La portada. Romero: siempre cabreado |
Nuevamente me congratula anunciar la
aparición de una obra del constante autor ALEJANDRO
BARBA, que nos deslumbrara con la biolocalización sobre ALAN MOORE,
libro completo y ameno que recoge las razonadas disertaciones de Alejandro
sobre su escritor preferido y aparecidas (si bien recuerdo; la edad…) en el e-zine EMBRYO.
El protagonista de estas aventuras
gráficas, Romero,
se las ve y desea en un entorno hostil (y contra personajes igual de abrasivos)
que, no obstante, sale de algunas experiencias vitales de Alejandro.
Obviamente, nuestro amigo no combate a hostias ratas gigantes ni cosas
parecidas; en primer lugar porque ¡las ratas gigantes no existen! Se refiere a
que la coherencia que Romero muestra es decantada de anécdotas suyas.
Eso es bueno: hace al personaje mejor,
creíble, dentro del entorno fantabuloso donde se desenvuelve. Y para el autor
también tiene solución de catarsis; sublima problemas que, de otro modo,
podrían encallarse dentro, emponzoñándose, y causar permanente malestar.
No me extraña esté de mala gaita, dado el ambiente donde pretende aparcar el camión |
Volcadas en las viñetas, se libera uno de
ese estrés. Y el que una cierta vivencia puede trasladarse a este ámbito de
ficción, dándole un giro cómico, o
dramático, hace otra vez la labor de consolidar tanto al personaje como al
marco donde opera.
Poco a poco, Alejandro va cimentando su Stravagarius de ficción que, empero,
sale de alguna parte. Todo empezamos emulando. Paparruchas para quien diga lo
contrario, se empeñe en ser “original” en todo. Mas llega un momento, ajá, sí,
en que esto empieza a ser tuyo. La ‘copia’ del principio se torna entonces homenaje
a algo querido del que se tomaron algunas semillas. Y la mejor manera de
demostrarle respeto está tanto en la continuación del trabajo emprendido como
en la (auto)evolución que manifiesta.
Éxito, venta y reseñas positivas,
Alejandro. Las mereces. Por buen artesano y responsable trabajador.
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