Portada. Los libros de Alianza, pese a ser "de bolsillo", siempre me han parecido de prestigio. Cuidada selección de autores y formal presentación de los textos |
Atisbo en el cuento El ser en el umbral rasgos biográficos del atormentado autor,
HOWARD PHILLIPS LOVECRAFT, a quien considera cierta “progresista” intelligentsia oficialmente racista. No a un escritor al que la
bomba atómica popularizó.
Son estos tiempos, ‘iluminados’ por una
nueva puritana “pureza” ideológica (nada de machismo, todo feminismo; nada de racismo, todo multicultural...) que tiene un efecto pernicioso:
convence al joven lector inexperto, inmaduro, con las ideas “progresistas” de constante
rictus erectus, superpopulista (multicultural/sexual, funambulista-feminista, sectario como
el peor fanático conservador, intransigente con todo quien no siga su liturgia,
prodigada por biliosos líderes tan mezquinos como rencorosos/retorcidos, que ven en el comunismo censor y violador de derechos humanos, supresor de libertades, panacea a todo
problema —mas feroz con sus intocables privilegios—) que es una AMENAZA leer a Lovecraft, sin
reparar en la época del autor o que, éste, ni siquiera hace política. Lo que nos
llega de él, de verdad: es su obra (que contactó mejor con el Hombre que ya
viajaba al espacio y “convivía” con mutaciones radiactivas).
Por tanto, signado el SOLITARIO DE
PROVIDENCE como racista (y fascista,
y onanista, y toda cosa mala acabada en “ista”),
¿qué hacemos con su obra? Porque Lovecraft, al menos, es de las firmas pilares de
la reciente literatura universal, si no de la CultuPop. Para empezar, notable
es la inspiración que ha generado (y seguirá haciendo), como testimonian ROBERT
E. HOWARD, o ROBERT BLOCH, aun MIKE MIGNOLA, o SAM RAIMI. ¿Logran tanto TANTO
los escritores progres?
¿Se quema, se esconde (recordemos: CAPERUCITA ROJA se considera machista y debe desaparecer, como
PETER PAN y no sé qué más), se
sataniza, se reescribe para adaptarlo a lo políticamente correcto de esta Caza
de Brujas Inquisitorial Izquierdista, emprendida por quienes siempre condenan
las censuras, empero ansían practicarlas? ¿Qué hacemos con sus relatos, siendo
tan tóxicamente xenófobos? Para leerlos,
¿los pasaremos, clandestinos, debiendo preservarlos como en FARENHEIT 451, temiendo nos aprese la
Policía del Pensamiento Comunistamente Correcto? ¿Qué vamos a hacer, Howard?
Suena a exagerada sátira escabrosa, mas los
tiros ya van por ahí. Un mameluco de Izquierdas/Progresista (los peleles de
Derechas ni merecen mención) suelta una perla parecida sobre un escritor, y lo
condena por los restos, porque aquellos que siguen al memo tienen tan carcomido el cacumen por las
consignas desvariadas que ni se plantean investigar por su cuenta; acatan,
serviles, las doctas injurias extraviadas.
Lo que nos interesa, empero, es el sondeo a
la obra de Lovecraft, como la presente en este recopilatorio. Revela, aparte su
erudita y prolija prosa, su “preferencia” por lo arcaico y deforme, físico o
mental, junto a qué pánico tenía a los abismos, subterráneos, siderales,
oceánicos, boscosos, temporales, sigul de intensa agorafobia personal. Va ese
detalle de que paseaba de noche para evitar a la gente, pues quizás su poco
agraciado aspecto produjese, si no repulsión, muestras de repelencia. Un
glorioso apocado era, el autor.
Repelencia que Lovecraft exponía por los
extranjeros (el racismo que le imputan) que mancillaban la puritana y aun
virginal Norteamérica que sólo existía en su cerebro, que anhelaba el siglo
XVIII por ignoro qué motivo. Entendería en clave steampunk el XIX, pero ¿el XVIII? Da igual. Manías.
En todo caso, Lovecraft es un campeón de la
literatura; cuando menos, fantástica. Desde sus influencias (POE, MACHEN,
DUNSANY…), edificó un poderoso imperio de terrores basados, sobre todo, en su
pavor por lo gigantesco, lo cósmico, los cultos pasados cuyo légamo era tangible,
no sobrenatural, fe en amorfos astronautas de estrellas remotas que, como PREDATORS, cayeran cuan indescriptible
color a tierra para dominarnos.
El
ser en el umbral le
retrata, grosso modo, así: el débil coprotagonista, escritor ocultista, cuyas
siglas tienen también tres letras; su esposa, a la cual va caracterizando como
ente usurpador (la mujer, que va mutando la conducta del marido-soltero), cosa
que quizás Lovecraft temiera le pasara (recordemos su matrimonio bianco, poeiano…); la posesión del sujeto,
cuan analogía de su cáncer fatal.
No veo nada maligno (sí ameno) en estos
relatos, germen de esa fantástica Era Hyboria o Valusiana. Interesa parar a estos
mentecatos de la intelligentsia
cultureta, porque, de dejarles, cuanto gustamos y es viejo, como CTHULUH, lo reemplazará no sé qué mierda genérica
zombificante homoX-minista. Esos sí son la amenaza. No HPL.