Recelo de partes de esta prematura
biografía de JAMES Ellroy, supeditada a la tragedia que padeciera
durante su niñez: el asesinato irresuelto de JANE HILLIKER, su madre.
Él mismo confiesa que, durante su
adolescencia y juventud, en la escuela e instituto, introspección aparte, lo
que más adoraba era tener atención. Cautivar público; estuviera atentos a qué
capulladas hiciera en según qué momento. Alineado con la Extrema Der, va a un
instituto judío y hace Propaganda nazi, lanza encendidas soflamas racistas, colabora
con gente de ese pelaje… para, tras conocerles bien, descubrir su impostura
maniquea y falta de inteligencia o carácter… todo esto antes de “flirtear” con
las drogas. Semeja rebote psicológico consecuencia de la pérdida sufrida. Su American History X.
No profesa fuerte adhesión por esas
ideologías, aunque se perfila un conservador medio moderado. No parece pretenda
ir por ahí predicando apaleen a negros, judíos o moros. Puede tener reservas
contra ellos o, mejor, ciertas conductas morales que carcomen su victimismo de
minorías perseguidas; no puede ser de otro modo. Si Ellroy no tuviese esas
ideas “subversivas” de Derechas, su prosa sería feble, sin la acidez que le ha
encumbrado.
Debes creer bastante en eso para expresarte
con esa propiedad, para no caer en contradicción o hipocresía; al mismo tiempo,
conviene precaverse contra condenatorias posturas extremistas. Procuras tender
a la moderación.
JAMES ELLROY desnuda su alma en esta historia que además contiene el desesperado esfuerzo por su parte de hallar al asesino de su madre |
Así que aviso al lector que tope con esta
extensa obra a que cuestione aspectos de su biografía juvenil. Te digo: Ellroy
avisa, o boicotea, alertándonos de su afán de notoriedad. Puede haber, si no
inventado, sí exagerado algunos episodios. Me sigo quedando con lo de que, de
su amistad con extremistas de Derechas, sacó que eran unos payasos… con
suculentas tramas subyacentes que explotar o endosar a personajes literarios.
[La Izmierda no da para tanto; son literales
sanguijuelas cuya ladina Propaganda les uniformiza, privándoles de la discapacidad
para cuestionar, les inyecta obediencia ciega al Líder, les habilita para
aceptar con naturalidad un argumento y su opuesto (eso que GEORGE ORWELL
definía “doblepensar” en 1984) y surfear contradicciones con un garbo
que ni ESTELA PLATEADA.]
Estructura el libro en cuatro partes: la
investigación seguida para atrapar al asesino de su madre; su biografía, muy
interesante y jugosa (sea por lo sucedido en realidad, o por lo imaginado); su
contacto con un agente de policía; el trabajo periodístico-televisivo de su indagación
particular a la caza del asesino. Todo conduce a callejones sin salida, ora por
falta de concreta o correcta pista, o por el tiempo acaecido desde el suceso.
Como siempre en Ellroy, la parte
detectivesca apasiona, engancha, estimula, proporciona otra dimensión a la
literatura del género. Realiza (o informa) esbozos de sórdidos personajes que
mejor no hubieran nacido nunca, así como delata a una Sociedad que ¡ensalza!
esas conductas o sus autores, ansiando un morbo mórbido que luego rechazan… mas
como hipócrita postura moral de liberal de limousina que hace quedar bien ante
el público. Salvar negritos hambrientos y todo eso. Por dentro, ¡extasiados!
Mis rincones oscuros es una extensa súplica de perdón y búsqueda de redención que Ellroy escribe a su madre, extraña vituperada por su padre, un fantasioso elemento fanfarrón que, herido por el divorcio, sólo sabía inventar porquerías sobre su ex (putera, borracha, bollera), la cual contraatacó, como el Imperio, asignándole al padre homoX latente. Qué curioso empleemos esos argumentos sexuales para querer destruir a alguien, o tomar una postura moral superior. Tarde Ellroy descubrió el engaño, y lo denuncia con esta obra, que dudo en verdad exorcice sus remordimientos íntimos. Sí, busca la expiación, ansiando, más que encontrar a un asesino, tener él pax de espíritu.