martes, 2 de julio de 2013

LOS INCREÍBLES — SON NECESARIOS

El afiche recoge a lo más granado del
elenco de esta producción PIXAR
Más que un documento gráfico que homenajea a concretos y reconocibles iconos de la historieta mainstream de superhéroes, hábilmente modificados para evitar enojosas demandas de plagio, o cosa parecida (el mundo está sembrado de tiquismiquis incapaces de advertir qué gratuita y masiva publicidad se hace así de su creación), o aventura vibrante y bien urdida con tintes bondianos, BRAD BIRD, su realizador, efectúa una elegante denuncia contra el pantano de mediocridad donde una estudiada “pedagogía” está sumergiéndonos.

BOB PARR (alias MR. INCREÍBLE) lo enuncia cuando, exasperado, informa a su esposa, ELLEN (ELASTICGIRL —interesante elección de superpoder: la flexibiliza al cambio—), que se celebra todo lo trivial del mundo. Nadie con habilidades conspicuas, o talento superior al habitual, puede demostrarlo; debe ocultarlo, confundirlo, con el mismo pelaje de incapacidad que exhiben todos, a fin de no herir la sensibilidad de la mayoría que, en bastantes casos, no es mejor por mera desidia.

MR. INCREÍBLE, entonces respetado, alecciona con
aspereza a BUDDY PINE, incubando así un peligroso rival
Una de las más grandes y frustrantes contradicciones con las que topa el opositor a un empleo es cuando su CV o experiencia se rechaza por estar “demasiado cualificado” para el trabajo. Pero ¿en qué quedamos? ¿No quieren eso? Al mejor. Al más preparado. Constantemente nos solicitan una formación superior-excelente porque sólo los excepcionales lo consiguen. ¿Ahora debo mutilar todo mi esfuerzo en nombre de… de… una mediocridad carente de impulso y/o ambición, que desmiente lo que los pertinaces anuncios de las academias formativas pregonan? ¿Qué contrasentido es este; de dónde sale? ¿Quién lo impulsa?

Años después, es BOB PARR (Mr. Increíble) quien recibe
broncas... de lo más insignificante y ruin de la Sociedad
El mayor esfuerzo, finalmente, del supervillano del filme, SYNDROME (ese VEGETA pecoso), es sumir al mundo en tal uniformidad que a nadie permita destacar. “Cuando todos sean super, nadie lo será”, afirma al Mr. Increíble preso en su isla con el pintoresco barroquismo de la guarida de un adversario de JAMES BOND.

Y esa es la principal bestia contra la cual combate la plétora de superhéroes que aparecen en la cinta: la uniformidad de criterios, conceptos, ideas, aun poderes. Como en BATMAN, THE DARK KNIGHT RETURN, o WATCHMEN, la inmensa presión social (de los uniformes, de los negados) obliga a los enmascarados a retirarse, fundirse con un magma anodino compuesto por seres anónimos que no despuntan sobre sus vecinos en nada; respetan cierto “código” de conducta, efectuando iguales actividades que mantienen terso el cuero de la Sociedad.

Y surge la oportunidad de desahogarse, de volverse a sentir
necesitado, útil. Mr. Increíble se esfuerza a fondo
Pero no puede contenerse tamaño potencial, al menos en el caso de Mr. Increíble, que aún debe acudir al rescate siempre que ve algo que barrena su noble y generoso sentido del Bien. Consiguió arrastrar a FROZONO, su mejor amigo, a este juego no exento de peligro, pero en Frozono el virus del “sé como todos” tiene mayor calado y va aceptando su nueva vida gris con mejor resignación.

ELLEN PARR (otrora ELASTICGIRL) no comparte el
entusiasmo de Bob, su esposo, por el superheroísmo. Esos
tiempos pasaron. Le da grima aún el canto a la grandeza
que EDNA MODE esgrime al evocar aquella época. Ellen
perdió la máscara y, por tanto, también la confianza
Ellen sí la ha asumido del todo/completamente. Su genética se ha aliado con esta orden tácita de “anonimato vulgar o muerte” y acepta con gran entusiasmo su existencia de ama de casa laboriosa y responsable. En ella, la infiltración de su “nueva condición” es más profunda.

