Portada con fotograma de la peli. Novela que busca imitar el estilo de PULP FICTION, consiguiendo empero un confuso resultado final |
Recelen de la enfática frase en
contraportada que afirma que muchos escritores podrían aprender de JAMES
SALLIS, autor del relato. Porque es
Sallis quien debe aprender de DONALD WESTLAKE, o JAMES ELLROY, pues si bien la
adaptación cinematográfica de su historia es un lujo, cuya magnitud
aumenta tras leer este relato, el libro, por su ambigua parquedad o constantes flashbacks y contraflashbacks se convierte en una enmarañada pesadilla de difícil
secuencialización.
De haber seguido la línea argumental de la
película (¡aclamad al guionista y director!), comentaría una notable obra del noir protagonizada por un personaje
europeo. Explico, por pasos: la cinta es moderna adaptación de RAÍCES PROFUNDAS, que desarrollaba un querido
clásico argumental norteamericano: el mal-buen hombre que padece un brusco
ataque de conciencia, salvando a los débiles que conoce.
En la película, al nómada Drive conmueve la
situación de STANDAR GABRIEL por el solapado amor que fue germinando por ELENA
(IRINA, en el libro) y su chaval. En el texto, Drive no siente especial
simpatía por Gabriel; es otro compinche de atracos al que la policía mata durante
un robo frustrado. Tras esto, se lía con Irina. O, mejor: “intiman” más. El
muerto al hoyo…
Sallis empero sí acierta con el carácter de
Drive. Lo sitúa sin ambages en el Reverso Tenebroso. Especialista de cine, se
alquila como conductor para según qué atracos. Va consolidando una reputación
combinada, tanto en el mundillo hollywoodiense como el hampa. Eso engrosa sus
beneficio$. Es europeo porque el
trabajo de Drive es atracar. A eso se
dedica. No a vengarse por cuestiones morales, éticas o sentimentales
sobrevenidas.
JAMES SALLIS, maduro autor, se precia de tener grandes maestros del género para "asesorarle". Parece se saltó algunas clases... |
Detalle estridente de la novela es el que, con limpia eficacia, resuelven en el filme (ah, las ODIOSAS comparaciones…): cuando dan el palo que, en la cinta, cuesta la vida a Standar Gabriel, persiguiéndoles un cochazo negro a continuación, en el motel Drive ya está bastante encabronado. Intuye letal juego sucio. Sí, BLANCHE está chuleándome. Por tanto, reacciona como debe: Quiero respuestas, tía. Ya.
Mas Sallis ¡les sienta en un motel a ver
películas!, pese a que Drive sospecha que Blanche se la va a meter doblada, si
no lo ha hecho ya. Tan pancho queda, el tío, esperando la situación se solvente
sola, hasta que les disparan. Esto tampoco lo mueve a procurar aclarar los
hechos, huir a Méjico, qué sé yo. Sallis le muda de un barrio a otro de Los
Ángeles, perfeccionando su contacto con la comunidad hispana.
Sallis impulsa atrás de tal modo la
biografía de Drive, de un capítulo a otro, que rompe la ilación de la trama.
Debes demorarte releyendo para hallar la senda. Después, maneja de tal forma la
historia (convertida en el filme en opresiva huida por la supervivencia,
centrada en varios días) que tan pronto está Drive en Los Ángeles rememorando
batallitas con su compi escritor, como va a Phoenix, según evoca su infancia
con su madre demente. Y luego, esa parquedad al describir ciertos hechos.
¿Quién fue el que disparó?
Portada de la tardía secuela. Ya veremos qué tal, incluso en cine |
Y los villanos. En la película, NINO y
BERNIE, con viles motivaciones potentes, asesinas, causan escalofríos. En la
novela, son sibaritas burgueses de urbanización que te invitan a comer con postre caro para
después intentar rajarte las tripas. No tienen la fuerza bruta primitiva que despliegan
sin tapujos en el celuloide.
Cuesta entender cómo novela tan caótica (no
ácrata) encontró hueco en pantalla. Es otra evidencia de que el cine, ávido parásito
real, desarrolló un lenguaje práctico capaz de enmendar cuantas arrogancias o
paridas subidas de estilismos tiene una novela, Drive en este caso. Lo que explicaría su adaptación es que
Hollywood devora a lo loco y compra sin mesura derechos a troche y moche,
esperando filmar algún blockbuster
entre tanto.
Sallis, como todo escritor que se digne, busca crear un serial. Anuncia, pues, la secuela.