Desabrido afiche que resume el disloque de la cinta en sí, por muy impregnada de cameos de actores hoy famosos (u otros que fracasaron) que esté |
Voy a sumarme al vapuleo que recibiera esta
cinta en su estreno y prevengo al lector contra este disparate que contiene una
divertida idea por entero desaprovechada (lo que duele), y es, precisamente, el
corto que titula a un filme que es un puñado de disparatados sketch, de
un humor a lo ATERRIZA COMO PUEDAS, empero dislocado y con estúpidos
fragmentos aburridos, que no comprendes cómo los incluyeron en el metraje
final, si no fuese porque esto tiene toda la pinta de haber sido urdido entre
amigotes directores que persuadieron a no sé quién de Universal para
financiarles la penosa ocurrencia.
Una sensación de ser superado material
trasnochado, zombificado, impregna la mayoría del proyecto, donde embuten los ingeniosos
pedazos del citado corto amazónico que parodia a PLANETA PROHIBIDO. Lo
poco que ruedan excita interés y hasta algunas buenas risas. El espectador que
no esté atento pensará que ésta es una cinta de ciencia ficción barata
cincuentera donde hallaremos todos los divertidos dislates característicos del
género de entonces, tanto en la literatura, las viñetas como el cine.
Nombres absurdos para aparatos simples (una
esfera de reloj), años-gamma, cohetes-pepino, misandria de lycra, uniformes que
terminan degradándose en los chándales que atavían a los de STAR TREK,
plastificados personajes chulescos y un prepotente capitán que salva el día
gracias a su garbo, labia, y sex-appeal. Vaya, cuanto exponía LESLIE
NIELSEN en Planeta Prohibido. Una perversión del tono de gallardía y
arrojo que FLASH GORDON caracterizara en sus tiras dominicales, vaya.
Uno piensa encontrará eso, como este Scriptor, cuando, de pronto, le insertan una cadena de cortos de escaso o ningún humor. Contiene no obstante cierta irreverente mala leche que, hoy día, convierte en un artículo tabú total a esta cinta de JOHN LANDIS (creo que un cineasta de fantasía y comedia que prometía por Década 70, y vete a saber dónde, o cómo, acabó). Ejemplo: el segundo corte, el de Pethouse, donde la espléndida modelo se pasea por completo desnuda todo su metraje.
Hoy empiezan a berrear desquiciadas las
irracionales femirulas y sus vocingleros esclavos-pelele eunucos, y se acabó la
diversión. Irracionalidades que van transformando las normales (recalco:
normales) relaciones adultas consentidas en una gymkana de miedos al borde de
la histeria. Mientras, las violaciones grupales de adolescentes se duplican, y
aquí no pasa nada. Hacia allí, el femirulismo no mira. Menos, su caterva de
esclavos-eunucos peleles.
Igual de peculiar es el corto de los “negros
desalmados”. Varios actores negros se exhiben mostrando una chulería de
Negrolandia Rica que exige encima al espectador donaciones para pagarles un
tratamiento que les libre de ser prepotentes y arrogantes. Otra cosa tan
políticamente incorrecta que censurarían al instante hoy. Debíamos tener la
sensibilidad más recia entonces, o era mucho más amplio el sentido de la
autocrítica y la reflexión sobre los vicios de una etnia supuestamente impoluta
y victimizada.
Hay diversas críticas (bien urdidas, eso sí) que hoy día serían condenadísimos anatemas que enviarían a la hoguera al instante esta cinta, tan pobre en lo que fuesen sus expectativas previas |
Y acabé la reseña. Bueno, cuando crees que la película terminó (lamentando que no sea, en realidad, Amazonas en la Luna, ese espectáculo “sexista” de tías potentes y bravos terranos que salvan in extremis una situación caótica con monstruos —iguanas tuneadas— y regresan invictos a la Tierra, muestra del imperialismo habitual en aquellos años, y hoy es un espantoso anatema), te encajan un desenfadado corto protagonizado por CARRIE FISHER, cuya actuación de ingenua vestal pueblerina disoluta, muy distinta de la antianira de Alderaán de LA GUERRA DE LAS GALAXIAS, hace delicioso el corte. Para los amantísimos de los cameos: sale ANDREW DICE CLAY, con lo cual ya remato la reseña. Si es pobre… es porque la materia prima original es peor, pese a sus agudas críticas a la cultura de consumo de la industria audiovisual de vídeo.