Artístico afiche foráneo. Por cierto, en la V.O., ANDREW DICE CLAY, FORD FAIRLANE, es mucho más borde |
Desarrollando un concepto de REX WEINER (uno de los artífices de CORRUPCIÓN EN MIAMI, si no yerro), Harlin pone en pantalla de plata a un exuberante ANDREW DICE CLAY (políticamente incorrecto y polémico; o sea, auténtico) que destaca de la bufonesca masa de secundarios de tebeo que lo rodean (ED O´NEILL, como el TENIENTE “CHORRA” AMOS) por su corrosivo humor y descreimiento.
Fotograma donde podemos ver a RENNY HARLIN y a Ford en su acostumbrada pose de "¿Y estas prisas?" |
Por tanto, merodea en torno a camerinos y escenarios como detective rockanrrolero. No se permite ir más allá, evitando así ser fagocitado por un monstruo sin entrañas listo a exprimirlo sin complejos. Ford llegó al negocio desde una ingenua aproximación positivista, ilusionada (como sugiere la foto promocional junto a JOHNNY CRUNCH —GILBERT GOTTFRIED—), y, en algún momento, la farándula le mostró, con postura putesca, sus entretelas, y eso pudo con Ford. Huyó, desencantado, transformándose en un recipiente de la pureza que, estima, debe contener todo músico.
Empieza la movida: JOHNNY CRUCH (GILBERT GOTTFRIED) le encarga que localice a ZUZÚ PÉTALOS |
Lo vemos en KYLE TROY (CODY JARRET), quien el despiadado aunque ladino JULIAN GRENDEL (WAYNE NEWTON) moldea con marketing agresivo a fin de “proporcionar a las quinceañeras una cubierta de CD con que correrse”. Esta frase procaz encierra una verdad completa y devastadora. Y lo peor: universal. Se puede aplicar a la programación televisiva, que rebosa de tales Kyle Troy. Y, para asombro, la mayoría de los espectadores los consumen ávidos de esa dosis de vacuidad.
Ford no puede escapar a la rencorosa vigilancia del TENIENTE AMOS (ED O´NEILL), quien se la tiene jurada de su época de discotequero Década 70 |
Y más gente interesada en Zuzú, como demuestra COLLEN SUTTON (PRISCILLA PRESLEY), en su visita al hogar del detective ronckanrrolero |
Nuestra TV es una gigantesca Babilonia que ha sabido pulsar el morbo del colectivo brindándole alternativamente placer o dolor, creando o retirando ciertos espacios. Lo que pone en ON a la multitud es una sarta de programas, cocidos con artera habilidad, donde un casting de actores y actrices en paro (no personas auténticas, como cacarea la Propaganda) habitan una casa donde cuentan a la gente lo que un guión, de ínfima calidad, cree estimulante, por irracional que sea. Al personal le ponen las mentiras.
JULIAN GRENDEL (WAYNE NEWTON) decide recurrir a Ford cuando sospecha que están estafando a su poderoso sello discográfico. Ford le presenta a su encantadora y competente asistente, JAZZ (LAUREN HOLLY) |
Hallar a Zuzú supone para Ford un desagradable logro; no cesa de encadenar explosiones |
En la música, el cine, ocurre exactamente igual. Construyen ídolos que endiosamos (porque el Hombre debe creer en algo superior; aun los ateos tienen fe en No-Dios) y a los que negamos toda tacha. Luego, un listo publica fotos comprometedoras o divulga grabaciones tendenciosas y nos arruina el mito, ajá, sí, pero pronto renovamos nuestra fe necesitados de algo/alguien que venerar.
Todo esto cambia cuando la Verdad Ford Fairlane está contigo. Te enseña a desconfiar de los Perfectos Ídolos Prefabricados y te quedas con los que ya conoces, porque han probado (y de sobras) que son verdaderos luchadores rebosantes de talento.
Los clubes, las risas, los bugas, las chicas... Ford termina, rico y triundante, este caso |
Adelante, atrévete con Ford, mano a mano, hombre a hombre, ¡puño a puño! Aguanta cada asalto de su irónico carácter y su engreimiento de tebeo. Aprende sus caminos y el gusto por la calidad jamás te abandonará.