viernes, 27 de abril de 2012

HANCOCK — POWER MAN

Afiche de una película sobre un héroe
digno del tebeo de Década 80:
HANCOCK (WILL SMITH)
Este filme de PETER BERG no es una película de superhéroes en realidad, pues no hay supervillano al que machacar en ella. No persigue ese espectáculo, aunque tenga momentos en que lo brinda, sino que espera más bien profundizar en las circunstancias socio-psicológicas en que se desenvolvería un ser superior que habitara un planeta lleno de mediocres. Es, más bien, una cinta de superhombres. Comparte, con el SUPERMAN de RICHARD LESTER, el que una cruel inteligencia criminal, con cierto revestimiento de astucia, le causa problemas. Pero no es una película rebosante de disfraces o capacidades sobredimensionadas (HULK). Es la historia de un cínico superdotado (sin segundas) que se siente amargamente solo y defraudado.
A JOHN Hancock (WILL SMITH, en ‘estado de gracia’), esa mezcla de LUKE CAGE, alias Powerman, y ELVIS negro, le podemos aplicar la Marginalia XLIII de POE, que rezaba: “Me he entretenido a veces tratando de imaginar cuál sería el destino de un individuo dueño (o más bien víctima) de un intelecto muy superior a los de su raza…”, sustituyendo ‘intelecto’ por ‘facultades’ o ‘poderes’. La película contesta el dilema planteado por el escritor virginiano: Hancock, rodeado de pigmeos, morales y físicos, incapaces de compartir su visión del mundo, donde el horizonte ni se divisa, de lo lejos-lejano que está, termina decepcionado y, finalmente, alcohólico.
Buenos días, señor superhéroe. Uno de los desencantados
fans de Hancock le "visita" en uno de los populosos
"salones" de su FORTALEZA DE LA SOLEDAD:
cualquier banco del parque de Los Ángeles
Bueno, precedentes de superhéroes borrachos hay. TONY STARK, por ejemplo. Pero es una idea interesante el que un ser semejante carezca luego de la resistencia moral que le impida sucumbir a las cítricas oleadas de egoísmo e ingratitud de aquellos que salva. Hancock (nombre que toma de una marca de hipodérmicas) combate el crimen y tal, mas siempre salta algún gilipollas criticándole. Esto ha ido socavando su moral, aparte de inculcarle aborrecimiento, y lo vuelve medroso aun a la hora de actuar. Visto está cuando acude a rescatar a la agente de policía herida; antes de actuar, recita un formulario feminista que espera evitar que le acusaran de sobón. Encima, ¡eso!
Hancock ufanándose tras su última y calamitosa proeza,
que, al menos, le cambiará la vida, pues salvará la de RAY
EMBREY (JASON BATEMAN), su relaciones-escudero
¿Por qué debo seguir sangrando la camiseta por ellos; para recibir su desdén?, debe pensar a diario. No sería ético, por otro lado, no ayudarles, replicaría la parte ‘heroica’ de sí, imponiéndose. Porque, por fuerza, su punto de vista debe ser amplísimo, como su generosidad, sin estar ninguna limitada por los oscuros convencionalismos y tribalismos que nos caracterizan.
Mas, tras la abrasión del desprecio sistemático, Hancock se rinde y toma un anestésico: el alcohol. ¡Ea! ¿Contentos? Acabo de demostraros que soy tan imperfecto como vosotros, pigmeos. Me veis tirado por ahí jalando de la botella como cualquier otro despojo social. Y, pese a todo, aún me pedís ayuda. Vale. Lo haga como lo haga, me criticaréis. Así que… empotro el coche de los malos en lo alto del rascacielos.
Pese a la comicidad de esta escena, conviene reparar en
el 'políticamente correcto' formulario que Hancock plantea
a la agente antes de rescatarla, sigul de lo enfermiza que
se ha vuelto nuestra Sociedad
