Cubierta de "reciente" edición nacional. Lo objetable estimo se encuentra dentro |
Aprovechando la nueva moda por Venus, glosaré
esta (tosca) saga de EDGAR RICE Burroughs, rey de la ocurrencia improvisada, algo
“heredado” de las aventuras de JOHN CARTER. Mas en Barsoom consigue que el
virginiano te caiga bien. Simpatizas con sus tonterías y desatinos (recurrente hecho
en la obra de Burroughs: John Carter —o Carson Napier— descubre algo, o se
entera de algo, y lo entierra en su memoria, siendo empero dato o hallazgo crucial,
hasta el momento en que, de haberlo tenido presente, hubiera evitado un
desastre) y los vas pasando. Aunque es una tolerancia que no evita la crítica.
Además, el sensual fetish barsoomiano y su fértil imaginario ayudan a crear esa complicidad con reparos. (Aun así, la
saga marciana no deja de ser traslación del Destino Manifiesto estadounidense:
el protestante, o calvinista, blanco imperialista pone pax en un vasto reino
fraccionado, lleno de facciones nativas tumultuosas, que luego domina.)
Y si ‘empatizas’ con John Carter,
comprendiendo es hombre del siglo XIX, vet del bando sudista, con
idiosincrasias sureñas sobre la galantería, la esclavitud, la lealtad y la
acción, Carson Napier es un ario prepotente engreído que cae mal desde su
primera aparición, impresión que agrava el relato de sus penurias en Venus, supuesto
hervidero de vida.
[Como hasta hace ¿dos años?, lo era la remota luna de Titán. Suponían había líquenes tapizando su suelo, exhalando no sé qué flatulencia letal para nosotros, pues detectaron precipitaciones de ¿aminoácidos; materia orgánica? desde sus nubes, lo cual permitió especular sobre los líquenes o algo más fantasioso reptar allá. Todo eso ya no es noticia. ¡Ahora triunfa Venus! (A ver cuánto dura.)]
Obsesionado Burroughs con el
exhibicionismo, el longevo forever young
y la telepatía, también esta historia contiene esos elementos. Mas, en Venus, los baraja de descuidada forma.
Napier, falso de Hollywood, ingeniero
visionario, aventurero de Década 30, vago esbozo de DOC SAVAGE, tuvo durante su
infancia un preceptor hindú que le enseñó ¡la telepatía y la proyección astral
(¡vaya tutor, macho!)!
Así embauca al “telegrafista” (supongo es
Burroughs) que, mediante contacto telepático, referirá sus andanzas en Marte,
planeta al cual quiere ir a bordo de un prototipo del V-2 nazi (interesante dato),
aunque un error matemático le lleva, encima de potra, a Venus, donde rigurosas
teorías científicas suponen todo es puro páramo. Pues no, señor.
Napier descubre la arbórea civilización Amtoriana,
a los mendas de Vepaja y se enamora de la inmarcesible/intocable DUARE (pálido
calco de DEJAH THORIS; donde aquélla es fuego y sexo, esta elitista beldad es
retraída, enfundada en túnicas polinesias). Napier se mete a pirata (tras circenses
aventuras), capitaneando a un grupo de valientes guerreros aborígenes, ¡algunos
alados!, quienes, sin su liderazgo, no obstante nada valen.
Cubierta "de entonces" con los elementos casi más descriptivos de lo que el lector puede encontrar al leer estas andanzas... de un aparente Tarzán importado a Venus |
Destino Manifiesto, de nuevo. Entre lo
enervante de la historia está que, pese a la promesa del enlace telepático, este
“superhombre” no contacta una sola vez, ni cuando temía moriría al caer al Sol,
con su “biógrafo”; ni notifica el hallazgo de vida venusiana. Olvida su pasmosa
facultad mental, o al V-2 que lo llevó al planeta, poderosa máquina que
desaparece de la novela apenas Napier la abandona, y que hubiera convencido de
su terrana procedencia a los vepajanos. (Por no hablar de su uso tecnológico.)
Burroughs lo sublima a las desventuras de Napier, la gramática vepajana y la
crítica al comunismo, plaga también en Venus, que embroma a las confundidas masas obreras
indígenas para derrocar a sus elites arborícolas y constituir un paraíso obrero
de igualdad, aunque sólo sus líderes gozan de los privilegios que prometieron repartir equitativa y universalmente.
La áspera trama sugiere agotamiento, hastío, en Burroughs. Aun inconfeso miedo a no poder superar el éxito de John Carter (no puede, en efecto), lo cual sugiere eso atascó su creatividad. Indiferente quedas al destino de Napier, tras ser capturado al final.