viernes, 22 de enero de 2016

BLADE RUNNER — DO ANDROIDS DREAM…

Sigamos homenajeando a DREW
STRUZAN. Otro de sus famosos afiches
Este filme de RIDLEY SCOTT arrastra dos estigmas difíciles de combatir. El primero, os digan hoy día lo que os digan, es que, en su estreno, pasó, si no inadvertido, sin pena ni gloria. Sólo unos pocos salíamos alucinados del cine, comprendiendo que esta distopía era el futuro inminente.

Nada de que fue un bombazo atómico, que el paráclito visitaba a la crítica mientras la veía, como actualmente goza y hoza en afirmar. Era ciencia ficción. Basura, ¿vale? Vas a comparar Blade Runner con CASABLANCA. Vamos, hombre.

Su cursilería veleidosa empero lo ha elegido bibelot de su adoración, y siguen vertiendo loas, confiando limpiar así los detritos vertidos ayer.

El segundo estigma es peor: no hay “espabilado” (excluyamos a los autores que, DE VERDAD, tienen observaciones ingeniosas que impostar) que, ansiando notoriedad, no discursee sobre oscuros intríngulis enrevesados de la cinta. Que no existen. Pasa como con lo del besugo de la laguna negra: todo ‘listo’ tiene “algo” que “descubrir”. Tonterías.

Este noir futurista tiene este proscenio para desarrollarse
Aun así, Scott dona un potente icono visual al cine, pero de difusa influencia en la CultuPop. Pese a todo, RICK DECKARD (Harrison Ford) no es RAMBO, MAD MAX o ROBOCOP, y el vehemente entorno distópico de Los Ángeles, Noviembre, 2019 (¡ya mismo!), tiene brumoso eco cinematográfico.

Lo importante, a esta altura, creo yo, sobre Blade Runner no es el drama del cazador a sueldo/asesino estatal que tiene crecientes conflictos morales con liquidar a los seres artificiales que aspiran a ser individuos, con su idiosincrasia propia e indistinguibles apenas de sus fabricantes, o la relación “ilícita” entre Deckard y RACHAEL TIRELL, que ¿frisa el bestialismo?, sino cómo lo más veleta de la Sociedad y crítica se lo ha apoderado.

RACHAEL TYRELL, ejecutiva de diseño, y ejemplar de lo
más refinado que puede producir su empresa (cosa que
ella ignora)
La intelligentsia progre cultureta (satirizada en FRASIER) ha convertido Blade Runner en un estandarte por esos caprichos que mueven sus inconstantes querencias. La ¡aclaman!/apadrinan, erigiendo altas vallas a su alrededor, apartándola del manoseo del burdo populux, pues les da glamour de cultos si les pescan referenciándola.

Es esta adhesión infiel e insincera a un posible futuro que se nos muestra por duración de un día lo que debe reseñarse extensamente. Cómo un gusto popular es arrebatado, por antojo, y entronizado por gente que ignora sus valores. No atisban qué fallado porvenir está cociéndose, irremediable además. Cómo fracasarán las concepciones brillantes de Utopías manifiestas en skylines de tacón de aguja estilo planeta Mongo.

Siempre, cuan macroorganismo, la ciudad y su topografía
captura nuestro interés
Les importa un bledo si Blade Runner refiere sobre la esclavitud o el asesinato legal en una Sociedad democrática norteamericana. Sólo importa que “está bien” hablar de esta película y su escenario, la desmesurada y tenebrosa Los Ángeles “donde siempre llueve” (falso; el relato acontece en un día; ¿no puede llover todo ese tiempo?).

No advierten que esta urbe, donde las arcologías que “rascan el cielo” no garantizan una confortable vida mejor, según se pronosticaba en ciertas narraciones (LA FUGA DE LOGAN), donde hambre, enfermedad y pobreza son desagradables cosas del bárbaro ayer (DEMOLITION MAN), puede ser vistazo real de nuestro futuro.

Mas, hoy día, gracias a ese antojo, son muchos quienes disfrutan contemplando los deltas de tinieblas y neón donde habitan replicantes, androides biológicos (esto también causa controversia; ¡hay quien les ha visto circuitos!) que, azarosamente, buscan su pasado para así controlar su porvenir… con fecha de caducidad, según les ha estigmatizado el fabricante. Por tanto, apuran sus esfuerzos buscando prolongar sus días y disfrutarlos convencidos de que también lo merecen. Pues ¿no piensan y sienten?

ROY BATTY: guerrero, ingeniero de biomecánica, gurú,
ocultista... y el amor de su vida, PRISS
Y el conjunto cautiva al espectador de Blade Runner: su sofisticada imaginería visual, su barroquismo tenebroso, imprimiendo la certeza de que el mañana-mañana será eso/así. No podemos esperar que, por ser puerto hacia los enigmáticos Mundos Exteriores, la cosa mejore.

Estamos en un atolladero cultural/moral cuyas paredes son demasiado resbaladizas y empinadas para poder escalarlas y ver si, el otro lado, es mejor que esta depresión, y allí quieran dejarnos vivir. Prometemos mejorar, comportarnos decentemente. Deckard hace eso.

Los cuarteles generales de Tyrell Corp. No guardan los
secretos que ansía Batty conocer
El traumático retiro’ de esos NEXUS-6, y la oscura filosofía que el agonizante ROY BATTY le regala, dan perfiles de humanidad al estragado Deckard que, o tenía romos por la desidia y la ferocidad de su labor, o ve ahora, rutilantes a su mirada, deslumbrada por tanto anuncio de neón.

La primera versión estrenada esto permite intuir: esperanza, con la secuencia final diurna, desaparecida en copias posteriores para “ensalzar” la confusa analogía del unicornio del onirismo de Deckard. Esto mutila la trama. En cierto modo, Blade Runner es también elíptica parábola de la abierta caja de PANDORA (la nueva calamidad: los replicantes), y esas imágenes generaban idea de esperanza.

RICK DECKARD: el verdugo ofuscado. La analogía del
paso del tiempo que a todos nos consume y mata
Tampoco concilio con la, cada vez, más extendida ‘opinión’ de que Deckard era otro replicante, tal como en la novela de PHILIP K. DICK llegan, brevemente, a inducirle creer. Son interesados bulos comerciales, Propaganda espuria para mantener, permanente y sin necesidad, la luz sobre esta pasmosa película.