Cubierta. Cierra una trilogía de aventuras, con interesantes ideas, cuya modestia sin embargo ha sido obstáculo para obtener una mayor difusión, que merece |
JOHN BROSNAN debió recordar EL
LABERINTO MÁGICO para concluir
su trilogía distópica/“feminista” con una amarga nota final. Resuelve, de forma concluyente, el
debate utopía-distopía, solución que encaja con lo que muchos sospechamos
sucede realmente con las utopías. La respuesta está en la breve y aun
descorazonada charla que Jan sostiene con el insufrible MILO HAZE (una de sus
copias, en realidad) sobre el barco que el “mejorado” Milo está construyendo.
¿Cómo avanza, esa construcción? Pues… va…
Además, el lector de este último volumen
deducirá qué juguete de la Ciencia es el Hombre, parafraseando al Bardo.
Recordemos: el yermo devora la Tierra futura, extensión baldía llena de hongos
gigantes y criaturas mutadas por ingenética que, día-a-día, van encontrando más
reducida su tierra de cultivo o cotos de caza. Luego están esas mismas
monstruosidades de diseño, fruto de las Guerra Genéticas. Enloquecidas por querer
tener la primacía monopólica, las Corporaciones crearon virus y mierdas afines
que acabaron automutando. Destruyeron el mundo, generando la creciente
entropía.
En esta Tierra malviven según todo empeora aislados
puñados de colonias. Arrancamos en la de Minerva, estado femirulista que vive de fabulaciones hembristas, no
realidades, y de varones “capados”. Otra cosa que dificulta la existencia son los Señores del Cielo, titánicas naves gobernadas por déspotas que utilizan su capacidad de
bombardeo para someter a los atrasados asentamientos terrestres, que viven por
tanto bajo vasallaje.
JOHN BROSNAN, oriundo de las antípodas, que nos deja en nuestro mercado esta saga de corte "feminista"... donde desvela sus fantochadas, hechas empero dogma hoy día |
Jan Dorvin, la protagonista, no nació para WONDER WOMAN, por cierto. Tiene fallos físicos y de carácter, pese a su modificación para ser una “hembra superior”. Empero termina debiendo ser Wonder Woman… con notable renuencia. Conoce al insoportable sádico Milo Haze, antiguo dueño de Corporación genética, que ansía tener el remanente de HITECH resistente en el planeta, o en órbita, para cumplir su destino: ser dictator.
Todas estas aventuras van desembocando en
la terminación desalentadora que imprime Brosnan al texto: la Humanidad es
esclava-rehén de la misma ciencia revolucionaria que utilizó antaño para
obtener pasmosos progresos en medicina, colonización submarina o espacial. Una
IA, FEBO, acaba dominando a los supervivientes, pretextando emplear una “benigna”
férula que diseñó para someterlos durante un microsegundo, como el que tardó
SKYNET en decidir disparar los cohetes nucleares.
Siempre hay alguien convencido de que puede hacerlo mejor que el resto, sus ideas
son más preclaras y acertadas, aunque puestas en práctica sean un desastre, y
apenas logra el medio de imponerlas, abusa. Los pocos supervivientes australianos con los que Jan,
RYNN-ROBIN y Milo acaban mezclando sus vidas, una vez esclavizados por el Señor
del Cielo nipón que era su azote, ahora dependen como yonquis de vestigios de
una HITECH que ha madurado un concepto de “yo sé hacerlo mejor, dejadme no sólo
que lo demuestre; encima os tutelaré, pues sois incapaces de madurar solos”,
abocándose a eso.
Otra obra de este señor. En lo literario, es competente, fiable, tendente al pulp; quizás por eso las "elites" ni quieran saber de él |
Tal paradigma nuestra actual zoociedad está ya experimentando. Estamos volviéndonos tan dependientes
de medios virtuales de ocio, o comunicación, que en verdad ofrecen opciones
difíciles, si no imposibles, de conseguir por medios tradicionales, que podemos
perder ciertas libertades a cambio. Algún día, nuestros PC o celulares nos enviarán
un mensaje, cordial pero ineludible, dictándonos la agenda del día, la dieta,
las reuniones con tal o cual, calcularán qué pareja es más ideal para
relacionarse. Todo mediante algoritmos que han calculado que tu felicidad es
mejor de este modo mío, que siguiendo tus procedimientos clásicos. Algo así
como: Déjame a mí; te conozco mejor que tú mismo. (Aunque su retrógrado opuesto no es, ni de lejos, mucho mejor, o deseable.)
Y ahora veremos si nos plegamos al veredicto electrónico o nos rebelamos. En el caso de Jan, hasta eso la han mutilado, pese a tanto negarse admitirlo. Esta trilogía de Brosnan, en conclusión, va sobre inevitables perdedores, pesimista y desasosegante.