Afiche alegórico. El lastre que carga el supuesto JOHN CARTER es el que se ha cargado la franquicia |
ANDREW STANTON dirige una amena película
de aventuras ocurridas en otro planeta, sembrado de asombrosos y diferentes
parroquianos sometidos a sus particulares reglas y leyes, con ciertos sesgos
con las nuestras. Pero no una cinta que concuerde, al menos excesivamente, con
los relatos de EDGAR RICE BURROUGHS.
Y esa sensación, de forma subconsciente,
aun para los no ‘iniciados’ en las fantasías barrocas de Burroughs sobre el
decadente Barsoom, al filo del fin que prolongan sin proponérselo, ha sido la
que noqueó en taquilla una superinversión basada, esencialmente, en una
fastuosa CGI.
Los “entendidos” en Barsoom encontramos,
para empezar, deficiente a este John Carter (TAYLOR KITSCH). Stanton ha filmado
la vida de un hombre quemado y sin ilusiones que padece un flagelo similar al
del JOSIE WALES de EL FUERA DE LA LEY
de CLINT EASTWOOD (¿una especie de desacertado guiño?), añagaza sentimentaloide
que, en esta costosa producción, se ha mostrado del todo/completamente perniciosa.
John Carter descubre que en las graves planicies marcianas también hay indios, como los que abatía en los páramos americanos. Pero altos, verdes y con muy mala uva |
John Carter, dixit Burroughs, era un activo aventurero de pasiones volcánicas
siempre listo a quemarse la mano movido por un insensato “a ver qué se siente”.
El de Stanton va a tumbos. Carece de la energía audaz, temeraria, del Carter/Burroughs.
Es timorato.
¡Han adaptado LAS GRAVES PLANICIES pero sin su sentido paródico ni el generoso
rol de poderosos héroes pulp (lo que
llamo POSTÉPICOS) y el riesgo de
innovar! ¡Mola!
Poderosa HI/TECH alienígena que no servía para curar la galopante desertización de su planeta natal. Incongruente |
Es ese dramón, y la falta de talla física
notable, como retrata Burroughs a John Carter, lo que desaliña el resultado
ofrecido por Stanton. Estoy convencido de que, de no tener un antecedente
previo, John Carter de Marte habría
sido una singular space-opera/western
capaz de concitar interés. Pero tiene raíces, y a todas ha defraudado.
La película entrelaza, un tanto al
descuido, las dos primeras narraciones habidas. Aquí, como si de por sí UNA PRINCESA DE MARTE no tuviese tralla bastante,
buscan aumentarla con esa enigmática fuerza “regente” de Marte, en la sombra,
que por un motivo no bien explicado está agostando Barsoom, para luego expoliar
la Tierra.
"Oye", dice XENA, dijo DEJAH THORIS, "¿tú no salías en HÉRCULES? Te pareces un huevo". Una especie de CONAN raquítico, más bien, nos han servido en vez de John Carter |
No sé si es una ocurrencia para darle
carácter de apoqueclipse al guión y
volverlo más trepidante, pretexto para explicar por qué Barsoom muere (lo de
una gigantesca ciudad ambulante me parece desatino; y más, en un planeta tan
belicosamente habitado), o especie de analogía de la crisis ecológica que esboza
nuestro mundo. Con la salvedad de que los magnates que derrochan nuestros
recursos son títeres de entes alopécicos extraterrestres que persiguen la
entropía cósmica total, no amasar riqueza. ¿Están exculpándolos, o qué?
La cinta está manifiestamente coja. El
espectáculo está llevado con temple e instinto, pero sin energía ni emoción.
Este John Carter tiene un bajísimo perfil épico. El heroísmo, inherente al
icono literario, afán que lo espolea implacable, es una roña que este John
Carter elude cuanto puede, víctima de esos miedos dramáticos que abruman su
existencia.
Un forastero acabará siendo guía y líder. El rollo mesiánico una vez más en acción |
Tampoco el plantel marciano (exceptuando
las criaturas generadas por computadora) motoriza la imaginación. La DEJAH
THORIS (LYNN COLLINS) descrita en los textos como una resplandeciente e
incomparable belleza por la cual los hombres (rojos) matan y mueren sin
vacilar, no luce ese atractivo embrujador. Es suerte de XENA, PRINCESA GUERRERA, con algunos atributos costosos debido a la
magnitud de la producción.
Toda ella encarrilada en rieles marca DISNEY que evitan el exceso (en todo
sentido) para procurar agradar, sino a todos, sí a los señores de las etiquetas
censoras que, adjudicándole una elevada calificación “por edades”, limitasen la
audiencia. Mermasen, pues, la recaudación.
El diseño de producción, desde luego, es excelente; quizás el principal atractivo de lo que prometía ser un electrizante filme de aventuras interplanetarias |
Este John
Carter merecía un director más cafre y una productora con ánimo de riesgo. Disney ha laminado todos los elementos
eróticos presentes en los libros y que les dan sal, especialmente notorios al
pensar cuánto se escribieron y a qué presunto público, en principio, se
destinaba.
Ha subvencionado un péplum marciano con trazas steampunk
para gratificar la vista confiando así prender el deseo de secuela. El
vestuario lo delata. Pero hasta el admirado BEN-HUR
de WILLIAM WYLER tiene más energía y carácter que este relato, firmado por
Stanton. De nuevo, lo planteo: un regidor distinto, más versado en relatos de
“superación y supervivencia”, y una productora sin miedo a la polémica,
formando alianza “desesperada” por hacer la película que les inmortalizara,
creo que habría dado un resultado más apreciable que éste.
No sólo se adentran en lo más remoto de Barsoom; también en la más intrincada conspiración para abatir mundos que se pueda imaginar |
Algunos filmes, sin llegar a “dar la talla”,
son sin embargo agradable alternativa a una tediosa sobremesa. John Carter de Marte vale para un par de tales ocasiones. Desinteresa el drama de Carter. ¿Qué sucedió? ¿Per se un hombre no puede lanzarse a la Gran Aventura de las Tres
Mil Millas (aun marcianas) para ganar un reino y su princesa?
¿Dónde quedó la audacia pionera
norteamericana? ¿El héroe debe estar marcado por la desventura mayúscula para poder
empezar de nuevo? Tan poco convincente es este John Carter que hasta su
“pasión” por Xena, digo, Dejah Thoris, aparece hueca, falsa, insincera.
Lástima. Tanto buen material, así derrochado.
Vuestro Scriptor.
También en: http://spnkgirl.blogspot.com.es/
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