Cubierta describiendo al protagonista de este comentario |
Este verdadero apasionado de las viñetas,
MIKE MIGNOLA, padre de HELLBOY, ilustra una ingeniosa y fresca parodia
del género gótico, al cual satiriza mediante Cabeza de Tornillo, singular ente
robótico de orígenes secretos, como muchas piedras extrañas. Ignota, al menos,
en ésta, su primera andanza. Mignola, ocultista de la tinta, actor participante
en centenares de proyectos gráficos o literarios (¡más, más!), también se mofa
de sí mismo al envolver esta aventura steampunk
en los ajardinados cataclismos prebíblicos tipo Hellboy, dibujando las figuras de autoridad estáticas, endiosadas
en una sapiencia ‘enigmática’, pantalla arrogante que puede ocultar la más
absoluta ignorancia.
También dispara contra los zombis. A
quemarropa. El enemigo al que Cabeza de Tornillo frustra planes (aunque el
propio EMPERADOR ZOMBI ayuda a boicotearse) es un altanero y bastante inepto
muerto viviente maqueado de ropajes decimonónicos que pretenden aureolarlo de extravagante
dignidad. Henchido de la megalomanía habitual de los supervillanos del mainstream, el Emperador Zombi persigue obtener
una joya embrujada cuyo poder oscila entre los fetiches cargados de letal
hechicería de la Era Hyboria y el Arca Perdida.
CABEZA DE TORNILLO inicia la persecución del prepotente EMPERADOR ZOMBI |
Mignola, para narrar la singular parodia,
ilustra amplias viñetas bañadas en negro. Le ha cogido gusto a oscurecer su
trabajo, y debe ser el cliente predilecto de Pelikan, por la de tinta que consume. Le acompaña un agraciado
color que realza lo contado, francamente esquemático, pero impregnado de
divertida médula. Resalto la parodia, cuyo éxito es difícil de conseguir.
Arropan al Emperador Zombi ayudantes de dudosa
utilidad; están diseñados para ampliar el gag.
Rebosa sarcasmo el voluntarioso Cabeza de Tornillo, leal recurso al servicio de
ABRAHAM LINCOLN, y cuya labor ha salvado anteriormente nuestro ancho mundo. El
Emperador Zombi y él, sugiere Mignola, ya se han enfrentado antes, prevaleciendo
Cabeza de Tornillo.
La realización de la obra demuestra o un
grado sublime de inspiración o la rampante genialidad de Mignola, como también
muestra su deseo de apartarse del sombrío palio que desprende Hellboy. No obstante, no puede del todo/completamente
despegarse de quien le ha inmortalizado; no es tan soberbio. Es agradecido, y
por eso hace un cóctel de referencias en esta historieta, premiada con el EISNER.
Aquí aparece, rodeado de la flor y nata de su incompetente hueste |
Se siente cómodo en los tenebrosos
escenarios barrocos pulverulentos plagados de telarañas, las ruinas antiguas y con
remanente brujería arcana que refieren siniestros episodios previos al Hombre,
todo cuanto LOVECRAFT se empeñó en hacer grandioso desde los párrafos de sus
relatos publicados en una modesta revista pulp,
género que está demostrándose la literatura de calidad, semillero de los Grandes
Clásicos de la actualidad, capaz de engendrar fantabulaciones modernas del cine.
Desde ese confort, dibuja un secreto
episodio de la Historia que carga sobre los hombros de Cabeza de Tornillo, puro
elemento propio de JULES VERNE: remachado por doquier, disparado contra el
Emperador Zombi con un cañón, dinámico aventurero estilo DOC SAVAGE, salva al
mundo de las amenazas mecánicas que podría generar un DR. ARLISS LOVELESS o las
más hechiceras conjuradas por el Emperador Zombi.
Propiciándolo el tema, aprovecho para hacer
digresión contra la “moda” de los zombis. Felizmente, cae. Su putrefacta carne empieza a encontrar las tumbas que jamás
debió abandonar. Porque una cosa es tener algún filme afortunado que aporta
variedad al espectro del ocio, y otra una Sociedad entera volcada al repelente fenómeno
zombi. Cojones, ¡que son cadáveres
ambulantes! ¿No tenemos fetichismos más saludables? ¡Resulta que lo que
pone al personal es la necrofilia!
Aunque saben cómo detener a un enojoso intruso |
Nuestro país ha sufrido este repugnante
azote, siendo encumbrado (!) aun por sujetos de dudoso… “gusto”. La afortunada
lógica está ayudando a descamarnos, ¡por fin!, de esa suciedad para recorrer espacios más
amplios y, sobre todo, salubres. Con Cabeza
de Tornillo, Mignola se adelantó en defensa de otros Universos de ficción amenazados
por la necrofilia mórbida/morbosa de un colectivo que, desde su pequeñez, lograba
irracionalmente imponerse.
También Cabeza de Tornillo expresa que una elegante y medida mezcla de
tipos de aventuras puede ser idónea forma de contar una historia. Los zombis, a
los que ODIO, como a quienes ciegamente les veneran, son sólo eso: pretexto de descerebrado
shooting game sobre entes plagados de
vermes y moscas que avanzan titubeando, o se motorizan con súbito estallido de
energía en pos de carne fresca.
Dando siempre en el blanco |
El tiroteo es toda el “alma” zombi: las
gilipolleces de que trasuntan el miedo al contagio, recuerdo de las plagas
medievales, o un soterrado discurso del seguidismo al líder, que masas lerdas
(los zombis) aplauden sin analizar su doctrinario, o algo de corte religioso
para meter otra lasca teófoba, son eso: carajotadas prepotentes.
En la creación sólo impera ganar $;
vender algo por una buena cantidad de dinero, y hacerse un prestigio para cobrar
más Más MÁS. Los discursos antes citados, obra de ‘inteligencias’ aburridas que
no pueden obtener notoriedad per se, es
guano mental. Lo que prima es entretener, pero con calidad. Y Mignola, con Cabeza de Tornillo, lo consigue. Con
nota alta.