Afiche. ¿Cómo lo habría elaborado DREW STRUZAN? |
Por mor de su oficio, no es la primera
vez que PETER JACKSON traba contacto con la Muerte y sus consecuencias. En AGÁRRAME ESOS FANTASMAS efectuaba como
un borrador de esta película, pero con un importante matiz, fundamental.
En efecto: la primera cinta tenía,
además, un sesgo de comedia que intentaba acolchar el impacto de los
asesinatos. En The lovely bones (adaptación
de la novela de ALICE SEBOLD) no existe ese amortiguador. Los hechos (un hecho
en sí) son revelados de forma tan fría y desnuda como la puesta en escena de
todo el filme.
El matiz que distingue estas películas es
la retribución. En Atrápame esos
fantasmas, MICHAEL J. FOX intentaba impedir, y aun castigar, los crímenes. Incluso
aparece un esbozo del Infierno, donde el tormento es eterno por mandato divino.
Y las víctimas recibían, por tanto, cierta compensación.
En The
lovely bones no ocurre igual (como
pasa en la vida). Hasta la impresión de que el asesino, GEORGE HARVEY (STANLEY
TUCCI), pagará culpas ante un tribunal, se veda al espectador. Las víctimas
reposan en sus inadecuadas tumbas y sus expedientes policiales acumulan polvo,
enterrados por otros casos también clasificados como “sin resolver”. El Mal
triunfa en The lovely bones. Y causa
desasosegante impresión, porque anhelamos, víctimas de una injuria,
resarcimiento.
Aquí no lo busques. No importa que Harvey
escape del tribunal para, más tarde, morir desnucado en un estúpido accidente.
Es la nítida huella de desamparo manifiesta que Jackson ha filmado en esta
película lo que ofende y marca de ella.
No hay Infierno para el ladino y supino Harvey,
insignificante sujeto de blanda carcasa y aspecto inane/amistoso que oculta un
feroz y callado monstruo, siempre hambriento. A lo largo del metraje, SUSIE
SALMON (SAOIRSE RONAN) muestra un lounge
del Paraíso Prometido, moderna (acaso) concepción del Purgatorio, donde ya no
se penan pecados veniales, sólo se espera para pasar al espectáculo sin
precedentes del Cielo. La estancia ahí lo marca cómo aún quieras aferrarte a
esta vida, a sus recuerdos, y personas con quienes te sientas más unido.
En calidad de espectro (no fantasma;
ambas cosas son diferentes) que acude con cierta recurrencia a casa para velar,
como pueda, por aquellos de quienes la separaron, Susie vuelve y ve qué mal va
todo. Y su estancia en el Purgatorio, pues, se alarga.
La meticulosa trampa urdida por Harvey contiene un elemento que la hace irresistible para la confiada Susie. Eran otros tiempos; los adultos podían ser fiables. Y más, un vecino casi transparente |
Tradicionalmente (o así nos educaron) se
atribuye un castigo para todo Mal. Si la larga mano de la Ley (el Reverso
Tenebroso de la Justicia) no te alcanza, lo hará la inflexible de Dios a través
de agentes distintos y misteriosos. La Parca es el último de ellos. Y, macho,
podrás correr, pero no esconderte del Infierno, de donde no hay salida.
Falso. No hay Huerco en The lovely bones, excepto el que Susie
se impone por un muy natural deseo de justicia. Hasta sus padres, JACK (MARK
WAHLBERG) y AGIBAIL (RACHEL WEISZ), y sus hermanos, LINDSEY (ROSE MCIVER) y BUCKLEY
(CHRISTIAN ASHDALE), se edifican uno. Lo construyen a base de la necesidad por
saber qué fue de Susie, dónde reposan sus queridos huesos. En Jack, el Infierno
alcanza dantesca proporción de obsesión que, tras el definitivo rastro del
asesino de Susie, lo conduce hasta una paliza, mala y de verdad, propinada por
el matón juvenil del pueblo.
