lunes, 5 de enero de 2015

FLASH GORDON (ETAPA ALEX RAYMOND: 1934-1942) — WE SING OF ARMS AND HEROE´S

Todo esto sale de las viñetas en estos cuadernos recopiladas.
Las posturitas de falso dramatismo venían de serie
Un repaso a las célebres páginas pulcramente ilustradas por Alex Raymond, así como un análisis realizado desde la perspectiva de otras obras, parecidas, similares, o sólo aparecidas después, junto a un cítrico sentido de la realidad y la Historia, permite ver que el hidalgo de los espacios avecindado en Mongo, Flash Gordon, virtuoso jugador de polo, es un engranaje de la Propaganda que empleó el Gobierno norteamericano en beneficio de la causa que pretendía devolver la democracia a Europa, una vez hubiera pateado los culos nazis (y de nipones imperialistas)  hasta sus sepulturas.

Mongo resulta ser un parque de atracciones de lo más
completo... y peligroso. Lo dirige MING, el calvo amarillo
Pero parece que no siempre fue así; al principio, el ario Gordon, refinado de toda una serie de virtudes y valores que se suponen inspiran y contienen al estadounidense (lealtad, valor, sentido de la justicia, capacidad de sacrificio…), es víctima de un secuestro que le dispara contra un planeta errante que amenaza impactar contra la Tierra. Lo acompañan DALE ARDEN, un bibelot con trazas de BETTY BOOP (por entonces) y otro estereotipo (de científico loco): HANS ZARKOV, quien ha ideado un plan para evitar la brutal catástrofe.

¿El plan? Mandarle a él a “negociar” contra la masa errante para impedir nos destruya. Pero, bueno, eso son insignificancias para poner “en órbita” la idea principal: ¡¡acción!!, una saga exótica de aventuras en tierras “nunca vistas” que articulaban fantasías previas como BUCK ROGERS, BRICK BRADFORD y el campeón de todas ellas: JOHN CARTER de Barsoom.

Y en cuanto a nativos, ¡la repera! A cuál más exótico. Pero
poco debían durar en esta producción fantabulosa espacial
Así, inmediatamente Gordon & CÍA son manipulados por criaturas extravagantes y singulares que los zarandean de acá para allá para deleite de reyezuelos locales o peor: del tirano MING, déspota achinado que refleja el miedo norteamericano al Terror Amarillo, instaurado bien pronto en su producción de ficción.

Flash Gordon, por todo esto, nos permite suponer que fue una serie tramada, más que en pos de la evasión o el aprovechamiento de espacios fantabulosos que otros no supieron explotar con más éxito, para la Propaganda patria. O le inyectaron esa intención. Según el Terror Nazi, telón final de fondo de todas estas vigorosas viñetas de camaradería y prodigios, iba volviéndose rampante, Flash va encarnando más virtudes de fortaleza/resistencia norteamericanas contra una amenaza que se cernía del mundo.

El estilo "principiante" o "tosco" de ALEX RAYMOND fue
ganando grandes cotas de pureza según la serie avanzaba
y evolucionaba a calcar situaciones de nuestra Historia
No obstante, “entre guerras” quedaba aún espacio para brindar al cándido lector de Década 30 escenarios espectaculares que, conforme la serie avanza hacia Década 40, menos extraños, alienígenas, se dibujan. Esta terraformación afecta a las estrambóticas razas, estilo EDGAR R. BURROUGHS, de los HOMBRES LEÓN, HOMBRES HALCÓN, hombres-lo-que-sea, que dejan de aparecer.

El núcleo esencial de la vistosidad de Mongo (planeta que se antoja situado sobre plataformas, interconectadas sus naciones por puentes, más que esférico, y cuya errante entidad termina apenas Flash, Dale y Zarkov se domicilian en él), una pluridad de razas imaginadas un tanto a golpe de ocurrencia súbita, se amalgaman en una estructura racial humana. Y, si es imposible armonizarlas con nuestro canon de VITRUVIO, cesan de aparecer.

Flash, un hombre siempre al borde de la muerte y el
"continuará", poco sería sin la ayuda de ZARKOV... y el
incondicional amor de DALE ARDEN,
bibelot
Aun Ming, que primero era verdaderamente tirano amarillo, suerte de caricatura del chino, según ha perpetuado el grafismo, empieza a tener una tez rosada caucásica muy saludable. Se vuelve estilizada silueta prusiana con elegantes casacas decoradas con el sigul solar, conservando sin embargo algunos “atributos” de su “ascendencia” asiática que, según detona 1940, se evaporan finalmente. Los freaks no tienen cabida aquí.

Por otra parte, Flash Gordon es un personaje arrojado a la palestra de la evasión (y el empleo patriótico de la Propaganda, menos colorido que CAPTAIN AMERICA) sin que tengamos la menor referencia biográfica suya clara.

Otra muestra del alto grado de arte que alcanzó Raymond
Ignoramos de dónde sale su prodigioso uso del sable, la habilidad superior de atleta que avergonzaría a su contemporáneo DOC SAVAGE, dónde adquirió la diestra mesura de estadista que suele mostrar, aunque su política recuerda bastante a la del “palo en alto”. Es un metrosexual “a prueba de tentaciones” que inmediatamente despierta las avideces de las vampiresas de Mongo, opuestas a la cándida, fiel y virginal Dale Arden, otrora trofeo codiciado por la lujuria desbocada de Ming.

Se ilustra a Flash como espejo de hombres, nobles y reyes, en la mejor tradición de la Caballería artúrica; es plebeyo que instruye a todos los monarcas, hombres o mujeres, de Mongo, sobre cómo gobernar. Trasplanta exitosamente el ideal pregonado por SUPERMAN (“la verdad, la justicia y el estilo de vida norteamericano”) a esos distantes pagos estelares.

Una ironía sangrante: mientras Flash barría del
cielo émulos de cazas nazis, Japón aplastaba
Pearl Harbor en la vida real
Lo cierto es que todo eso andaba improvisado por el tándem de autores tras las proezas. Había que producir Producir PRODUCIR y todo valía, y si encima echamos una mano a la patria en tiempos procelosos, ¡mejor! Y ahí ha quedado, Flash Gordon: icono de la ficción-a-ocurrencias que ha perdurado en la memoria colectiva (al menos, de los que amamos las historietas) y buscando, con arrojo galante, en otros formatos forma de legar y vivir, imprimir huella cara a la posteridad.

Vuestro Scriptor.

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