Afiche. Pese a esa foto de grupo, esto no es como LOS GUIARDIANES DE LA GALAXIA. Va más de ciencia, que de peleas estelares |
El principal (si no único) atractivo de
esta cinta de DANNY BOYLE está en la distopía
climática que origina la trama, una que desdeñan los ecologretas
(esa gente tan ruidosa, tan “preocupada” por el Cambio Cli que AHORA callan
sobre la guerra rusa —por estar sobornados en rublos
su movimiento, esto es—) en sus catastróficos paneles gubernamentales
financiados por la ONU, y que podrían ser asimismo fraudulentos,
por discriminar aquellos estudios que cuestionan sus alarmismos: un Invierno
Solar.
No es tan descabellado como pudiera
parecer. Los escenarios concernientes al Sol son tres: el primero que se hinche
de golpe y nos engulla, o abrase con devastadoras ráfagas de energía; otra es
ésta: que se enfríe y encoja de tamaño. La tercera son enormes oleadas de
llamaradas, que achicharrarían los satélites en órbita, sus primeras víctimas. Luego
debilitarían el escudo electromagnético terrestre, exponiéndonos a radiaciones
cósmicas y tal. No adquiriríamos superpoderes, empero, de soportar su flagelo.
El Invierno Solar lo refrescan los
astrofísicos con cierta periodicidad. En especial, cuando abundan las manchas
solares. El Sol asimismo sufre periodos estacionales. Tiene inviernos y veranos.
Cuando los astrofísicos refieren de invierno en el Sol y manchas, medio van pronosticando
que su brillo puede menguar y esto podría ser, si no definitivo, de muy larga
duración. El astro rey es máquina que
puede desajustarse con sorprendente rapidez, pese a ser una estrella burguesa
que suele comportarse con decente regularidad.
Parte del elenco. Todo inclusivo, como debería ser normal, y no la moda de la actualidad. Eso sí: demasiado guapos, cuando te pones a pensar en científicos estilo THE BIG BANG THEORY |
Boyle dirige por tanto la gesta consistente en enviar al debilitado Sol una expedición con una gigantesca bomba atómica que, detonada en el núcleo del astro, lo revitalice. Escasas posibilidades de éxito. Mas conviene probarlo, porque la Tierra vive un agudo periodo glacial, la bestia negra de los ecologretas. Para ellos todo es calor Calor CALOR petroterrorista plásticoderivado. No les hablen de glaciaciones. Pueden salir mal heridos.
Lo que manipula Boyle, para dinamizar una
escueta y tediosa cinta de hard science
fiction (léase: fracaso en taquilla), es el problema de contar una historia
“del espacio” evitando tópicos. DAVID TWOHY lo resolvió mediante RIDDICK. Boyle
elige otra solución que esquive ALIEN, EL
OCTAVO PASAJERO. Es la putada que hizo RIDLEY SCOTT al cine “de naves”: en
un espacio claustrofóbico, meter un ente asesino que acecha por el tétrico laberinto
de pasillos y compartimientos. Hizo canon. Toda película parecida debe tener su
monstruo, sus suspenses, sus sustos, su desglose de descripción psicológica de
las víctimas-tripulación, un final que, a ser posible, incluya un Big Bang.
Boyle no puede superar el paradigma. Le subyuga.
Sí-señores: ¡el CAPÌTÁN AMÉRICA sale en esta cinta también! |
Para intentar no obstante “innovarlo”
recurre a la religión. A los muchos problemas que un fallo inintencionado va
deteriorando a la ICARUS II, le suma
un fanático religioso, con el trastornado cerebro chamuscado, quien ha
decidido, en su solitario delirio de anacoreta involuntario, la Humanidad
merece morir de frío. Sabotea ambas misiones, profiriendo sandeces sobre el
Apoqueclipse, su charleta con Dios, qué justo es matarnos.
El asunto tendría interés de no abordar
otro tópico. El Hombre es criatura tan débil e inestable que necesita creer en
un Poder Superior (de innumerables nombres) para tratar de afrontar la existencia
como soportarse a sí mismo, o justificar sus crímenes (llámense Cruzadas o
Yihad). De modo un tanto sesgado, aun a desgana, sospecho, Boyle explora esta
vertiente de nuestro espíritu, que se enajena con Dios, y termina creyendo
existe una íntima relación directa entre el Criador y su siervo. Mas los ya
comentados mecanismos del cine de este estilo anulan la intención “didáctica”,
encajando, por tanto, en el canon.
El Sol como sigul de Dios. ¿Cuántas religiones no le tiene por principal deidad? Aquí, obsesiona a más de tripulante hasta extremos asesinos |
Por mi parte, creo que meter a un fanático religioso fue absurda medida desesperada en ese (loable) esfuerzo de desmarcarse de Alien, pues: ¡acabó copiándola! Contemplado el conjunto, y sin ese sujeto, Sunshine habría sido todavía más aburrida de lo que, a priori, termina manifestándose.