jueves, 5 de noviembre de 2015

ALAN MOORE — REMEMBER, REMEMBER…

ALAN MOORE, colosal, gobernando todos los vientos
de inspiración en el alto cielo, inigualable para todos los
purriosos de mierda que pululan por ahí haciendo cómic
…cuando era escasamente conocido. No pretendo competir, con mis pobres conocimientos al respecto, con ALEJANDRO BARBA, experto en la materia, y cuyas extensas nociones sobre el Dios Demonio de Northampton, expuestas en su elaborada biolocalización (libro recomendable por los cuatro costados), pueden derrotarme sin problemas. Además, sería “discusión” que, a ambos, nos resultaría bizantina; deseo, más bien, realizar mera apreciación personal ofrecida desde la perspectiva que me otorga la experiencia y la (avanzada) edad.

Ahora, ¡aclaman! a Alan Moore como al fenómeno revolucionario de la Historia de la Historieta que es. Pienso que, últimamente, no tanto como durante Década 90 y parte de Década 00. Pero sigue ahí, gobernando todos los vientos de inspiración según transitan el alto cielo de la creación. Figura controvertida, sostiene un desafiante pulso tenaz contra las majors (MARVEL COMICS, DC COMICS) cuando los demás estamos obligados a tributarles vasallaje porque, qué queréis os diga: imponen la pauta.

La obra que le hizo archifamoso, texto
controvertido por sus precuelas... y
secuelas
Las independientes de cierto renombre aguantan el tirón, aunque carecen del vigor, constancia, alcance, legado, de las citadas editoriales. Lo verifica qué éxito obtienen sus adaptaciones cinematográficas.

Conocí la labor de Alan Moore a finales de Década 80 (cuando también me aficioné a JUDGE DREDD); me prestaron WATCHMEN, quedando enseguida prendado de la psicología y profundidad de personajes y situaciones. Rompía la infantil monotonía de los cómics Marvel a los que estaba habituado (ahora que los releo, gracias a la prolija compilación de la BIBLIOTECA MARVEL —denostada por los “expertos” [expertos; sí, jaja]—, los valoro muchísimo más; desgraciadamente, también veo más mayúsculos sus defectos, merced a mi bagaje cultural),  creando inquietudes inesperadas.

En el fondo, hacía lo que MICHAEL MOORCOCK con el sword and sorcery mucho antes, vaya, y cuyas novelas también por entonces empezaba a conocer, apreciar, respetar. No todo era blanco y negro; existían matices, extensas zonas de grises, que permitían inducir tanta duda como desconfianza sobre la calidad del héroe o el villano.

Después "llegó" este documento
apócrifo sobre urbanidad ácrata,
aunque fue concebido antes
Sí. Entonces, Moore era desconocido. Los lectores de cómics españoles jalaban SPIDER-MAN o X-MEN, disfrazada traslación de la persecución judía y la Diáspora. También silabeaban algo de LOS 4 FANTÁSTICOS, LA MASA o EL HOMBRE DE HIERRO. Y, claro, CONAN. (Aparto adrede la referencia patria, encabezada por MORTADELO Y FILEMÓN.) Estaba despuntando ese chaval rompedor, FRANK MILLER. Pero no os creáis (como ocurre ahora) que una vorágine de lectores devoraba a Moore, como muchos pretenden que fuese. ¡Qué va!

Un puñado mínimo-nimio conocíamos, y apenas extensamente, la literatura de Moore. Me enganchó con V DE VENDETTA; fue lo primero suyo que adquirí, y luego, todo cuanto devino merced al estreno del BATMAN de TIM BURTON. Pero repito: sólo unos pocos apasionados disfrutábamos de su trabajo. El resto era la masa bulbosa y vocinglera de los mutantes y Spidey. Por el horizonte ya asomaba SON GOKUH. Los días del mainstream parecían contados. ¡Qué vehemencia, la del manga!

Pero ha sobrevivido; el mainstream triunfa. Y me alegro. Es lo nuestro. Occidental. No niego disfruto leer un buen manga, pero los exacerbados mangakas me hicieron elegir firmemente la producción del Sol Poniente.

Las adaptaciones de sus historietas al
cine no carecen de controversia. Las
detesta; malogran su concepción
Hoy día, y exceptuando por ejemplo a Alejandro, puedes leer a muchos “exégetas” de Moore. Empero, ¿dónde estabais, entonces? Adviertes que se han apuntado a su movida recientemente. Por impulso esnob. Mola decir que “ya leía a Alan Moore en la guardería”, ¡cuando anteayer le conociste! Es la pose estética. Estar en sintonía con el auge caprichoso de la novela gráfica, elegida por las “elites” culturales veleidosas como nuevo culto, transformando al nigromante de las viñetas Moore en bibelot de adoración pagana que podrá ser despeñado tan pronto como le han ¡aupado! a la cumbre esas huestes de ignorancia exclusivista.

Y eso me irrita: la postración idólatra de ignaros veletas que nada saben, comprando lo que sea si tiene su nombre estampado en la cubierta, pero que luego, salvo atesorarlo en la bolsita antientrópica, todo lo desconocen. No lo leen. Adoptan la postura intelectual durante la conversación: Ah, sí, Alan Moore. ¡Hombre! El de LA BROMA ASESINA. Cojonuda. Pero, le barrenas: ¿de qué va? Si titubea, tartamudea, acabas de pillarle. Ni la ha hojeado. Empero queda de puta madre magistral decir: ¡Alan Moore! Ese hombre. Resplandeces como moneda de reciente cuño.

"Lo último" parece distar bastante de lo
trascendental de los comienzos
También dentro del cómic hay mucho mamarracho que, aunque lo haya leído, no le ha leído. Porque una cosa es leer, y otra, comprender lo leído; como es distinto ojear que hojear. Pueden discursear sobre Moore, mas ¿le han entendido? ¿Ves? Ponen esa cara.

Moore parece haber colgado la túnica del profundo nigromante supremo de las viñetas para desarrollar conceptos más elementales, qué curioso, persiguiendo una elegante evasión sin complicaciones (TOM STRONG), aunque impregnada de sus resabios creativos, más que seguir elaborando las gigantescas arquitecturas del pasado. Empero no puede impedir hacerlo así: a lo grande. Es Alan Moore. Genial.