![]() |
Portada clásica. Sin duda, TARZÁN es como una versión madura de EL LIBRO DE LA SELVA, siguiendo sus propias sendas a contiinuación |
Aun sin llegar a aburrirme (EDGAR RICE
BURROUGHS logra mantener el interés de la línea narrativa durante todo el
relato), Tarzán no me ha impresionado ni he visto justificad0 su éxito. Relato
postvictoriano, cumple con rigor el habitual estándar de producción ERB: si por
escribir tonterías pagan, ¡aquí estoy yo! No obstante, había amor propio suficiente
en el escritor como para que “sus tonterías” no sólo tuviesen calidad y bastante
empaque, sino que consiguieran situarle entre los astros de la narración,
más/menos popular, y que fagocite sus criaturas el insaciable parásito real, el
cine.
Veo a JOHN CARTER más completo e imaginativo, pese a que el
fan de Burroughs le tenga en segundo lugar (me dejó destemplado CARSON). La saga de BARSOOM es más audaz además en lo sexual;
explícitamente fetish, en ocasiones descuelga insinuaciones sadolésbicas
que “acaloran” una eficaz trama ciento por cierto aventurera y que rehúye
cualquier elevada pretensión moral, social, predictiva o política.
Disonante de Tarzán es su educación.
Está la historia de VÍCTOR DE AVEYRON, el niño francés criado por lobos,
aparecido a finales del XVIII. Su instrucción era la de esos altos predadores;
respondía a sus rutinas, y salvo por el que fuese hallado por los cazadores y
“civilizado”, de haber continuado perdido en los montes, o lo matan de una
perdigonada confundido con otra presa, o habría mantenido sus preceptos
educacionales lobunos hasta vete a saber cuándo.
Tarzán es igual. Al añito de edad lo cría una gorila y desde entonces el jovencito copia lo que ve: los ritmos y ritos de la manada, calcando sus prejuicios, prevenciones y hostilidades. Aprende a desenvolverse por la enramada y procura alejarse del león NUMA u otros peligrosos predadores que se lo jalarían crudo. Empero lo concerniente a su día-a-día, JOHN CLAYTON, LORD GREYSTOKE, sería un simio más aunque de lampiña piel blanqueada.
Sin embargo le imbuye Burroughs de una
herencia atávica cultural victoriana que vive en sus células, tanto cerebrales
como musculares. Así, de joven Tarzán encuentra la casa que su padre (ricachón
que jamás hizo labor física alguna) edificó tras ser abandonados por los
piratas (esa consideración hacia el refinado lord y su delicada esposa por
parte de los maleantes no se la cree ni el autor; matan al menda, violan a la
señora, rajan su gorja, la tiran por la borda, como al marido, y ponen rumbo a
Maracuyá; nadie sabe nada de ingleses entrometidos —que vaya vista la de
Greystoke al escoger para su travesía un barco lleno de maleantes—) con sus
pertenencias, víveres y herramientas, su completa biblioteca, de la cual el
joven John va tomando los modelos y aprende a leer y escribir inglés, si bien
es incapaz de comprenderlo o hablarlo.
![]() |
El Tarzán de BURNE HOGART, el definido MIGUEL ÁNGEL del TBO. La versatilidad de Tarzán en los medios es inmensa, una fuente de explotación constinua |
Bosqueja al superhombre-buen salvaje
selvático que la evidencia Víctor de Averyon hace imposible. No veo a ése
matando a un lobo para con su pellejo hacerse un taparrabos.
Aunque insiste Burroughs que dentro de
Tarzán está el instruido británico que debe heredar vastas propiedades y sus
millonarias esterlinas asociadas, y compone un bravo caballero de la jungla que
se esmera en que JANE PORTER, con su efigie de Valkiria norteamericana y pudorosa
bibelot-muñequita-rubia-ojos-azules MAE WEST, salve la piel y tengan cómoda
estancia en sus predios.
No creo que una criatura cridada en
condiciones de salvajismo y que no tiene empacho en devorar carne cruda de
piezas que ha cazado se comporte con los minuciosos modales de PHILEAS FOGG con
Jane. Tarzán es visceral. Satisface sus ansias y apetitos. Lo que vea en los
libros debe parecerle tan alienígena como incomprensible. ¿De obligado
cumplimiento? No. No tiene maestro que le indique la etiqueta correcta. ¿Iba a
conocerla, pues?
En esencia, Burroughs exaltó en su obra el
nudista primitivismo que ROBERT E. HOWARD populizaría años después. De sesgo
tecnófobo, el carácter de su Hombre Primigenio y sus básicos instintos
armonizaban con la Naturaleza, imponiéndose a los lustres que la Cultura y la
Educación trataban de amenazar la elemental esencia del Ser Humano Cavernario. Burroughs
no obstante traiciona esos principios con los modales caballerescos de Tarzán
con Jane. ¡Drokk! Si aun KING KONG quería saber lo que ocultaba el vestido de
ANN DARROW. ¡Más querría todavía Tarzán con una hembra de su especie!
¿Qué no habría un hombre-mono, en la
plenitud de su juventud sexual, en ese entorno selvático? Esto es como en el
espacio, nena: nadie puede oír tus gritos. Imitaría lo que vio centenares de
veces a TERKOZ con las hembras de su harén.
No procede así Tarzán. Lo obnubila el
encanto de la rubia hasta amansarlo. Esto suena a mito germánico de LORELEI o
algo parecido. Burroughs entonces concibe al salvaje que lo es de 9 a 5,
convirtiéndose en un elegante gentleman el resto del día.
Los estándares culturales actuales permiten veamos el sesgo racista que envuelve a Tarzán: es el bianco supremo/macista que puede imponer sus virtudes a todo piélago de adversidades procedentes de razas inferiores, negroides/mulatas sobre todo. Es propio de la época, y por lo tanto, curiosidad histórica que debe escapar a esta remilgada censura moderna que quiere ver sólo racismo al bianco, ignorando la xenofobia de otras razas hacia el caucásico.