A tenor de su dilatada existencia (Hancock parece uno de LOS ETERNOS de JACK KIRBY), este superhombre no ha visto un práctico avance en una raza de la cual se ha autoerigido custodio, y que aun se lo reprocha: ¿quién eres para elegirte nuestro hermano mayor? Pues (y más allá del complaciente fetichismo exhibicionista que parece designar a todo superhéroe, sea macho o hembra), porque un SuperHombre tiene tal punto de vista que lo obliga a salvaros de vosotros mismos, esperando impregnaros de un positivo ejemplo moral y ético, de civismo y urbanidad. Y el resto del tiempo, lo pierdo sacudiendo a algún pendenciero histérico grotescamente disfrazado, malvado reflejo del superhéroe en cuestión.
¡Celebrémoslo! Ray y su encantadora esposa, MARY
(CHARLIZE THERON) posan junto al renovado héroe. Ella
guarda, empero, un mortífero secreto que atañe a Hancock
Lo malo es que Hancock comprobó que hacer el bien no se gratifica como debiera, y viendo que la norma es: el peor, prospera, se vuelve un Reverso de sí mismo. Está, pues, en la onda de la Humanidad.
Pese a todo lo innovador que pretende ser Hancock, filme-estudio de que lo diferente debe ser anulado, y lo ‘normal’ prevalecer absolutamente (léase: ¡no necesitamos NINGÚN héroe inspirando a nuestros hijos a ser distintos!), no puede escapar del pozo gravitatorio del mainstream, y se le adjudica su LOIS LANE (el publicista RAY EMBREY —JASON BATEMAN—), que no captura noticias, sino que va por la vida solicitando espacios gratuitos promocionales apelando a la generosidad humana.
Flamante uniforme para un héroe que
sale del infierno. Es una mezcla de los
atuendos escénicos de ELVIS y del
HALCÓN, el compi de
CAPTAIN AMERICA
Bien, un idealista suele condimentar la salsa, por lo general, pútrida, de los negocios, pero la mezquina realidad que nos cobija es muy pragmática (una verdadera mala puta) y nos corta las alas ipso facto, y con regocijo. Y esto, Ray, lo vive diariamente.
La caridad mola, pero en Navidades, y en QUÉ BELLO ES VIVIR. Pero Ray insiste; toma una última causa perdida como esperanza de cambio e intenta reflotar a Hancock. Si consigue el milagro, ¿qué podría resistírsele? Vale, la suya no es una generosidad-sin-ánimo total. Pero tampoco pretende explotar a Hancock para enriquecerse con él. Quiere que sea el fulcro que movilice la concienciación mundial hacia la Era de Acuario.
Y también nuestro nubio superhombre tiene su talón de Aquiles: su esposa de otros tiempos, MARY (la afrikaaner CHARLIZE THERON), mezcla de TORMENTA de los X-MEN, WONDER WOMAN y SHAZAM (había una CAPITANA MARVEL, ¿no?), que parece, en virtud de su sexo, ser mucho más poderosa que Hancock. Pero el peligro está en que su proximidad los hace vulnerables. Todas las crisis de identidad que ha sufrido Hancock a lo largo de su luenga vida procedieron de su relación con ella.
Más sencillo, pero no menos
espectacular es el que luce Mary, una
vez se revela como Mujer Maravilla
Mas Mary guarda celosamente sus poderes, quizás porque percibió, antes que Hancock, la aspereza de la naturaleza humana, y en vez de elegir la autodestrucción alcohólica (harto más difícil, siendo mujer, y teniendo presente el papel de la fémina en la Historia y la Sociedad), elige un disfraz en apariencia invulnerable: el de chica florero que luego adquiere rasgos de maternidad. Bajo esta piel, y como le ocurriera a LOS INCREÍBLES, espera pasar desapercibida el resto de la eternidad.
Y quizás lo hace no tanto porque, descubriéndose como supermujer-en-función-de-superheroína, tema perder su intimidad, sino por el llano egoísmo (comprensible y excusable) de querer vivir cuanto pueda. Unirse a Hancock supone el fin. Ha visto perecer a sus congéneres debido a esto. Y tal vez en aceptar la inmortalidad ellos vieran una virtud. Pero, para Mary, es una aterradora perspectiva que rechaza abrazar.
Mal día para fastidiar a la costilla, ¿eh, Hancock? Puedes
acabar comiendo alquitrán
Queda, para rematar, la pregunta de que si, en un mundo con superhéroes, las figuras ajadas, defraudadas, vencidas, hastiadas, como la de Hancock, abundarían. Sospecho que sí: nuestros contrasentidos los desmoralizarían.
Vuestro Scriptor.

Documentación adjunta: