase,
todo un tortuoso proceso experimental, como simiente de una explicación más
extensa en entregas sucesivas.
Esta cubierta, del superdotado de los abdominales cincelados, trata de aclararnos si este POWERMAN es, o no, también antibalas |
Y sobre los poderes antibalas del
protagonista: todo está en el aire. En las últimas páginas sospechamos que sí,
que el HOMBRE SIN NOMBRE es antibalas de verdad, pero también es un final
ambiguo que remacha las preguntas, sin aclarar enigmas.
Se
puede destacar de esta obra de Azzarello que, si algo deja bien claro, es la
falta de esperanza. El sórdido ambiente del guetto
perdurará, no tanto por el declive urbano, como por la imperfección humana,
empeñada en traer maldad y decadencia, vicio y pecado, a su biosfera. El uso de
clichés (los mafiosos italianos) ha resultado positivo en el conjunto de la
historia, tan empeñada en resaltarnos este trágico sino.
Cage repartiendo estopa de lo lindo, sean ninjas o macarras de guetto; a él le da igual. Todos cobran |
Las
mermas que podemos imputar a la historia, con un alto porcentaje de procacidad,
feo lenguaje y perversos instintos, se centran en el conciso estilo literario
de Azzarello, que a veces no cumple bien su función descriptiva. Tiende a dejar
a medio entender, a causar aun ambigüedad. Alguna frase más, ¡incluso un solo adjetivo
más te pedíamos, Brian!, hubiese otorgado mayor gloria a su Cage, que Corben logra inyectarle merced
a su dibujo, ajustado a los monstruos deformes (del alma, especialmente) que pueblan
estas páginas, compucoloreadas con lo que se intuye ya es un patrón con aspecto
de norma, y le resta oportunidades al infocoloreador de mostrarnos su sello
distintivo, ese aplicar la paleta de tal modo que le destacara de otros. Así,
lo que gana en efectos, lo pierde en arte. Esto plantea la pregunta de que si
acaso el canje no es excesivo…
Vuestro Scriptor.