Afiche saturado de color rojo. Como EL REY ESCORPIÓN, una actriz asiática tiene relevancia en la cita, que "tributa" al rey "pasmado" de los relatos de HOWARD |
En algún momento, la tropa decidida a
dirigir esta simpática película de aventuras “prehistóricas” sword against sorcery, cuya principal
virtud/pretensión está en no tomarse muy en serio y querer amenizar, sin buscar
construcciones filosóficas ciclópeas, confiando volverse mítica a posteriori, descubrió esa peculiar “simpatía
aparente” entre Brule y Kull, y la enmendaron volviendo a la conspiradora (en los relatos)
ZARETA en futura esposa del brioso bárbaro rey del hacha, que parece así más un
económico remedo de SLÁINE que el
personaje creado por ROBERT E. HOWARD (quien ganaba medio centavo por cada dos
palabras; y cuando los cobraba).
Urden, tomando acá-allá elementos impresos
por el tejano en la biografía del ambicioso atlante que llega, mediante “golpe
de estado”, a rey, una semblanza más leal al espíritu de hazaña contra la
hechicería que la presente en los relatos de Kull. Detalle llamativo de esos cuentos es que, excepciones
violentas aparte, dibujan a un Kull amargado, reflexivo, cabalístico-filosófico,
contrariado por el creciente peso de la esclavizadora corona e hipócrita boato
de la corte, que queda perplejo, inerme aun, incapaz de reaccionar con viveza,
ante las amenazas que suponen tanto THULSA DOOM (aquí sustituido por AKIVASHA —exótica
TIA CARRERE—, antigua Imperatrix diabólica que conspiradores resucitan para
reponer su viejo predio impío) como los intrigantes hombres serpientes, introducidos
en todos los niveles de la civilización valusiana, a quienes Kull jura
destruir, mas Howard lo resuelve con un par de frases estilo: y la sangrienta cruzada
fue larga, empero triunfó Kull.
Howard, de paso, homenajea a LOVECRAFT al citar a terribles dioses-astronautas allende otros planos,
eludiendo desarrollar esas prometedoras batallas antireptilianos.
Sabiendo cuán peligroso es, Kull no galopa
su ancho mundo (donde, pese a las milenarias civilizaciones que lo tapizan, no
hay avance tecnológico —menudo fracasados eran esos mendas—, algo incongruente,
si las comparamos con la nuestra) buscando a Thulsa Doom para apiolárselo. Se agota
evitando conjuras destinadas a derrocarle. O aun haciendo de cameo en algunos
relatos. Un pasivo contrapunto al vivaz CONAN, es Kull.
Diferente a esta dinámica cinta donde, partiendo
del interminable complot contra él, surgen peligrosos elementos sobrenaturales,
contra los que Kull, un competente KEVIN SORBO, sin demora navega a eliminarlos
radical. El resultado brinda una cinta provista de dignidad, rodada entre
fiordos centroeuropeos y ruinosas ciudades bálticas, en los textos descritas no
obstante como marmóreas maravillas epatantes, mas imposible aspiren a ser
capitales de imperios como Valusia. Lo más: cubiles de bandoleros…
Pese a esta patente falta de medios, Kull el conquistador
(salvo a Zareta, pues le “regalan” la corona, no sé qué conquista) honra al
personaje de Howard mientras entretiene. Otras más aparatosas, aspirando a “míticas”, ni llegan. Son
mero huero artificio. Sin médula.
Dejo a reflexionar que… conforme al nuevo espíritu
antimachista-racista del Weird Tales,
cuna de estos relatos, que ahora rechaza historias del estilo de las de Howard
(cuyo director le considera estúpido,
como a Lovecraft fascista —avisos
para que no les lean las nuevas generaciones de panfeministas antifascistas fruto
de la putrefacción progresista, perdiéndose, así, su rico legado—), este tipo
de personajes (Conan, SOLOMON KANE, aun SHERLOCK HOLMES —por misógino—) jamás habrían existido.
Lo que
amenaza sustituir a esos iconos que proporcionan metraje (o TBOs, o videojuegos,
o DRAGONES Y MAZMORRAS…) tiene pinta
atroz, deformada, voluble, reflejo de una Sociedad en descomposición, no
transformación, digno ejemplo del volátil, incierto y voluble ahora
neopuritano, lo definen, acuñado, curiosamente, por los hijos de los “contestatarios”
de Década 70 y 80, que pedían ¡MÁS CONAN! y tías sexys dibujadas por RICHARD
CORBEN, por citar a una leyenda, hastiados del beato conservadurismo opresor de
su juventud. Ahora, resulta que los ‘ilustres’ anticonservadores son los censores.