Afiche. El ciudadano común ante la disyuntiva de si se somete a esta vorágine del día-a-día actual o se defiende con las armas a mano |
Posee
cuestiones muy al filo de poder defenderse o excusar este drama urbano de JOEL
SCHUMACHER (un filme antípodo a sus BATMAN —eludamos el debate ahora—). El
fuerte subyace centrado en el mundo actual: esta aceleración constante,
permeable, maleable, donde todo aquello que ayer era noble, por no decir sacro,
ahora es pernicioso. Los valores que anclaban han perdido agarre.
Flotamos a la
deriva en una marea de inconsistencias, caprichos, frivolidades, banalidades entronizadas e incongruentes
políticas cuya finalidad única es el lucro y la egoísta promoción personal,
disfrazada de grotescas “políticas sociales”.
También
desprende esta cinta la sensación de cerrar el ciclo de buddy movies que años antes inauguraba ARMA LETAL. Lo que ha venido después es una repetición de sus estereotipos,
impostados durante ese arco de tiempo.
BILL
FOSTER, un proyectista de defensa, emprende un caluroso día un caótico regreso
a casa a través del hervidero de Los Ángeles, odisea que le llevará a conocer fauna
tal de personajes y situaciones contradictorias, arbitrarias, extrañas, que van
a poner a prueba sus creencias, a las que se aferra por sentirlas brújula cuya
aguja señala el correcto camino, evitando las tentaciones o desvíos que
pudieran perderle.
Y llega un momento en que se elige lo segundo, porque los radicales del otro bando te fuerzan a rasdicalizarte, o perecer barrido como si nada |
Bill, cuya apariencia externa (y bastante la mental) parece
de la Administración KENNEDY, ha crecido respetando los valores que los
estadounidenses pregonan en su cine: amor a la bandera, la patria, ODIO al
comunismo, algo tangencial con la segregación racial o religiosa.
Su
opuesto, PRENDERGAST, un veterano sargento de policía a punto de jubilarse,
refleja problemas muy similares a los que “desequilibran” a Bill “D-FENS”
Foster. Una esposa neurótica. Una hija fallecida prematuramente. Un empleo
estresante. Unos compañeros gilipollas. Un capitán macho-man que rinde culto al Cuerpo, la violencia, las conductas
groseras que confunde con el carácter o la fortaleza.
Un buen poli el último día de curro. Un hombre con don de gentes, sarcástico, que sobrelleva la crisis como mejor puede. Con campechana filosofía particular |
Establecido
este paralelo, Schumacher nos da a elegir. Los dos las han pasado putas. Bill
está en paro. No encuentra empleo. Su educación sin embargo le hace pensar que alguien
con su sentido de la responsabilidad, la patria (no el patrioterismo) y la
lealtad, merece algo más. Lo del cirujano plástico, acaso. O un reconocimiento
por los importantes servicios prestados a la nación.
Lo que aflige a D-Fens es
que sus dogmas están cuestionados en este tórrido mundo presente, inconsistente,
descreído, deshonesto, desleal, donde es BUENO lo perverso ayer, mientras que
lo correcto, justo, necesario, es MALO hoy. Esa quiebra: le puede. Para más
inri, su situación familiar le hace parecer un acosador violento, resentido con
el tribunal por la orden de alejamiento (que ve injusta, pues él siempre ha
cumplido, como hacen los hombres responsables —así le educaron—). Acaba por
romperlo. Y emprende este día de furia.
Y
luego, el ejemplo Prendergast, que más/menos está en las mismas. Pero aguanta.
Acaso es una cuestión última de filosofías, de formación. Prendergast lo dice
al final: Esos tipos mienten hasta a los peces. Acepta el sucio cinismo de la
vida y a quienes la empuercan. Lo sobrelleva. D-Fens, no. La firmeza de sus
creencias choca feroz contra toda la porquería. Se astilla y destroza sin
remedio.
Su respuesta, violenta, no obstante no justifica aquellas exaltadas
críticas del momento de su estreno, que acusaban a la película de “fascista”
(hoy todo lo es, empero). Un adjetivo que empieza a estar ajado por su abusivo
uso a manos de “liberales” que sí tienen conductas arbitrarias con quienes no
opinan como ellos. Foster a nadie veja por su color de piel, sexo o religión. U
orientación sexual. Incluso: castiga a quien sí lo hace. ¿Entonces? Lo de
“fascista” ¿a qué viene?
Este
dinosaurio, en este tumulto que llamamos “hoy día”, no podía acabar de otro
modo.