viernes, 16 de noviembre de 2018

LA CARRERA DEL SIGLO — LAS SUFRAGISTAS TAMBIÉN QUIEREN BODAS


Añejo afiche, del siglo pasado. Una vez más,
reúne los principales elementos de la cinta
BLAKE EDWARS hace homenaje a STAN LAUREL y OLIVER HARDY con esta inocente comedia de competiciones automovilísticas a comienzos del siglo XX. Es un humor blanco, sin leguaje soez ni escatologías innecesarias, que recuerda un tiempo, más ingenuo, aun elegante, de hacer reír al público. Lo sazona un supervillano y su secuaz con un repentino fondo moral que se destapa al final de la competición. El DR. FATE es toda una galería de tardíos artefactos steampuk cuyo epítome es su bólido, cuya hechura tiene su aquél, comparado con otros vehículos. Excepto el del protagonista, EL GRAN LESLIE, hombre-paragón políglota paradigma de nobleza, caballerosidad y esgrima sin par. Por no hablar de su apolíneo aspecto, inmaculado y níveo siempre.

Tercera e importante rueda de esta película (que a carcamales como yo debe recordarles a la serie animada LOS AUTOS LOCOS) es la feminista (aunque en ese momento, es sufragista) MAGGIE DUBOIS, atractiva y emprendedora repórter que pretende derribar las barreras entre hombres y mujeres, estas últimas muy capacitadas para desempeñar cualquier tarea que un hombre pueda acometer. Hasta mandar un importante rotativo.

EL GRAN LESLIE, derroche de viriles virtudes caballerosas
que tiene encantado al ancho mundo; siempre asesorado por
su fiel ayudante y mecánico (el sombrío cruzado de brazos)
[De entrada, es cierto. Pero hay límites para unos y otras que los femirulismos no quieren admitir por imbécil tozudez. Del mismo modo que un hombre ni puede gestar ni parir, una mujer no puede (supongamos) levantar ciento cincuenta kilos. Un hombre, sí. El fememccarthysmo está instalado en que esa “proeza” es una agresión a la mujer, y por lo tanto, los hombres deben reprimirse para no ser tachados de machistas y no levantar más de, no sé, cincuenta y cinco kilos.]

[Esto suena disparatado, ¿verdad? Pues vamos por ese camino. Y entre la grey masculina (idiotizada, politizada, temerosa, pensando en los populismo populares que aportan votos, sobre todo) hay quienes recomiendan dejar de levantar cien kilos o parecerse a ARNOLD SCHWARZENNEGER de joven, porque eso es el epítome del machismo. Los niños, tomándole como ejemplo, pueden culturizarse con mancuernas, no con libros de SIMONE BEAVOIR o alguna de estas pencas que tenemos por España predicando discriminación y humillación, y ser de adultos machistas ejemplares.]

MAGGIE DUBOIS, heraldo de una revolución sufragista que
no teme a nada ni nadie; en los albores de esta gran aventura
La carrera del siglo dispara con mucha sutileza contra los excesos feministas como satiriza ciertas “posturas heroicas”. Maggie demuestra cabezonería en sus tesis femirulas pese a que los elementos están dándola a entender que va a palmarla. Que el calor del desierto, o el frío del Polo, no tienen ni afiliación política ni sexual: acaban contigo.

El Gran Leslie (según mueve ficha para trajinársela) se lo explica de continuo. Que no es cosa de que lo diga yo porque sea un hombre. ¡Es la Naturaleza: asexuada y apolítica! La respuesta recalcitrante de Maggie es la de que “cualquier mujer puede hacer lo que un hombre”… hasta elegir el modo más estúpido de morir por pura obstinación.

Surge un factor que derrota a Maggie. Cuando Leslie intenta un acercamiento amoroso (previamente propiciado por Maggie), empleando los argumentos dados por Maggie del “sexo libre”, ella lo rechaza con firmeza de señorita bien no-sufragista y aun se indigna. Bueno, termina asumiendo Leslie: son así. Tornadizas. Hasta las sufragistas liberadas.

Los villanos (toda buena película se precia de tenerlos, de
calidad): los inefables DR. FATE y MAX. Depósitos de trucos
ruines, tienen trampas de todos los tamaños
Y al final, substanciando todo el metraje con peleas a tartas, aventuras de capa y espada y maquinaciones del Dr. Fate, cuando Leslie la propone matrimonio, ¿qué hace la sufragista que rechaza tal tipo de esclavitud social? Aceptar. Vestirse de blanco. Pasar por el altar. La victoria se decanta al final por el hombre; el factor amor triunfa. Aunque supongo que a Leslie le quedaba ahora una laaaarga vida en común aguantando murgas sufragistas que, sin duda, terminaría apoyando.

Entonces el Dr. Fate, viendo que no gana como quiere, exige se repita la carrera. ¿Cómo quiere vencer? ¡Demostrando ser el mejor! Por tanto, tan ruin, no es en el fondo.