Ya está: los niños ven esto, y se hacen pipí de ansiedad por ver las calaveras |
Sin entrar en prolijo detalle, comento la
infortunada revisión del personaje creado por ROBERT E. HOWARD y que, en Década
80, conoció una notable adaptación para la gran pantalla a cargo de JOHN MILIUS.
(Y una secuela menos lucida, de aspecto barato y apresurado, como la BSO de
BASIL POLEDOURIS preconiza).
Esta sucesión de macarradas hace mejor (no excelsior!, desde luego; es imposible) CONAN EL DESTRUCTOR, que siempre tiene algo que sigue empañándola. Su factura
menos cuidada, el guión que semeja desechos de historias destinadas al cómic
ensambladas de algún modo afortunado/coherente, la falta de un villano poderoso
y carismático, ese mensaje social/político/religioso que impregnaba la versión
Milius, aproximación al “mito” respetuosa y “personal” que podía ser
universalmente gozada.
El “nuevo” Conan tiene textura de tebeo infumable, para empezar, y está
amontonado sobre una sucesión de inútiles y absurdas masacres sanguinolentas
que empuercan de sangre porque sí. Su realizador consideró que salpicar hasta a
los del gallinero era manera de garantizar su adhesión y arrancar una
exclamación estilo: “¿Has visto? ¡La
hostia! ¡Qué hostia!”, unos espadazos soberbios y persecuciones a caballo/a
carromato que estalla como uno de esos habituales furgones de THE A-TEAM,
aunque aquí los sicarios, tras no sé cuántos giros en el aire y brutal trompada,
no salen agitando la cabeza en plan “¡pa
habernos matao!”. Aquí, la diñan. Cruelmente, además.
A ver: ¿por qué deben matarle al padre para salir al mundo? El Conan de HOWARD lo hizo de motu proprio. Qué manido tienen los americanos esto del argumento-por-venganza |
Otro ejemplo de lo maduros que somos y
que no nos andamos con tonterías.
Para ¿qué? ¡La tontería suprema es el
argumento! ¿Qué puede esperarse, pues? Eso: una sucesión de estupideces. Presentan
a los cimmerios (¿o son cimmerianos?) como una especie de lacedemonios de las
tundras con más tonterías tribales que el armario de un hippy y una sensación
de misticismo huero que, la verdad, a señores ya creciditos les parece las
mayores imbecilidades concebibles en lo que se estima una producción de
dinero/calidad.
Ahí está RON ‘HELLBOY’ PERLMAN de sumo
sacerdote/THULSA DOOM/papa de esa extraña religión herrera de los cimmerianos
(¿o son cimmerios?), ¡y custodio de un fragmento de una feísima máscara estilo
ALIEN que se supone otorga poderes nefarios supremos! Thulsa Doom buscaba el
Secreto del Acero; este villano, lo de todos los megalómanos gilipollas: dominio
omnímodo a través del sadismo. El tirano definitivo.
Thulsa Doom obtuvo poder de manera
elegante; manipuló sabiamente a las masas perdidas (mensaje que Milius lanzaba
sobre la juventud desnortada tipo PATTY HEARTS, lista a seguir sin reflexión a
todo gurú podemista/populista que
cuente lo que quieren oír, culpando a los demás de sus fracasos personales)
mediante un laberíntico mensaje de corte profundo y trascendental.
El malo; ganó el puesto porque el guión lo exigía. Tiene una niña yonqui que no se lava nunca |
Este malo, uno de esos tantos despojos de
producción MARVEL que preñan las
páginas de Conan,
histérico/histriónico malcarado, quiere la máscara/alien para resucitar además
a su esposa, bruja también derelicto de esas páginas, y entrambos traer la
perpetua oscuridad a la Era Hibórea.
Tiene una hija en plan MORGANA LE FAY; deben
irla mucho las discos extremas, pues disfruta arañando al personal con sus uñas
metálicas. Intentan establecer un paralelismo entre ella y Conan, de edad
equivalente, pero con distintas ‘facultades’.
Esa es la buena; es una pura-sangre o no sé qué. Pensé estar viendo BLADE y la conjura con los nósferos de elite |
La idea, lo admito, propone. Y supongo que debió ser el argumento secundario que
auxiliase al principal cuando diese muestras de fatiga. Pero ya digo, estábamos
de majaderías sangrientas (la lucha contra las momias de arena no tiene más
sentido que mostrar qué mandobles suelta JASON MOMOA), y la idea murió al poco
de nacer.
Momoa tiene el aspecto oscuro-granujiento
de un Conan de tebeo basado en el
diseño de FRANK FRAZETTA luego estandarizado por JOHN BUSCEMA. Más allá, no ha
entendido al personaje, así se haya leído todo lo escrito por Howard e
ilustrado, con mayor o menor acierto, por ROY THOMAS y adláteres. Se ha
limitado a encarnar a un bandolero salvaje que puede matar indiscriminadamente
porque es un bárbaro y vive en una era quasiprehistórica, y ronda todos los
chiringuitos playeros decadentes en pos de guayabas receptivas a los brutales
encantos de sus desarrollados bíceps.
CONAN y su compi jamaicano; se ve que en la Era Hibórea, para buscar ligue, no debías ir aseado, sólo ser brutal y buen masacrador |
No tiene meta; no es ese Conan con aspiración
monárquica. No ha merodeado el ancho mundo que BÊLIT le indicó existía. No ha
conocido ese apasionado amor. Es arquetipo de un bruto violador violento que roba
cuanto quiere cuando quiere justificado por su origen bárbaro y destinado al
consumo no de espectadores como el que esto escribe, o los que usualmente lo
leen; sino de una caterva de adolescentes con los ojos pixelados a videojuegos que
encuentran aceptables personajes tan negativos.
Una
adolescencia sin cultura, volátil, deleznable, que acogerá este Conan con agrado, desconcertándoles la
versión Milius. No es sangrienta. Y
sólo cuenta eso: hemorragias.