Afiche. A imitación de los FRAZETTA. (A lo mejor, lo es, aunque reconozco no me consta) Aquí estoy, con esta cosa entre las manos, que... |
Pues tienen esta cutrez de filme que no
veas; y todo porque JANE FONDA exhibe la lozanía de su juvenil serranía
entre-y-durante secuencias, siguiendo un “guión” que aprovecha hasta la más
mínima-nimia corriente de aire para arrancarle la ropa, aunque por mor de la
época, siempre al filo de un casto destape pseudoerótico.
Coproducción francoitaliana, Barbarella, a juicio de vuestro Scriptor, no debe ser juzgada con la
benevolencia como lo hacen. Inmerecido icono de la ciencia ficción, por iguales
motivos Barbarella merece los
tomatazos que recibe FLASH GORDON. Se
escudan, para propinárselos, en que Flash iba “en serio” y, por lo tanto, ¡a
brearla! Barbarella es Jane “hagamos
Propaganda del Vietcong” Fonda y, como enseñaba bastante piel, pues nada, ¡seamos
magnánimos!
Pero la cosa es que Barbarella no pretendía ser, siquiera, una parodia. Iba lo
suficiente en serio como para comprender que sus realizadores, presentando un producto descuidado y plagado de burdas ocurrencias, estaban
insultando a la ciencia ficción y a sus fans mediante un esperpento con un
relente esquelético de trama que sirve, una vez y otra Otra OTRA para que Fonda
“se desnudase” y pasease el encantador traserito por el set llevando botas de bailarina gogó
mientras estrafalarios malos hacían su papel enfundados en retales de escay de
sofá.
Su deslucida actuación no le dio para lo que pretendía: salir en DOGMA haciendo de ángel |
El tío de las alas, el presunto ángel-metrosexual
HOMBRE HALCÓN, lo confirma. Ahí estamos, noqueados por el fenómeno, que durante
años hemos estado oyendo/leyendo parte la pana y es, además, icono del género
que no veas. ¿GEORGE LUCAS y STAR WARS?
Purria. ¿GEORGE MILLER y MAD MAX? Cascarria.
¿JAMES CAMERON y TERMINATOR? Basura.
¡Barbarella, hombre, Barbarella! Pues no. ¡Escoria!
El afiche dibuja a la moza sideral como “la reina de la Galaxia” y,
efectivamente, por las estrellas extrañas jinetea en una nave espacial con
forma de ingenioso orinal. Va la pava cósmica (porque la joven es bastante pava)
buscando (en compañía de ULTRAVOX y SPANDAU BALLET) al astronauta DURAN
DURAN que, tal como lo presenta, parece uno de esos carismáticos personajes
ideados por STANISLAW LEM.
Impera en los escenarios la presencia del plástico, elemento básico del Mañana-Mañana, y unas absurdas estructuras |
Y la chiquilla, y su vestuario que vuela a soplidos,
termina en una serie de sórdidos antros llenos de estrafalarios fumetas inmersos en sádicas evasiones
perversas, con el equipaje habitual para dichos enfrentamientos, sosteniendo un
singular duelo sáfico final contra el GRAN TIRANO (bueno, tirana) e, invadido
el decorado por los cubos de agua sucia, causa del éxtasis que produce el
combate, todo acaba repentina y felizmente.
¿Tiene sustancia Barbarella? Ninguna. Capricho que tuvieron ciertos iluminados, no
sé si antes o después de VAMPIRELLA, fraguó
conquistando cierto éxito. Esta cinta es “abuela” de lo que las coproducciones italofrancesas
filmarían cuando resonó el boom de Mad Max y CONAN. Mockbusters de coste
irrisorio, peor dirigidas e interpretadas penosamente, pretendían coger algún beneficio
siguiendo la estela de blockbuster de
turno. Goza, asimismo, de ese defecto imputable a la bande designeé: idea inquietante con un montaje espectacular que
luego, conforme avanza, se deshilvana y termina en falacia, o resultado
inapetente por doquier.
Tebeos que, al llegar al final, pasas la
página preguntándote: Pero ¿terminó; de veras? Y ¿este es modo de concluir esta
historia, tan poderosa al comienzo? Frente al potente mercado del mainstream, con reglas definidas de
producción entre lo comercial y lo estándar, su pragmática sencillez se impone
al mercado europeo, que apuesta por lo sublime, lo artístico, mas indefinido,
como toda garantía. Al tratarse de Arte, se comprende que debemos tragar con
todos sus absurdos sí o sí, y si no lo entiendes, es porque eres un bárbaro
retrógrado proyanqui que sólo comprende de dinero, no la sublime esencia del
ARTE. Hey, quizás pasó eso. Al ser tan “artística” Barbarella, mi sentido proyanqui de la producción me impidió
gozarla. Aunque… No. No lo creo. Es mala. Ni invita a echar unas risas.