lunes, 27 de enero de 2014

THE LOVELY BONES — DESDE MI PURGATORIO

Afiche. ¿Cómo lo habría elaborado
DREW STRUZAN?
Por mor de su oficio, no es la primera vez que PETER JACKSON traba contacto con la Muerte y sus consecuencias. En AGÁRRAME ESOS FANTASMAS efectuaba como un borrador de esta película, pero con un importante matiz, fundamental.

En efecto: la primera cinta tenía, además, un sesgo de comedia que intentaba acolchar el impacto de los asesinatos. En The lovely bones (adaptación de la novela de ALICE SEBOLD) no existe ese amortiguador. Los hechos (un hecho en sí) son revelados de forma tan fría y desnuda como la puesta en escena de todo el filme.

El matiz que distingue estas películas es la retribución. En Atrápame esos fantasmas, MICHAEL J. FOX intentaba impedir, y aun castigar, los crímenes. Incluso aparece un esbozo del Infierno, donde el tormento es eterno por mandato divino. Y las víctimas recibían, por tanto, cierta compensación.

SUSIE SALMON, la difunta protagonista, ante un
(tierno) momento crítico de su adolescencia... pronta a
ser salvajemente truncada. (Tras ver este filme, me pregunté
cuánto el último episodio de
DEAD LIKE ME influyó en su
producción.)
En The lovely bones no ocurre igual (como pasa en la vida). Hasta la impresión de que el asesino, GEORGE HARVEY (STANLEY TUCCI), pagará culpas ante un tribunal, se veda al espectador. Las víctimas reposan en sus inadecuadas tumbas y sus expedientes policiales acumulan polvo, enterrados por otros casos también clasificados como “sin resolver”. El Mal triunfa en The lovely bones. Y causa desasosegante impresión, porque anhelamos, víctimas de una injuria, resarcimiento.

Aquí no lo busques. No importa que Harvey escape del tribunal para, más tarde, morir desnucado en un estúpido accidente. Es la nítida huella de desamparo manifiesta que Jackson ha filmado en esta película lo que ofende y marca de ella.

La inofensiva apariencia de un predador infantil, la del
Sr. Harvey, hombre un tanto reservado pero de aire inane
que guarda, empero, aterradores secretos, métodos e
intenciones. Un libro juzgado por el lomo
No hay Infierno para el ladino y supino Harvey, insignificante sujeto de blanda carcasa y aspecto inane/amistoso que oculta un feroz y callado monstruo, siempre hambriento. A lo largo del metraje, SUSIE SALMON (SAOIRSE RONAN) muestra un lounge del Paraíso Prometido, moderna (acaso) concepción del Purgatorio, donde ya no se penan pecados veniales, sólo se espera para pasar al espectáculo sin precedentes del Cielo. La estancia ahí lo marca cómo aún quieras aferrarte a esta vida, a sus recuerdos, y personas con quienes te sientas más unido.

En calidad de espectro (no fantasma; ambas cosas son diferentes) que acude con cierta recurrencia a casa para velar, como pueda, por aquellos de quienes la separaron, Susie vuelve y ve qué mal va todo. Y su estancia en el Purgatorio, pues, se alarga.

La meticulosa trampa urdida por Harvey contiene un
elemento que la hace irresistible para la confiada Susie.
Eran otros tiempos; los adultos podían ser fiables. Y más,
un vecino casi transparente
Tradicionalmente (o así nos educaron) se atribuye un castigo para todo Mal. Si la larga mano de la Ley (el Reverso Tenebroso de la Justicia) no te alcanza, lo hará la inflexible de Dios a través de agentes distintos y misteriosos. La Parca es el último de ellos. Y, macho, podrás correr, pero no esconderte del Infierno, de donde no hay salida.

Falso. No hay Huerco en The lovely bones, excepto el que Susie se impone por un muy natural deseo de justicia. Hasta sus padres, JACK (MARK WAHLBERG) y AGIBAIL (RACHEL WEISZ), y sus hermanos, LINDSEY (ROSE MCIVER) y BUCKLEY (CHRISTIAN ASHDALE), se edifican uno. Lo construyen a base de la necesidad por saber qué fue de Susie, dónde reposan sus queridos huesos. En Jack, el Infierno alcanza dantesca proporción de obsesión que, tras el definitivo rastro del asesino de Susie, lo conduce hasta una paliza, mala y de verdad, propinada por el matón juvenil del pueblo.