Y, al otro lado, la tierra de balsámico ensalmo. Esta cinta puede suscitar el debate sobre cómo es el Paraíso, si lo presuntamente establecido por el clero, o por nuestros deseos |
Abigail erige su Infierno con el
desarraigo y el abandono que comete escapando de su familia, que padece su
ausencia como un Círculo del Averno apócrifo a los descritos en LA DIVINA COMEDIA, donde sí surten en
abundancia de hierro fundido a todo villano.
Todos padecen infierno, salvo Harvey. Malvado,
retiene a Susie (su cadáver) dentro de una caja fuerte ante la cual se sienta
para deleitarse obscenamente de su fechoría. (Y Dios, el Juez Supremo, Mr.
Yo-Soy-La-Venganza, lo tolera.) Y pensamos: ¿qué clase de castigo merece
alguien así? ¿O sujetos similares?
Según trasluce el filme, no tienen. A
Dios, que se supone controla estas cosas, no le importa qué suframos ni en qué
medida. Expirado nuestro plazo vital, lo compensa con su fantástico Dioslandia,
el Cielo, donde todo queda olvidado… olvidado, no subsanado.
Harvey quedó "saciado" un tiempo. Pero otra vez siente compulsiones criminales. Eligió su siguiente víctima. Y comienza construir su nueva trampa tan meticulosamente como compone sus maquetas |
En la secuela de THE BOONDOCKS
SAINTS,
BILLY CONNOLLY afirma: “La paz es enemiga
del recuerdo”. Eso hace Dios (según The
lovely bones) con las víctimas: anestesiarlas a base de paz construida con
fabulosas figuraciones y así olvidan qué trajo aquí sus almas desamparadas. Moraleja:
¿le importamos un carajo a Dios?
Oh, sí. Está ahí, en la Gran Alta
Cúspide, repartiendo beneficios a los malos y penurias a los buenos, que,
tranquilo, chaval, tu recompensa espera en el Cielo. Así está prometido. Pero ¿qué
hay, Señor, del dolor soportado entre tanto? ¿Cómo (Lo) se repara?, de profundis te clamamos.
¿El Altísimo replica con una sonrisa
cretina? ¿Tiene respuesta, el Omnisapiente, o escurre el bulto, como un
político, invitándote a cualquier rutilante atracción de Dioslandia, siempre
gratis? ¿Cómo se resarcen, Señor, asesinatos como el de Susie?
Susie conoce al resto de víctimas de Harvey en el más allá. Se antoja una pobre compensación al daño infligido el que el Altísimo reserva a estas (o cualquier) víctima |
Con las demás víctimas de Harvey la
propaganda cegadora de qué chupi es el Cielo, y no te lo pierdas evocando con
amargura tu asesinato (que queda impune), ha funcionado. No cuela con Susie; al
menos, al principio. La ofensa sigue fresca. Y no se venga de la forma
proporcional como el más elemental sentido de la Justicia exige.
El mensaje que parece transmitir el filme
es que en olvidar, superarlo, en pasar página, está el consuelo. En resignarte.
Tal es el personaje que interpreta SUSAN SARANDON, una abuela alcohólica a la
que la tragedia no menoscaba pues desconectó, hace mucho, del dolor y el ahora
merced al tratamiento Jack Daniels.
No entiendo qué papel efectivo juega RUTH
CONNORS (CAROLYN DANDO) en el filme, esa muchacha introvertida que pareciera
destinada a ser el vehículo a través el cual Susie esclarece su asesinato (lo
común). Tiene un fugaz instante de importancia (cuando ve el espectro de Susie
huyendo) luego no justificada. Es una figura tramposa, a la que la trama se
empeña en dar impropia relevancia. Quizás porque terminaría pareciéndose a
Michael J. Fox, y Jackson lo halló contraproducente.
No podemos olvidar ciertas cosas. La paz
no es a cualquier precio. Y el Cielo, tampoco.
Vuestro Scriptor.
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