viernes, 31 de enero de 2020

EL TURISMO ES UN GRAN INVENTO — QUE QUIEREN MARRARNOS

Afiche. Con estas pintas conquistábamos
el ancho mundo... demostrando por qué

Spain is diferent

BENITO REQUEJO, provinciano alcalde de un perdido pueblo aragonés, de quijotesca alma soñadora, y suficiente fuerza de voluntad como para perseverar, despliega, con su hablar característico y peculiares maneras, fuerte ofensiva entre sus paisanos pensando transformar su población en una de las tantas plazas turísticas que, durante el Régimen, se alzaron para rentabilizar nuestros recursos naturales como otra fuente de ingresos. (Por entonces, las había. No como hoy.)

El ancho mundo, Guerra Fría y Vietnam aparte, respiraba un aire general de prosperidad y de “fin de fronteras” con un presunto intercambio de culturas; en especial, Norte-Sur. Nosotros teníamos sol, playa y costumbrismo pintoresco; ellos: porno, noticias de la democracia, una aureola de modernidad codiciada por los compatriotas de entonces.

Este filme (de cuando España poseía una industria cinematográfica y los actores sabían interpretar, no como ahora, que antes que talento cultivan su politiqués, y sacrifican el argumento de la historia a los actuales progresismos tontainas, o copian comedias de JENNIFER ANISTON o HUGH GRANT —JULIA ROBERTS o HUGH JACKMAN les cogen supraorbitales—, o cintas de terror) es, comedia “costumbrista” aparte, mordaz crítica a una forma de pensar/ser que hace a nuestra nación mantenerse en unos estándares, si no de mediocridad, sí de avance renqueante, como también afea el desdén al visionario emprendedor aventurero (nosotros, el Imperio donde no se ponía el Sol).

La potente vis cómica de los actores no disimulaban las
sutiles denuncias de abandono y atraso que el país vivía.
Hecho con un admirable talento que, donde debe brillar,
escasea empero
Benito quiere llevar bikinis, go-gós, piscinas y demás productos del capitalismo turístico a su pueblo esperando modernizar una región olvidada, un poco por desidia del lugareño como por el Estado. Así que, ya ven, lo de la “España Vacía” no es un invento moderno, como algunos pretenden para saquear al Estado, enriqueciéndose a su costa al apoyar nefastos Gobiernos “progresistas”, camuflado bajo el pretexto de hacer el bien común y servir al populux mediante la política. Por supuesto, en clave cómica, nuestro alcalde, que quiere evitar la emigración y despoblación local, tropieza con obstáculos.

No de la Administración; lo suyo, asuntos de palacio, es ir despacio y por ceremoniosos conductos reglamentarios. Vienen de su gente. Todos pusieron los ojos como platos al soñar con los grandes hoteles, las suecas en bikinis provocativos (por entonces), un aire de suntuosidad de acero inox y cristal que contrastaba con la tasca local y la fonda que apenas había recibido mejoras desde las andanzas de CURRO JIMÉNEZ.

Y con las nórdicas y sus bikinis llegó la modernización a la
nación. Admitámoslo: sólo nos queda el turismo como
industria nacional. Pero la AnarcoIxquierda también
quiere cargarse eso.¿De qué vamos a vivir? ¿De los
fraudulentos cheques bolivarianos? Asco de
"progres"
Esta película, con sus agudezas enhiestas, refleja qué drama vive nuestra nación. Por un lado, quiere inmutables sus tradiciones. Muchas, antiguas, son además lucrativas (Semana Santa); por otro, quiere estar en lo hype de lo actual. Encima, cuando le exigen suelte lastre para poder cambiar, lo hacen de forma tan vehemente que suena a agresión, a arrancar por pelotas algo importante nuestro, que forma parte de nuestra identidad. Lo que nos hace españoles, vaya.

Sustituirlo por un delirante modelo “europeo” (donde defienden tenaces sus costumbres, al loro) metrosexual a ratos heterogay políglota ecolominista-apátrida/sin fronteras-de Izquierdas con lujos conservadores. No puede ser, y nos rebelamos, porque esa “realidad europea” que intentan imponernos pretende anular a España, hacerla un apéndice maleable, sin carácter u orgullo. 

Los que soñaban con la democracia=destape. Me pregunto si,
ahora, una vez "conseguida", anhelaban esto, o no; es peor.
¿Desencantados, en el fondo?
Es el peligro de la multiculturalidad: no conviven en simbiosis culturas, sino que lo nuevo fagocita al anfitrión, volviéndolo una neurótica masa amorfa aterrada con lo “políticamente incorrecto”, que debe contorsionarse para no herir a “lo nuevo”, o parecer racista de lo contrario.

Benito acaba triunfando… en parte. Me pregunto, empero, de ver qué avances hoy disfrutamos, si algo de su costumbrismo (casero, de pertenencia al terruño) no estaría tampoco mal perviviera. Es nuestra herencia, y legado. Y, dado que ya no tenemos otra industria, perder la del turismo, como ciertos van buscando, sería nuestra ruina total.