domingo, 7 de febrero de 2016

MEGAMIND — CUANTO TODOS NECESITAN ES AMOR

Afiche de un filme repleto de aciertos y
amable homenaje al cómic y sus tramoyas
Desde un divertido ángulo luminoso, paródico, esta producción animada refleja, a modo, cuanto consignaron ALAN MOORE y BRIAN BOLLAND en LA BROMA ASESINA. Sin embargo, ¿cuántos espectadores, ‘no iniciados’ en el tebeo, podrían notar tal influencia? Ninguno.

Presencian una amena cinta de animación (forma ingeniosa de ganar público —para recuperar la costosa inversión: ampliando el delta de audiencia—. Los padres piensan: Ah, es de dibujitos. Será inofensiva —en este caso, sí. Cuanto más, Megamind puede provocar el amor de los chiquillos por las viñetas—. Veámosla.) donde los roles están invertidos. El malo tiene algo que decir distinto a la grandilocuente diatriba histérica sobre por qué debe gobernarnos.

Se ilustra un ser víctima de encasillamientos y discriminación selectiva, prejuicios por proceder de un entorno donde Megamind, sin otras influencias que le permitan hacer contrastes, se siente naturalizado, como también un bufón desesperado por la noción de que no puede cambiar de vida aunque lo desee. Está etiquetado (en su caso, fichado por la policía). Ergo: hago el Mal.

El bebé que escapa del trágico destino de su mundo. Giro
interesante respecto al
habitual de SUPERMAN. Y la que
le espera, debido a su apariencia
Destaca de Megamind (y, cuidado: es la historia que él cuenta. Puede estar plagada de edulcorados, convincentes y conmovedores embustes para que simpaticemos con él y, una vez baja la guardia, POW!, ¡pegar en lo vivo!) el mensaje de que se ‘criminaliza’ al diferente sólo por tener apariencia distinta.

Su opuesto es el habitual cameo de SUPERMAN, aunque éste esté más cerca de SUPREME, aun ELVIS, que del paciente kryptoniano siempre emulado/parodiado. El apuesto opuesto (el Cosmos al parecer funciona así: con relaciones ying-yang) es la perfecta estampa eugenésica nazi. Encandila con su viril hermosura y su dechado de virtudes, puestas al servicio de la Humanidad-en-peligro.

Su opuesto-apuesto, ampliamente amado por la masa,
debido a su atractivo, en lo que aparenta ser su última
aparición pública
Megamind, bien pronto situado en un rol que sospecha no es el suyo propio (sus padres le transmitieron cierto mensaje cuyo final no oyó, y podría orientar su vida), sufre el rechazo y desprecio de sus compañeros de clase y de su opuesto apuesto, que no ve que el entorno ha colocado una máscara a Megamind, impidiéndole manifestar su auténtico ser. No sabe, o quiere, por egoístas intereses de adoración popular, penetrar ese velo. Le viene bien un archivillano que le endiose.

Así, aceptando ser considerado respecto a las apariencias y sórdidas habladurías, Megamind surte al mundo que lo discrimina de tantas raciones de terror como pida. Claro: el apuesto-opuesto tumba todas sus iniciativas vengadoras. Se establece un eterno duelo, juego donde las de ganar siempre las lleva el favorito del populux.

Y, andando de referencias, que no falten ni el acólito ni
la sagaz LOIS LANE que persigue la gran noticia
[Los superhéroes nunca, a efectos del hedonista afecto de la masa, han tenido presente la importancia del supervillano. BATMAN, sin JOKER, sólo sería un fetichista noctámbulo con traje extravagante que da o recibe palizas. Su siniestro contrapunto, Joker, es quien le engrandece, volviéndolo valioso para la Sociedad que protege, siempre víctima/rehén del villano de turno.]

MARVEL introdujo lo de que los supervillanos son narcisistas peligrosos aunque inofensivos que hacen el Mal porque los superhéroes “les provocan”. Pretenden emularles, pero desde el Reverso Tenebroso. ¡Irrisorio argumento!, pues gente como AMON GOETZ no necesitan pretextos para matar judíos. Nacen con propensión a dañar. Pero ese argumento, exculpatorio de nuestras responsabilidades, es bastante popular. Cala, incluso en nuestra Sociedad, donde cuenta con adeptos.

¡Victoria! Pero ¿cómo llenamos el vacío que produce el
triunfo? Para otra cosa, MEGAMIND no se veía, sino
para perder eternos duelos contra su rrival
Megamind se transforma en el narcisista peligroso en respuesta al cliché social que esperan encarne. No por gusto. Su rival sí evidencia un hedonismo rampante; ¿no le premian inaugurándole un museo colosal? Ambos, empero, terminan descubriendo que son víctimas/rehenes de estereotipos sociales que les impiden madurar. Esclavos de sentimientos tribales de la masa, surgidos de prejuicios antiguos, y a los que deciden escapar con distinta suerte.

Se disfruta más Megaming, obviamente su médula, si conoces la procedencia de los numerosos guiños que hace, en clave homenaje mordaz, al tebeo: la fortaleza de soledad, el museo, la guarida del villano, su acólito, la parafernalia bélica para derrotar al héroe… y la LOIS LANE de turno, que termina enamorando/enamorándose del malo.

Entre otras cosas, Megamind descubre emociones que no
pensaba tuviese. Y este rechazo le duele considerablemente
Descubre su alma. Empieza a comprenderle. Qué víctima es de maniqueas concepciones. Aun de su apariencia física (la de un enemigo de HULK, por cierto: EL JEFE). Y como el amor cambia, Megamind se transforma, deseando mejorar. Tal vez sea eso lo que necesitan muchos villanos para “neutralizarse”: ¡una buena, duradera y sana relación sentimental!

TITAN, un desesperado plan para combatir el tedio. Un
narcisista de baja autoestima con poderes divinos. Mal
cóctel: aumenta su engreimiento de nuncanada
Pero la inmensa mayoría de ellos son sombrías marionetas de identidad borrosa. Clichés. Estereotipos. Malcarados de baja autoestima que desean ser amados causando sufrimiento. En verdad, no quieren amor, sino dominar a los de su entorno para que deban estar por él constantemente. Y, si no lo hacen, le ignoran, ¡agreden! En algunos casos, el estrafalario disfraz lo suple una sórdida ‘biografía’ repleta de patrañas destinadas a lograr esa atención ajena. No obteniéndola por ese medio: hiere. Acosa. Amenaza. Así sí consigue le presten atención.

Pero, bueno. De Megaming no debemos esperar más que un decente y competente entretenimiento. Por tanto, ¡a disfrutarlo!