viernes, 15 de abril de 2022

SUNSHINE — OCHO NEGRITOS

 

Afiche. Pese a esa foto de grupo,
esto no es como
LOS GUIARDIANES
DE LA GALAXIA. Va más de
ciencia, que de peleas estelares

El principal (si no único) atractivo de esta cinta de DANNY BOYLE está en la distopía climática que origina la trama, una que desdeñan los ecologretas (esa gente tan ruidosa, tan “preocupada” por el Cambio Cli que AHORA callan sobre la guerra rusa —por estar sobornados en rublos su movimiento, esto es—) en sus catastróficos paneles gubernamentales financiados por la ONU, y que podrían ser asimismo fraudulentos, por discriminar aquellos estudios que cuestionan sus alarmismos: un Invierno Solar.

No es tan descabellado como pudiera parecer. Los escenarios concernientes al Sol son tres: el primero que se hinche de golpe y nos engulla, o abrase con devastadoras ráfagas de energía; otra es ésta: que se enfríe y encoja de tamaño. La tercera son enormes oleadas de llamaradas, que achicharrarían los satélites en órbita, sus primeras víctimas. Luego debilitarían el escudo electromagnético terrestre, exponiéndonos a radiaciones cósmicas y tal. No adquiriríamos superpoderes, empero, de soportar su flagelo.

El Invierno Solar lo refrescan los astrofísicos con cierta periodicidad. En especial, cuando abundan las manchas solares. El Sol asimismo sufre periodos estacionales. Tiene inviernos y veranos. Cuando los astrofísicos refieren de invierno en el Sol y manchas, medio van pronosticando que su brillo puede menguar y esto podría ser, si no definitivo, de muy larga duración.  El astro rey es máquina que puede desajustarse con sorprendente rapidez, pese a ser una estrella burguesa que suele comportarse con decente regularidad.

Parte del elenco. Todo inclusivo, como debería
ser normal, y no la moda de la actualidad. Eso
sí: demasiado guapos, cuando te pones a pensar
en científicos estilo
THE BIG BANG THEORY

Boyle dirige por tanto la gesta consistente en enviar al debilitado Sol una expedición con una gigantesca bomba atómica que, detonada en el núcleo del astro, lo revitalice. Escasas posibilidades de éxito. Mas conviene probarlo, porque la Tierra vive un agudo periodo glacial, la bestia negra de los ecologretas. Para ellos todo es calor Calor CALOR petroterrorista plásticoderivado. No les hablen de glaciaciones. Pueden salir mal heridos.

Lo que manipula Boyle, para dinamizar una escueta y tediosa cinta de hard science fiction (léase: fracaso en taquilla), es el problema de contar una historia “del espacio” evitando tópicos. DAVID TWOHY lo resolvió mediante RIDDICK. Boyle elige otra solución que esquive ALIEN, EL OCTAVO PASAJERO. Es la putada que hizo RIDLEY SCOTT al cine “de naves”: en un espacio claustrofóbico, meter un ente asesino que acecha por el tétrico laberinto de pasillos y compartimientos. Hizo canon. Toda película parecida debe tener su monstruo, sus suspenses, sus sustos, su desglose de descripción psicológica de las víctimas-tripulación, un final que, a ser posible, incluya un Big Bang. Boyle no puede superar el paradigma. Le subyuga.

Sí-señores: ¡el CAPÌTÁN AMÉRICA sale en
esta cinta también!

Para intentar no obstante “innovarlo” recurre a la religión. A los muchos problemas que un fallo inintencionado va deteriorando a la ICARUS II, le suma un fanático religioso, con el trastornado cerebro chamuscado, quien ha decidido, en su solitario delirio de anacoreta involuntario, la Humanidad merece morir de frío. Sabotea ambas misiones, profiriendo sandeces sobre el Apoqueclipse, su charleta con Dios, qué justo es matarnos.

El asunto tendría interés de no abordar otro tópico. El Hombre es criatura tan débil e inestable que necesita creer en un Poder Superior (de innumerables nombres) para tratar de afrontar la existencia como soportarse a sí mismo, o justificar sus crímenes (llámense Cruzadas o Yihad). De modo un tanto sesgado, aun a desgana, sospecho, Boyle explora esta vertiente de nuestro espíritu, que se enajena con Dios, y termina creyendo existe una íntima relación directa entre el Criador y su siervo. Mas los ya comentados mecanismos del cine de este estilo anulan la intención “didáctica”, encajando, por tanto, en el canon.

El Sol como sigul de Dios. ¿Cuántas religiones
no le tiene por principal deidad? Aquí, obsesiona
a más de tripulante hasta extremos asesinos

Por mi parte, creo que meter a un fanático religioso fue absurda medida desesperada en ese (loable) esfuerzo de desmarcarse de Alien, pues: ¡acabó copiándola! Contemplado el conjunto, y sin ese sujeto, Sunshine habría sido todavía más aburrida de lo que, a priori, termina manifestándose.