Esta miniserie aparece en la época en que había hasta hologramas en las portadas. O eso decían |
Como argumento, los inframundos siempre han
tenido atractivo; empezando acaso por el rapto de PROSERPINA por HADES, siguiendo
con ‘la hazaña’ de ORFEO por rescatar a EURÍDICE del Hades, la historia
literaria serpea a través del tema con diversa fortuna.
Quizás el más conocido ejemplo de “simpatía”
por el Infierno lo registró DANTE en LA
DIVINA COMEDIA. Abundan las alusiones a los Círculos del Infierno y el detalle
pormenorizado de las penalidades que allá se padecen. Aunque conviene teorizar esta
relación como un esfuerzo salvador impuesto, directa o indirectamente, por la
Iglesia.
Debemos ir rectos; no mentir, no pecar, no
matar. Porque esta vida es efímera, pese a lo que pueda parecer en ocasiones, y
luego, la Eternidad del Vasto Más Allá… Uf. Reino de un Dios que tiende tanto a
la cólera destructiva como al perdón absoluto. Pero preferible resaltar más la
primera faceta porque, señores, ¿qué detendrá a los impíos del
todo/completamente si descubren que no hay Vasto Más Allá de azufre, fuego y tormentos
sin fin-sin fin, sino… Nada? ¡La
Humanidad se autodestruiría en una semana!
El Infierno, exista o no, se concibe como herramienta
de control moral (en especial, por los cristianos; más elaborado, por los
católicos) en épocas donde la bestialidad era más notoria que ahora. No
obstante… cierto que no adornan las calles los ajusticiados, o sus pedazos… pero
la maldad básica que sigue anidando en nuestro seno continúa pulsando vibrante en
guerras, violaciones y atrocidades servidas con equívoco recato por la TV.
Lo monstruoso, audaz y provocador del contenido en este pinup de KEVIN O´NEILL, ´nuff said |
El esfuerzo de hacer rentable la Industria
del TBO (junto a su subsistencia personal) lleva a PAT MILLS y KEVIN O´NEILL a añadir
otra rosca al tema del Infierno, siguiendo pautas de CLIVE BARKER y sus
CEOBITAS. Todo queda entre hijos de la Gran Bretaña, así que rula la leyenda
urbana (por aquello de la disciplina inglesa) de que debe ser una tremebunda
historieta (novela gráfica, según el patrón actual) llena de aberraciones fetichistas
y salvajadas disparatadas para profundo deleite de los más perversos lectores.
Y ciertamente, aparecen; en los distintos
páramos por los cuales pasa el bizarro Marshal Law, víctima de su persistente
ODIO por los superhéroes (a los que considera embuste social masivo, pues él pertenece
a esa elite y conoce a fondo el Reverso Tenebroso de los tipos con capa), constituyendo
además tortuosa incursión a su pasado, que le atormenta sin tregua, más otro visaje
lleno de dolorosa amargura a su personalidad.
Es constante este esfuerzo en Marshal Law. La interiorización, el
descubrimiento, tipo distinto de Viaje
del Héroe, hacia una madurez apenas luminosa, gratificante. Sigue así el patrón
impuesto por la Casa de las Ideas, en contraste con los héroes de DC Comics (al menos, hasta que apareció
ALAN MOORE), cuyos personajes procuraban mostrarse más humanos que los Supermanes invulnerables o los Batmanes enajenados que lo llevan empero
tan bien que dificulta diagnosticarles alguna psicopatía.
Vigorosa leña suministrada con los más dolorosos intrumentos |
Marshal
Law cuestiona el papel del
Superhéroe. Su rutilante mensaje. El ejemplo moral que pretende transmitir. Y
en este Infierno de PINHEAD, descubre que no hay salvación. Para nadie. Todos los ofuscados por el mensaje
de que podrán hacer lo increíble, reciben castigo proporcional al delito. Es
amargo, oscuro, retorcido, el contenido total de la obra, metáfora avinagrada compuesta
con habilidad, que reitera en que abandonemos
toda esperanza de pisar el Paraíso por pías que sean nuestras acciones.
Pese al brutal combate, no hay victoria
final, sólo un entendimiento entre entes siniestros que negocian un
aplazamiento. Recuérdalo, Marshal: el Infierno te espera tras agotar tus días.
¿Igual que a todos? ¿Es la moraleja, o el incentivo para vendernos el cómic?