Espacial portada que trata de reflejar algo que no sale en el libro. Bueno. Supongo que la cosa es prender el interés del lector |
JOHN BROSNAN continúa relatándonos sobre
esta distopía, pero más desde el alto cielo gobernado por todos los vientos.
Mientras en la primera novela veíamos qué penurias sufría un planeta que estaba devorando
un vasto yermo (una profusión de hongos artificialmente generados que amenazaban
con extinguir toda vida) desde un plano feminista (que el australiano cuestiona
sea esa maravilla
que afirman por aquí), ahora la superviviente de aquellas azarosas andanzas, la
mediocre metida a superheroína Jan Dorvin, tripula una poderosa máquina volante
cuyos recursos HITECH destina a mejorar la vida de los pobre lacayos que
vegetan sobre el suelo.
En estos dos años, Jan ha ido descubriendo
cosas. Puede rebosar nobles/buenos sentimientos e intenciones, mas el roce con
la rudeza, la desconfianza, la envidia, de unos y otros, cuanto la han granjeado
es un ODIO general que la acompleja. Intenta manifestar acero, ¡MÁS ACERO! al tomar
drásticas decisiones, empero una vez y otra la chica timorata de la colonia
ultrafeminista de Minerva, la nuncanada que la consideraban, resurge embotando
su defensa ante las amenazas físicas que la rodean.
Que aumentan cuando la IA de su poderosa
nave se amotina, destinándola a una terrible suerte en tierra. No es todo su
problema (por sí notable): Jan tiene un vástago, hijo del estupro que sufrió a
manos del insidioso MILO, quien resulta estar emboscado en el ADN de la
criaturita. Detona de pronto en toda su sardónica maldad, suponiendo otra fuente
de peligro para su “madre”. Y para colmo, Jan carga con el castrado RYNN.
JOHN BROSNAN en plan marchoso (espero) |
La
guerra de los Señores del Cielo
desenfoca sin embargo un tanto la atención sobre Jan, Imperatrix renuente-sin
corona de los celestes confines, para nuevos personajes presentar que, sin
llegar a carismáticos, tienen interés. Como los que aloja la decrépita nave del
DUQUE DU LUCEN, rancio aristócrata con problemas palaciegos. Es como Jan: asumió
el poder a desgana (estaba muy cómodo de diletante en la corte del verdadero
duque, su hermano), y sufre gestionándolo.
A su intrigante corte llegan malas noticias
sin cesar. Bajo la forma de EL RASHAD, otro Señor del Cielo, un peligroso
fanático musulmán, Brosnan cuestiona la auténtica ansia de pax, tolerancia,
respeto, del Islam. Cuesta aceptar sus argumentos a favor de esto cuando vemos en
los noticiarios brutales/despiadados atentados donde la vida humana es menos
que nada para gente que piensa que ganará el Paraíso así.
Y es culpa suya; ahórrenme sandeces.
Mientras que en Roma un Papa reprueba constante actitudes poco
cristianas/católicas, y ya depende del creyente obedecerle o pitorrearse, no
conozco un solo responsable islámico que levante enérgico su voz y afirme: No,
mujaidines: así no iréis al Edén. Así no se gana el Paraíso. No habrá huríes.
Presos de esa fanática convicción religiosa, intolerante, una firme voz de su
credo que les reprenda implacable podría ser determinante para cesar esas
masacres.
Esta cubierta sí se acerca más al texto. Aunque también parece una escena de EL OSCURO DESIGNIO... |
No suena, repito, esa voz autorizada. Es
más cómodo culpar a Occidente y al Gran Satán TRUMP (o cualquier otro) de sus
miserias cuando son sus rígidos predicamentos prejuiciosos los culpables de estas
muertes.
Brosnan, en medio del jaraneo aventurero y
los agónicos prodigios científicos
residuales de nuestro presente siglo, aprovecha para, como todo buen autor de
ciencia ficción, hacer crítica social. Con suavidad, punza. Desmitifica al
feminismo (el que quieren imponer, mostrando a Jan diversas falacias y embustes
supersticiosos que empiezan por castrar al hombre) y ahora, el Reverso
Tenebroso de la evolución científica, la corrupción áulica y la intolerancia de
una religión que debemos tomar con paños calientes pues criticar sus más
sanguinarias costumbres resulta racista, “alienta” sus atentados.