Afiche: esos camiones-excavadora sí que dan canguelo. ¿Qué harían con la gente que atrapaban...? |
Los espabilados RICHARD FLEISCHER y
STANLEY R. GREENBERG saben sacar jugo abundante a ¡HAGAN SITIO! ¡HAGAN SITIO!, novela de HARRY HARRISON, ‘precoz’
anuncio de terribles carencias humanitarias al albor de 2000AD. En el libro, Harrison
describe una Nueva York (específicamente, la isla de Manhattan) saturada. Hasta
los topes de población sucia y desnutrida que no sabe cómo encarar el
día-a-día; aún menos, la jornada por alborear. Una Sociedad víctima de una
autista inercia.
En su relato (que empuja no obstante a
reflexionar), Harrison evidencia determinadas restricciones creativas fruto de
un pensamiento “conservador” e ingenuo planteamiento de la “política de las
masas”. Su relato ilustra unas apabullantes condiciones de vida tercermundistas
que la población estadounidense soporta con una estoica entereza que ridiculiza
la flema británica ante la adversidad. El autor no quiso pensar en que una
drástica desaparición de las virtudes del Estado del Bienestar arrojaría a la
gente a la calle, produciendo violentas algaradas. ‘Sus americanos’ guardan
orden y turno ante la miseria progresiva en que les ha hundido la superpoblación,
generando algún conato de disturbios más parecidos a un estéril aspaviento
colérico que a una sublevación.
Harrison estaba más centrado en el
romance entre las ruinas del viejo mundo agotado y las decadentes estructuras
del nuevo famélico futuro que ilumina su libro. Cierto momento aun induce
pensar que toda la narración está fabricada en torno a ese amorío. El resto, es
incómodo pero necesario utillaje.
Greenberg, empero, vio carnaza en el
texto, estupendas ideas que un “acomodado” Harrison no supo explotar. Descentró
la relación romántica para emplearla como una argucia que permitía mostrar a un
implacable CHARLTON HESTON de quijada encajada en un rictus decidido en alguien
capaz de ser sensible a los horribles sucesos.
Flípalo con los videojuegos de este 2022; pero a esta niña, SHIRL, mobiliario de profesión, la ponen loquita. Si viera los actuales... |
Su encarnación del detective THORN es
mucho mayor y elaborada que lo que describe Harrison de su ANDREW RUSCH,
personaje que casi parece siempre dispuesto a pedir perdón por existir. Rusch
es pequeño, acomplejado, mínimo-nimio. Intrascendente. El corrupto Thorn toma
al mundo por la pechera y le vacía los bolsillos sin escrúpulos.
Trisca por los desechos del atestado
Manhattan en pos de un fin del día algo mejor que el comienzo. Es digno
exponente de la dramática rotación que la figura del Héroe había dado desde
comienzos de Década 70, la cual creó pesimismo por el futuro. La idea de que éste
en verdad iba a fracasar estrepitosamente, sin remedio, aferró al colectivo. No
eran ya augurios oscuros en libros aislados. Era certeza. Y la encarnación del
“salvador” distaba apenas de la del villano.
Los tradicionales estándares surgidos del
fin de la Segunda Guerra Mundial estaban deshilvanándose. El titán, Norteamérica,
recibía una paliza, mala y de verdad, en Vietnam, impensable y más dada la
entidad del enemigo: en inferioridad de medios ante todo. Resintió su poderío.
La crisis del petróleo mostró, al mundo habituado al despilfarro, que todo se
agota. Y un planeta que pensaba que la materia prima no tenía fin y podía
derrochar cuanta cantidad quisiera, empezó a reconsiderar opciones.
