Destaco de este clásico de ROBERT HEINLEIN
aspectos que encuentro ingenuos… así como inquietantes paralelismos con la actualidad. La ingenuidad desprende como… impropia inmadurez
de este autor, tan sólido y versado. Esboza elementos que luego cristalizarán
en la polémica (porque los tontolavas progres
quieren) TROPAS DEL ESPACIO, como la
compleja relación paternofilial de los protagonistas, la amenaza estelar, la
fuerza expedicionaria terrana que viaja al planeta origen de los problemas con
sanguinario afán vengativo. Lo demás: el lector lo está viviendo.
Diferencias: un ente espacial contagia a la
población, que sufre sus secuelas a todo nivel. Nosotros padecemos una mutación gripal. En el
libro: son parásitos de Titán, la brumosa luna que orbita Saturno (y tiene
encandilada, junto con Marte, a los astrónomos. Suponen algo habita allí —no antropomorfo, tal vez vegetal— por
precipitaciones desde las nubes de materia orgánica. —Empero, en ese plan, estaban
con Venus, y, al final, ni dinosaurios ni nada. Sólo calor extremo y presiones
insoportables—.)
Los NIVENS, padre-hijo, agentes de un
supersecreto grupo gubernamental de defensa y espionaje (como S.H.I.E.L.D.), investigan
una anomalía sorprendente. Un OVNI (el disco clásico) aterriza en una población
norteamericana de relativa importancia (en un país superviviente de la Tercera
Guerra Mundial, cuyo estrago apenas se traza, y de modo tan local como
insuficiente —pese al apoqueclipse nuclear que se afirma en alguna parte hubo—,
aunque no impidió esfuerzos colonizadores en Marte o Venus, o existan
aerocoches —pero no computadoras personales, pese a tener los teléfonos
especiales implantados en el coco) y libera babosas. Tras pegarse a la nuca,
controlan al portador.
ROBERT A, HEINLEIN (otro habitual del blog) firmando. A la sombra de esta narración se han hecho ciertos filmes. Tal vez el último sea HIDDEN (o que yo conozca) |
Su alarmante expansión vírica domina, en
días, una vasta extensión de Estados Unidos. Sospechan que la Unión Soviética
(otra superviviente de la Tercera Guerra Mundial) está ENTERA colonizada por
los repulsivos invasores. Heinlein atina cuando afirma que una invasión de este
tipo prosperaría mejor en naciones que mantienen el secretismo, la manipulación informativa y la injerencia en la
privacidad ciudadana en tal grado de erección que la paranoia no es una
enfermedad, sino una forma de vida.
Gran parte de Norteamérica estima que la
plaga es, por su misma naturaleza, imposible. ¡Aliens prendidos a los hombros
de la gente, a la que esclaviza para obtener sus siniestras metas! Ni con la evidencia ante sí, creen
al Gobierno. Fructifica el recelo al federalismo y la centralización. (¿Te
suena, caveat lector?)
Portada foránea de un mundo que supera la Tercera Guerra Mundial (nuclear) con viajes a otros mundos o coches voladores. ¡Pasmoso! |
Amos
de títeres retrata nuestra
España actual. Sólo que nos enfrentamos a dos contagios: el vírico y el que el
Gobierno “progresista”, obra de avarientos nazionalistas, genera
mediante la adulteración informativa y las redes sociales. Vivero de sus republi-sicarios,
arrojan ponzoñosos mensajes de ODIO contra la población crítica, no… “participativa”.
Primero, niega la gravedad del contagio. Segundo, manipula la información, sobornando a los medios incluso, lo cual
obligó a redactar comentarios errados. Tercero: causa una sensación de improvisada
precariedad con las medidas sanitarias, que suena a
broma que gasta al sufrido ciudadano: hoy mascarilla, sí; mañana, mascarilla,
no. Fíjate en esos gilipollas: nos obedecen en todo, pese a su absurdo,
con tal de decirles “es por su salud”.
Este ‘Gobierno’ actúa con duras konsignas kriminal-komunistas: negación de los hechos, deliberada desinformación, despiadado ataque al crítico mediante la agitación de las masas desde las redes sociales,
desde donde trabajan como los esclavos de las babosas del relato: sin pensar. Degluten
lo que les mandan decir desde El Galopagar…. o Caracas. Por tanto: nos “lideran” engreídos amos de títeres “progresistas”. Manipulan nuestras vidas a su dictatorial antojo. Son hechos contrastables. No ocurrencias al descuido.
Heinlein muestra ingenuidad al tratar la
forma médica del ‘contagio’, e inseguridad por no acabar de precisar si las
babosas son los amos, o las armas de esos titanes élficos que, se supone,
construyeron las naves. Apenas describe laboratorios llenos de técnicos
concienzudos. ¡Hacen en un zoo las pruebas genéticas! La ficción nos ha
abarrotado de imágenes de trajes estanco y sótanos acorazados donde tamizan exhaustivamente
toda partícula del aire. En el libro, sin embargo, ¡en cueros que van! (Sobre esta
medida “sanitaria”, creo que PHILIP JOSÉ FARMER le hubiese sacado mucho más
divertido provecho. Aunque eran otros tiempos. Más conservadores, recatados, anublados
por el MCCARTHISMO —que Amos de títeres
también puede verse alegoría sobre el poder infeccioso del comunismo—.)
Au así, incomoda leer imaginaciones de 1951
que vives ahora, en 2020. Por algo les llaman, a estos autores, visionarios.