Afiche foráneo. A vueltas con la gloria. Filme intenso, épico, que aprovecha al máximo los recursos computarizados |
Si FRANK MILLER se tomó ‘licencias
creativas’ para delinear su reconstrucción gráfica del suceso histórico de la
Batalla de las Termópilas, Zack Snyder, y guionistas asociados, amplían la
brecha con lo dibujado y lo histórico asignando mayor papel protagónico a GORGO
(LENA HEADEY), reina y esposa del combativo LEÓNIDAS (GERARD BUTLER),
intrincándola en una conspiración que pretendía allanar el camino de JERJES
(RODRIGO SANTORO) en su aspiración de conquistar Grecia como previo trámite rumbo
al corazón de Europa.
Snyder sirve un plato fuerte de escenas
de acción en las que juega con el escorzo y la violencia, dotándola de
atributos maravillosos que cautivan la mirada. Hace la violencia agradable. Aceptable
recurso, muy válido, para dirimir cuestiones, no consecuencia de una
determinada situación que ha degenerado en una efusión de sangre y muerte.
Es evidente que, cuando narras un
episodio histórico tan bizarro como el de las Puertas Calientes, en una época
donde el esfuerzo muscular empleaba herramientas carniceras para garantizar
tanto tu supervivencia como la victoria de tu bando, no puedes andarte con
remilgos.
Un joven LEÓNIDAS recordará este episodio de su prueba de madurez para contener al lobo persa |
Antaño, las batallas filmadas (EL LEÓN DE ESPARTA) carecían de esta “garra”
de sangre y mutilaciones. Por tanto, quedaban insinceras.
Se apelaba, para justificar esto, a algún
código de censura, al que esto podía inspirar a cometer actos violentos,
corromper la tierna edad de la inocencia juvenil. Como si el Hombre necesitase
pretextos para desatar la ferocidad de su corazón.
Ocurre que, al prohibir, o moderar
hipócritamente, la agresividad visual (cine, cómic), la idea que se transmite
es que la violencia no tiene efectivas consecuencias traumáticas posteriores.
Puedes ir por la vida tranquilo, sabiendo que, llegado el caso, un estallido de
violencia permanecería en lo visto en algún telefilme. Tanto la caja tonta
encajona nuestra percepción de la realidad.
Adiós. Al estilo espartano. Un fallo histórico: las espartanas llevaban minifalda. Pero lo que cuenta es la guerra a narrar |
La verdad llega entonces, impactando con
toda crudeza, sin adornos. Las balas causan considerable estrago; las bombas
despedazan el cuerpo de modo jamás visto en la TV; el napalm lleva su Fuego
Infernal hasta el mismo tuétano. Generaciones de chavales, convencidos de que
un balazo duele lo justo (¿cuánto es eso?), y que un bombazo sólo rasga la
ropa, no te desmiembra, veían aterrados qué efecto la guerra real tiene en la
carne. Cómo se rompe, sufriendo tremendo trauma y terror. Dolor inimaginable.
En el angosto paso, una defensa así de férrea logra frenar la feroz acometida de las legiones persas |
Snyder ahora va al otro extremo. Convierte
lanzazos y amputaciones en algo hermoso. No resultado de la batalla que se
desarrolla con las armas de aquella remota época. Actores culturistas casi en
cueros corren por el escenario empalando al enemigo, mutilándolo o
decapitándolo, rugiendo una risotada salvaje que tiene poco que ver con la
liberación de adrenalina debida al estrés de la situación. Es sadismo. La
recreación de lo oscuro de cada cual en todo tajo dado.
Y glorificado por el elocuente (y poco
lacónico, rasgo característico de la naturaleza espartana) alegato bélico de
DILIOS (DAVID WENHAM), que ensalza tantas cualidades del combate como puede.
Consecuente discurso, empero, con una Sociedad belicista que entregaba todos
sus hijos a una rígida disciplina marcial que devoraba toda otra aspiración,
intelectual o moral, creativa, del sujeto.
Fuerzas que no sólo apelan a su empuje muscular para vencer. Pero los espartanos superan esta dura acometida |
Llama sin embargo la atención el contexto
histórico que origina la batalla. Sin parar nos dicen que luchan por la
libertad, la justicia, la razón. Que Jerjes pretende convertir toda Grecia en
vasallos/esclavos suyos. Noble empeño el mostrado por espartanos y arcadios
aliados de oponerse a la tiranía y el yugo persas.
Pero ¿no debían, primero, haber liberado
a sus propios esclavos? Estaban sacrificando sus vidas por la consolidación de
unos ideales muy elevados (quizás los más altos que podamos concebir), mas
luego no los imponían en sus polis. ¿No empieza la decencia por uno mismo?
Devuelven la atención de la lluvia de flechas con combates cuerpo a cuerpo que SNYDER hace hasta elegantes |
Veo bastante disonantes las escenas de
retaguardia que atañen a Gorgo. En especial, su poco convincente y forzado
parlamento en el ágora lacedemonia. (Al parecer, desde BRAVEHEART, debe haber una secuencia similar, de llamamiento
patriótico, en toda película de corte “histórico” que se respete.) Adviertes
qué pillado por malos pespuntes está todo eso. De escaso contexto. Bulto como
la giba del deforme EFIALTES (ANDREW TIERNAN).
Hum... La ambigüedad de esas expresiones... la postura... |
Miller entregó el proyecto limpio. Cada
página, el pulcro storyboard que Snyder
podía seguir fielmente. Pero, quizás por un afán excepcional de espectáculo
(está el público tan impregnado de Play
Station, tan necesitado del exceso Exceso EXCESO, sin reparar en su
ilógica), o de propia notoriedad, que desarrolla secuencias inexistentes en la
novela gráfica, bastante al remedo de GLADIATOR
y EL SEÑOR DE LOS ANILLOS.
No creo, sin embargo, que esto deba
suscitar encendida protesta. ALAN MOORE tiene más sobrados argumentos de indignación
tras ver qué masacre sufrió su LIGA DE
LOS EXTRAORDINARIOS CABALLEROS, otro documento listo para plasmar tal cual
y que se desbordó, poco agradablemente, en pos del espectáculo paralizante.
El rugido postrero del león de Esparta. Otro fallo histórico: Leónidas ya había caído cuando se produce esta escena. Pero queda bastante chula la secuencia |
En todo caso, Snyder ha cumplido. Está
incrustándose, por méritos propios, entre la lista de nuevos realizadores ‘con
posibles’ para magnos proyectos. Veremos si termina cumpliendo la predicción.
Vuestro Scriptor.
También en: http://spnkgirl.blogspot.com.es/
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