La ‘desmitificación’ se agudizó en las
producciones de ciencia ficción, trocadas como nuevos y siniestros arúspices del
Tenebroso Mañana-Mañana. Desde la pantalla de plata, Heston/Thorn amputaba
sueños: Olvídate de las rutilantes naves BUCK
ROGERS y las Princesas de Marte,
tío. Del Planeta
Prohibido con serviles robots como metálicos reclamos MICHELÍN. Te espera esto: un rapaz
empobrecimiento de tus condiciones de vida. Lupus
homini lupus: frase que engloba y describe Soylent Green.
Inmundicia, masificación, carencias... en el corazón de la llamada potencia más poderosa de la Tierra. ¿Cómo estarían en países mucho más pobres? |
El cuento de hadas futurista estaba muerto
y Soylent Green no era el único en
decirlo. Década 70 ofrecerá cintas distópicas como LA FUGA DE LOGAN, NUEVA
YORK, 2012 o el primer MAD MAX,
que reproducirán sin tregua esa acentuada desesperanza. Con STAR WARS, GEORGE LUCAS dará un épico
respiro, pero no logrará completamente zafar al espectador del presentimiento: Mañana todo irá un poco peor.
Soylent
Green aprovecha (casi)
al máximo las propuestas no desarrolladas por un ‘timorato’ Harrison. Es aún
posible pensar que Greenberg y Fleischer se dirían: Pero ¿no estaba viéndolo
Harrison? Ante la situación límite que describe su novela, ¿no comprende que la
gente sucumbiría al canibalismo? Sería de esas leyendas urbanas “infundadas”
presentes en las conversaciones. Cosa que Rusch no querría indagar por miedo a la
verdad. Pero ahí estaría. Y tanta gente apiñada APIÑADA, ¿no extendería
velozmente epidemias imposibles de atajar por falta de medicamentos?
Shirl logra arrancar la hostil capa externa de Thorn, que se entrega a placeres apenas soñados por él. Un poco de romance en medio de una desesperación generalizada |
Ellos tampoco barrenaron en esto; supongo
que con lo que tenían previsto hacer con las galletas verdes, el espectador iba
ya pertrechado camino a casa. No obstante, el desgarrador alegato final de
Thorn en la iglesia, resaltado por la foto fija de su mano ensangrentada
extendida como suplicando socorro al Altísimo, se disuelve ante la muelle moral
de un mundo situado al borde por la hambruna persistente. De acuerdo: no
ingerimos Soylent Green pues está
hecho de cadáveres: ¿qué comemos, entonces?
Vaya forma salvaje de terminar con manifestaciones y tumultos. Que no tomen nota, los de hoy día |
La película asegura que los océanos se
secan; sin plancton, no hay peces. ¿Qué queda? Gente, dado que todo lo demás se
ha agotado, o a punto está. Habría conatos de rechazo-y-repugnancia, ajá, sí,
pero cuando apretase el hambre… Su inexorable lógica…
La gente lo aceptaría, y al cabo de poco,
¿lo encontraría normal? No sé hasta qué punto, empero, jalarte a tu abuelo
transformado en galleta mutaría el pensamiento global, forzaría el cambio, la
evolución para recuperar lo que hubo tras esta crisis. ¿O el personal alzaría
los hombros, se adaptaría, y empezaría a servir directamente carne humana en el
menú? Están muertos. El Gobierno nos la proporciona mediante Soylent Green. ¿Por qué Chez Moritz no va a poder, pagadas las
correspondientes tasas?
El concepto del reciclado en su más elevado extremo; una forma novedosa, ingeniosa, de canibalismo y solución del problema de alimentación del populux: Soylent Green |
Soylent
Green evidencia lo que
un libro “con posibles” puede ser cuando le aplican algo de oscuridad a la trama.
Novela y película son muestras, también, de cómo un pensamiento en torno a un
planteamiento concreto se modifica en pocos años. De qué forma las carencias
endurecen a las Sociedades, que van perdiendo un inocente candor de boy scout para abrazar una voracidad egoísta,
reflejo de sus carencias y apetitos que deben ser satisfechos como sea.
Vuestro Scriptor.
También en: http://spnkgirl.blogspot.com.es/
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