jueves, 26 de noviembre de 2015

GRU, MI VILLANO FAVORITO — RECUERDOS DE FCO. IBÁÑEZ

Afiche con notable recomendación
Destacando que este filme de animación por computadora procede de un concepto creado por un compatriota, es evidente que tenemos una poderosa cantera de talentos languideciendo en la sombra e incapaces de desplegar todo su genio por culpa de la envidiosa cortedad que suele caracterizar a nuestra Sociedad y entes culturales.

Cuanto no sea el marujero y el futboleo, aquí carece de interés, salvo cuando nos ataca el virus sacramental semanasantero, y los comecuras del resto del año se vuelven los más devotos capillitas habidos y por haber. ¡Viva la hipocresía!

El repaso atento a los fotogramas de esta inteligente y simpática producción, al nivel de lo que nos tiene acostumbrados PIXAR (aunque otras major, como DREAMWORKS, ofrezcan también talentosas producciones encomiables —SHRECK—), sembrada de aciertos y emotividad, que no falte, es que procede del hilarante Universo que Francisco Ibáñez ha ido construyendo, durante décadas, en las viñetas de MORTADELO Y FILEMÓN. Gru, mi villano favorito tiene un regusto a historieta de los disparatados agentes secretos de la T.I.A insoslayable. Al menos, para los viejos como este Scriptor, criados leyendo esas aventuras, existentes antes de las absorbentes consolas de videojuegos y las caretas de DARTH VADER que los hombrones sin pelos en los huevos se enorgullecen de encasquetarse.

La Luna, ¿qué menos objetivo de robo para un criminal de
la categoría de GRU?
Tiempos remotos; tiempos del Caudillo. Tiempos del NODO, si a bien lo tienen ustedes. Los lectores más jóvenes apreciarán qué jurásica cantidad de recuerdos exhibo en estos momentos. (Es lo que tiene la edad.) Y les dará igual. Les sonará a chino.

Gru, el ‘supervillano’ del corazón de oro, recuerda a uno de esos adversarios de Mortadelo y Filemón sobre el que han centrado el foco. Mañana, podría protagonizar un enfrentamiento con ambos agentes; pero hoy destaca en el centro de la pista. No es el tan brillante archicriminal que aparenta ser. Tiene ciertas ínfulas de grandeza, fruto de su exótico arsenal, que la vida le lima luego de golpe.

Pero... llegó la competencia, VECTOR. Un fanfarrón sin
escrúpulos, pese a todo
Ha logrado conquistar cierto sitio entre el hampa de los Grandiosos Golpes Delincuentes, pero cuando enumera sus golpes ante su hueste de amarillos MINIONS (secuaces muy de MARVEL, por cierto), descubrimos que son más raterías de cierta importancia que auténticos delitos conspicuos, como los que sueña perpetrar. No le desalienta el detalle. Tiene un Plan. Y, ¡por San Tocielo!, que lo consumará.

Un pintoresco joven arrogante (con la traza del PETER SELLERS de EL QUINTETO DE LA MUERTE dentro del chándal cutre de BRUCE LEE en OPERACIÓN DRAGÓN, adicto a las chucherías y galletas de girl scouts —de ahí la pancita que está criando—), con inventiva desquiciada, VECTOR, pretende superar a Gru. Su rivalidad permite hacer una digresión.

Y otro obstáculo, imprevisto en todas las ecuaciones. (No
me engañan: la pequeñaja de la izquierda salía en

MONSTRUOS, S.A.)
Gru procede del franquismo y todo eso, del Mortadelo y Filemón sesentero-setentero; exhibe cierta profesionalidad formal algo caduca, contemplada desde perspectiva más presente, la de Vector quizás. Vector es más de los ochenta-noventa; piensa en píxeles y bytes y entiende el mundo como un shooting-game. Es un niñato malcriado en la molicie de los millones de su papá banquero. Gru se lo curra artesanalmente. Pone el corazón en cuanto hace. Vector sólo debe lloriqueárselo a papi.

La cinta también hace somero homenaje a las películas de JAMES BOND y adláteres, colaterales y clones. Estos oponentes blanden un vasto aparato de máquinas “del Juicio Final” en la pretensión de consumar la Máxima Fechoría de la Historia: robar la Luna.

El duro supercriminal no supera la prueba de la diabólica
montaña rusa que entusiasma a las chiquillas
Es el sueño de Gru. Lograrlo le encumbrará en el gremio criminal (intuido, nunca visto), promocionándole incluso ante su madre, que nunca vio en él esa clase de talento que posee. Es alguna clase de niño, molesto-estorbo, al que se permite ignorar, aun vejar, y que va creciendo con ese dolor del desdén pero al que impide le domine. Lo espolea a ser tenaz, perseverar, ser más grande todavía. Demostrar que puede hacer cuanto desee. Su inteligencia podría prestar grandes servicios al Bien. Pero Gru considera que el Mal tiene lo que le otorga a uno respeto, más que fama.

La inclusión del trío de huérfanas es factor amable en una película campechana y que hace de palanca para abrir la concha de dureza “inhumana” que se supone aísla el corazón de Gru del resto del mundo. Un poco de ternura pone en ON su taciturna humanidad, y deja a un lado (o casi) su Plan Maestro Criminal para asistir al ballet de sus, hasta poco antes, pupilas.

Pero no hay elemento de su clase que no cuente con un
vasto ejército de devotos secuaces y un abnegado
científico loco que le provea de exóticos recursos
Manifiesta su buena naturaleza cuando sin dificultad cede su trofeo a Vector, pues éste lo propone de intercambio de las huérfanas que ha secuestrado. Gru descubrió que son más valiosas para él que ese estatus de poderío que, aparentemente, obtendría entre los supervillanos. Al hacerlo, Gru pasa de bando, trocándose superhéroe.

Al menos, de estas chiquillas, que le han enternecido con poca dificultad.

Cinta tan inteligente como recomendable. Respiras con satisfacción descubriendo que tenemos ese tipo de talento, extranjero, en España, pululando por nuestras calles. Apoyémoslo.