En un mundo donde se condena ser “ama de casa” (algo muy respetable y en absoluto denigrante; todo lo contrario) por las feministas-hembristas como una tara/atavismo menospreciativa, que subyuga a la mujer, ella lo abraza con agrado. La ha dado las riendas que permiten contener al grandullón de Bob y sus afanes de superaventurero. Ser honrado padre de familia tiene virtudes que terminará viendo.

El antiguo Buddy Pine es ahora Syndrome. "Voy a freírte
los sesos, SON GOKUH, digo, Mr. Increíble"
Mas lo ama lo suficiente como para ignorar que esto está también ahuecándolo. La identidad civil de Bob, embutido en empleos sin estímulo que lo obligan a soportar (a él, a Mr. Increíble) a mezquinos jefecillos de estatura moral aún inferior a la física, no está “normalizándolo”; peor: empieza a borrarlo, a difuminarlo. Va perdiendo color y entidad. No ha nacido para ser otro gestor de reclamaciones (Bob sin duda opina que existen cien mil mejor preparados que él para el honroso empleo), encajonado en un cubículo gris claustrofóbico. Existe para combatir colosales Amenazas Maestras como la que Syndrome termina representando.

Un flipe superar la velocidad del sonido... corriendo, como
descubre el muy capacitado DASH PARR, decidido a
socorrer a sus padres
La desesperación de Ellen aumenta cuando ve a DASHIELL, su segundo hijo, seguir los pasos de su padre sin recato. (Otra consecuencia genética: ellos, cazan; ellas, cosechan.) El chaval está en “esas edad” además, y tiene un ímpetu de naturaleza incontenible incapaz de entender por qué no puede manifestarse.

Quien sí aprendió perfectamente la lección es la primogénita de los Parr, VIOLET: es transparente. La han inculcado tan bien la materia 101 NO DESTAQUES que se vuelve invisible. Anodina de apariencia, apenas cuenta para nadie; confina las riñas juveniles al ámbito doméstico donde, a su vez, las expresa como auras de fuerza que indican otro deseo de estar embotellada, enclaustrada. Contenta a mamá. Contenta a la Sociedad.

La familia que combate el crimen unida..., etc. Interesante el
superpoder de VIOLET PARR, más que un guiño a SUSAN
STORM RICHARDS
El peque de la casa, JACK JACK, aún tiene que demostrar sus talentos, manifestados en el oportuno momento de ser secuestrado por Syndrome. En la mejor tradición del cómic, éste le quiere para educarlo como su adlátere y así, desde algún opaco y remoto refugio, conquistar el mundo. ¿Podrían impedírselo? Las naciones caerían, desnudas de defensores, campeones o vengadores con fantásticos poderes X que se les opusieran.

Un ambicioso y vengativo intelecto como el de Syndrome, aquél joven fan de Mr. Increíble que quería combatir el crimen a su lado merced a sus gadgets, quizás fuese invencible. Arrasaría.

Y, como Mr. Increíble acaba descubriendo, quizás la mayor
aventura de su vida sea la de formar parte de esta familia.
Eso contiene un inmenso valor con frecuencia desdeñado
Fresca, inteligente y divertida fusión de distintos géneros que el espectador fácilmente reconocerá, Los Increíbles es también un lúcido cumplido a los cómics de los cuales sus responsables supieron cribar lo mejor. Me sorprendió que estos Increíbles no temieran matar, llegado el caso. Cierto que, directamente, no aniquilan a nadie; están aquí para proteger vidas. Pero no caen en el estúpido de hacer un malabarismo absurdo que salvara también al villano, como en tantas historietas. Si andas mal, acabarás peor. Los Increíbles también tiene este agradable punto de madurez que la separa de las ñoñerías que terminarían perjudicándola.

No siempre todo lo igual, lo mayoritario, es bueno. Necesitamos héroes, nobles modelos de conducta que estimulen nuestro progreso. Debemos disentir con esta “moderna pedagogía” que ensalza lo mediocre y lo anodino y no avergonzarnos de nuestros talentos, especialmente cuando éstos sirven para hacernos mejores.

Vuestro Scriptor.

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