...las calles rebosan fervor
religioso, sincero o de compromiso, y elaboradas procesiones inciensan las vías
según se disparan innumerables flashes de las cámaras o los celulares. Palpita
el sentido, según tambores y cornetas invaden los rincones más mínimos-nimios
de los hogares por donde las ornamentadas cofradías pasan. El sector hostelero,
este año al menos, frota jubiloso sus manos. ¡Ventas! ¡Ocupación! ¡Turismo
desbocado! Tradición, religión y lucro: aunados durante siete días.
Hace algún tiempo, una lideresa política
propuso la abolición/extinción de tan señalada celebración por mor de su ostentosa
naturaleza religiosa. Vivimos en un Estado ora aconfesional, ora laico, y esto
de consagrarnos a los fastos de una antigua confesión ofende ciertos
sentimientos.
Otra lideresa política saltó como una
tigresa para defender la Semana Santa en virtud a los fuertes ingresos que
produce, amparándose lo suficiente empero en el corte religioso/tradicional que
las jornadas presentes poseen. Hay algo de interés personal en la conservación.
Gusta de la Semana Santa, la disfruta como puede, se honra de comparecer ante las
cámaras para que la población afecta a estas fechas, aunque no sea votante, vea
comulga con su emoción, y ante la duda, les vote. Es de los nuestros, en el
fondo, pueden pensar.
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Fíjense el mogollón de Humanidad (otra vez) que ¡clama! por la imagen. El negociazo inherente a todo esto. ¿De veras debe ser sacrificado por mor de una mal entendida modernidad? |
Debo reconocer que estas personas laicas
que solicitan la extinción de las festividades religiosas (muy acendradas en nuestro
país; tradicionales, por tanto) me inquietan, pues ¿por qué vamos a
sustituirlas? (¡Que perdemos días de vacaciones, muchachos!) Leí la opinión en
un diario de una persona de éstas que solicitaba ajustasen las fiestas
religiosas a sucesos laicos. Perplejo quedé: ¿cuáles? ¿Qué vamos a celebrar, en
lugar del Jueves Santo?
No se me ocurren más que fechas o sucesos
con tinte de disparate. ¿El nacimiento de EINSTEIN, la proclamación de la
Revolución Francesa como hito internacional que inauguró los Estados
democráticos modernos; el Cuatro de Julio; el golpe de estado de FIDEL CASTRO?
¿Cosas parecidas? O sea: ¡nos desembarazamos de nuestras tradiciones, con su
fuerte arraigo y carga de identidad cultural, para festejar acontecimientos
foráneos! De puta madre magistral/laico.
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Esto está muy arraigado entre nosotros. No sé si quienes quieren eliminarlo son conscientes de su poderoso calado |
Por otra parte, renunciar a esto es
arrancar parte de nuestra propia esencia. ¿Qué pretenden imponernos: ese
mecanismo productivo calvinista donde manda sobre todo amasar dinero, perdiendo
de paso calidad de vida? Nos animan a tener cada vez más calidad de vida,
aunque ya ven: ¡piden nos equiparemos con países laicos donde la calidad de
vida se reduce a un trabajo avaricioso incesante que produce un infarto a los
cincuenta años! ¿Qué has vivido; cuál fue tu calidad de vida?
No soy de Semana Santa. Pero aún menos de
esta oleada ‘innovadora’ de su abolición o sustitución por entramados laicos
sin base histórica, o tradicional, o de identidad local, que semeja más un
capricho rabioso por afrentar que lógica argumentada. La multiculturalidad supone
la extinción de la cultura propia, el desdibujo del individuo, que debe ser de
todo sacrificando sus raíces. Sin ellas, ¿cómo va a prosperar?