El afiche que nos ponía calenturientos. Un Universo de increíbles dimensiones y seres se escondía detrás de su policromía. ¡Qué simples éramos en 1977! |
Voy a obviar si STAR WARS tuvo mil y un borradores antes de llegar a la pantalla de
plata; sus numerosas vicisitudes durante el rodaje; su modesto estreno, así
como el bombazo boca-a-boca que éste supuso. Todo lo que también apuntala su
leyenda urbana y la hace adquirir sus dimensiones épicas (en eclipse, empero). Quasirreligiosas.
Su planteamiento apenas es novedoso, mas aparece
innovador, ingenioso, inventivo, inconmensurable. Es la enésima confrontación
de GOLIAT aplastado por DAVID pese a su alarmante inferioridad de medios, triunfando
sin embargo por la pasión, la fe, la certeza de obrar bien, y el Bien le premia
dándole la justa victoria. (También pelea por la justicia, un valor que la
experiencia nos revela cuán relativo es.)
Resuena la BSO de JOHN WILLIAMS... y la nave más interminable de todos los tiempos aparece. Era todo un festín de ¡novedades! lo que estaban presentándonos |
Procura Lucas así dar una imagen casi
completa del sujeto o sus edades, quien deberá madurar en un entorno de salvaje
aventura (más que la soñada, ¿eh, Luke?) y opresión militar que le sirve de
telón, de marco, para ir adquiriendo nuevas facetas de su carácter, topándose
con diversas elecciones cuyo resultado pueden encumbrarle o defenestrarle,
arrastrándole al Reverso Tenebroso de la existencia. O, en este caso, la
Fuerza.
La restante sustancia de una cinta de Serie
B que ¡ensalza! la ciencia ficción (épica; los sibaritas ya tenían el tostón
pretencioso de 2001, UNA ODISEA EN EL
ESPACIO), una que parecía barato producto de consumo de matinés e imperio
desastrado de ROGER CORMAN y sus mutaciones atómicas propias de ED WOOD, además
de la partitura de JOHN WILLIAMS, la compone el elenco inglés, donde PETER
CUSHING encarna la rotunda amenaza que el Imperio supone, y ALEC GUINNES es el
MERLIN de Tatooine, ese sucedáneo de Arrakis. Luego, listo a volverse
preeminente, inspira DARTH VADER, acaso el mejor supervillano del cine. Un
amedrentador engendro blindado fascinante.
La Fuerza es otro elemento cautivador.
Religión, recurso, magia. No precisa explicarse; sólo saber que existe.
Elegante y atractiva, no requiere iconos o altares. Es una suerte de hechizo
relacionado con el Multiverso, pues como sucede en éste, unas veces el Caos es
fuerte; otras, la Ley; casi siempre, el Equilibrio. Estamos en una época en que
la Fuerza flaquea. Espera poder regenerarse. Mientras, deben apañarse los
rebeldes, de difusa fe en la Fuerza, con sus propios medios para destruir la portentosa
Estrella de la Muerte.
El simbolismo de “una nueva esperanza” lo
explica recordar cómo era la ciencia ficción en Década 70: sombría,
catastrofista, madmaxiana. Reflejo del ánimo sociopolítico que generan la
crisis del petróleo, el tambaleo de la fe en las instituciones, los hippies. Perder en Vietnam también
conmociona: Goliat tundido por el menudo David asiacomunista.
La
guerra de las galaxias
conjuró un estallido de luz, ilusión, magia, fantasía, en medio de ese proceloso
panorama. Resucitó la fe infantil en un futuro mejor. Nos convirtió en paladines
de la cautiva princesa otra vez. Puros. Ingenuos. Inocentes. Ilusionados con la
idea de que el Mañana-Mañana sería espléndido porque, ¡por fin!, los buenos sí ganarían.