Y, al otro lado, la tierra de balsámico ensalmo. Esta cinta
puede suscitar el debate sobre cómo es el Paraíso, si lo
presuntamente establecido por el clero, o por nuestros deseos
Abigail erige su Infierno con el desarraigo y el abandono que comete escapando de su familia, que padece su ausencia como un Círculo del Averno apócrifo a los descritos en LA DIVINA COMEDIA, donde sí surten en abundancia de hierro fundido a todo villano.

Todos padecen infierno, salvo Harvey. Malvado, retiene a Susie (su cadáver) dentro de una caja fuerte ante la cual se sienta para deleitarse obscenamente de su fechoría. (Y Dios, el Juez Supremo, Mr. Yo-Soy-La-Venganza, lo tolera.) Y pensamos: ¿qué clase de castigo merece alguien así? ¿O sujetos similares?

Según trasluce el filme, no tienen. A Dios, que se supone controla estas cosas, no le importa qué suframos ni en qué medida. Expirado nuestro plazo vital, lo compensa con su fantástico Dioslandia, el Cielo, donde todo queda olvidado… olvidado, no subsanado.

Harvey quedó "saciado" un tiempo. Pero otra vez siente
compulsiones criminales. Eligió su siguiente víctima. Y
comienza construir su nueva trampa tan meticulosamente
como compone sus maquetas
En la secuela de THE BOONDOCKS SAINTS, BILLY CONNOLLY afirma: “La paz es enemiga del recuerdo”. Eso hace Dios (según The lovely bones) con las víctimas: anestesiarlas a base de paz construida con fabulosas figuraciones y así olvidan qué trajo aquí sus almas desamparadas. Moraleja: ¿le importamos un carajo a Dios?

Oh, sí. Está ahí, en la Gran Alta Cúspide, repartiendo beneficios a los malos y penurias a los buenos, que, tranquilo, chaval, tu recompensa espera en el Cielo. Así está prometido. Pero ¿qué hay, Señor, del dolor soportado entre tanto? ¿Cómo (Lo) se repara?, de profundis te clamamos.

¿El Altísimo replica con una sonrisa cretina? ¿Tiene respuesta, el Omnisapiente, o escurre el bulto, como un político, invitándote a cualquier rutilante atracción de Dioslandia, siempre gratis? ¿Cómo se resarcen, Señor, asesinatos como el de Susie?

Susie conoce al resto de víctimas de Harvey en el más allá.
Se antoja una pobre compensación al daño infligido el que
el Altísimo reserva a estas (o cualquier) víctima
Con las demás víctimas de Harvey la propaganda cegadora de qué chupi es el Cielo, y no te lo pierdas evocando con amargura tu asesinato (que queda impune), ha funcionado. No cuela con Susie; al menos, al principio. La ofensa sigue fresca. Y no se venga de la forma proporcional como el más elemental sentido de la Justicia exige.

El mensaje que parece transmitir el filme es que en olvidar, superarlo, en pasar página, está el consuelo. En resignarte. Tal es el personaje que interpreta SUSAN SARANDON, una abuela alcohólica a la que la tragedia no menoscaba pues desconectó, hace mucho, del dolor y el ahora merced al tratamiento Jack Daniels.

JACK, padre de Susie, intuye la monstruosa verdad tras la
apariencia anodina de su vecino. Y es un tormento infernal
que va deteriorando su vida y la de sus seres amados. Así es
de bueno Dios con nosotros: premia a los malos. Tortura
a los buenos. Y aún nos animan a "amarle"
No entiendo qué papel efectivo juega RUTH CONNORS (CAROLYN DANDO) en el filme, esa muchacha introvertida que pareciera destinada a ser el vehículo a través el cual Susie esclarece su asesinato (lo común). Tiene un fugaz instante de importancia (cuando ve el espectro de Susie huyendo) luego no justificada. Es una figura tramposa, a la que la trama se empeña en dar impropia relevancia. Quizás porque terminaría pareciéndose a Michael J. Fox, y Jackson lo halló contraproducente.

No podemos olvidar ciertas cosas. La paz no es a cualquier precio. Y el Cielo, tampoco.

Vuestro Scriptor.