Afiche. Le veo concordancias a esta cinta con el tema general de EL CORAZÓN DE ÁNGEL. Ambas tienen a un detective privado descendiendo a los infiernos por distinto motivo. Empero el cáliz: lo apuran |
La frase que mejor resume esta tétrica
película, rebosante de sordidez humana, es la que espeta el lugarteniente del
rico de marras a NICOLAS CAGE cuando inquiere por los motivos: Porque puede.
Esa concisión: inscribe todos los males y pretextos del ancho mundo para
cometer perversidades… y salir indemne.
Otros escritores hubieran empleado abundante
cantidad de verbos para justificar lo injustificable; empero esas dos palabras:
todo lo expresan y reúnen. Y ¿por qué podía? Porque era rico. Podía comprar
tanto un asesinato a la carta filmado para su pérfido deleite íntimo como para quedar impune, continuase incólume su
gigantesca reputación filantrópica, de hombre respetable/bien
situado/considerado, como lo retratara algún cuadro presente en su mansión.
Santidad revestida de dólare$.
TOM WELLES (el private detective que
encarna Cage) desciende por el dantesco mundo de la más pútrida pornografía para
cazar a un asesino enmascarado, protagonista de la película snuff que el
Mr. Millones de apariencia intachable guardaba en su caja fuerte para sus ratitos
de ocio. Hay que estar mal para entonarse con eso. Pues no se trata de un
temita sexual de fetichismos más/menos vergonzantes o más/menos escabrosos.
Sino que el menda, en digna tercera edad, poderes y millones, se permite
contratar a unos jodidos desalmados para rodarle un asesinato. Situándose por
encima del Bien y el Mal.
¿Por qué no contratar al dependiente de un sex-shop para guiarte, cuan VIRGILIO, por los sórdidos Círculos del Infierno, y confiar seguir limpio e ileso al final? |
¿No bastaba a Mr. Millones con haber
enviado al paro a numerosos empleados en sus negocios o fusiones, con la
catástrofe económica y anímica que la pobreza causa, y que podría degenerar en episodios
de violencia y muerte? No; esas muertes serían consecuencia de algo habitual.
Rutinarias. Enfrentamiento con la policía, otros delincuentes, el celoso dueño
de un comercio que impide a tiros el atraco. Sale en TV, sea en un reallity
show o filme. No son personalizados. Y eso quería el sujeto. Único.
Cuanto Welles descubre en esos sórdidos
submundos que pervierten la idea general del porno (un ahora decaído paradigma:
PLAYBOY) reflejan estratos de la degeneración moral humana. Esas normas
de conducta pueden sernos repulsivas, como las apariencias de supervillanos
envilecidos, pero, examinando la Historia con somero detalle, anotas que se
limitan a actualizar viejos pecados cometiéndose de forma más moderna. La
sombría Edad Media tenía a los verdugos haciendo el papel del tal MÁQUINA,
aunque con un surtido mayor de recursos para concluir la labor.
La monstruosidad adquiere numerosas facetas. TOM WELLES descubre las más aberrantes en esta investigación a lo más escabroso del alma |
Era el snuff de entonces: el populux,
reunido en la plaza mayor, veía cometer atrocidades en nombre de Dios, el Rey,
el que tocara, volviendo a casa con el tufo en el olfato del que habían quemado
vivo o destrozado en el potro y seguro que con ideas sexuales perversas en el
magín. 8mm. desnuda el carácter bestial que anida en nuestro seno y que
nunca podremos extirpar del ánima. Aun esos tan humanistas progres WOKE están
dándole otro nombre/forma a la deriva a la perversidad inherente nuestra.
Si no eres WOKE, te martirizan; no siguen
sus preceptos y que cada cual desarrolle su vida conforme a sus creencias. Te
machacan. Pueblan las redes sociales parásitos con acosadores comentarios denigrantes. Internet es su potro.
Su Máquina asesina. Exigen lo que censuran a otros: incondicional adhesión
ciega a la pervertida causa. O, si no…
El escandalizado Welles cree que aún hay margen para hacer justicia y reivindicar a una víctima. Su esfuerzo tiene cuestionable resultado |
El afectado Welles (retorna al hogar trastornado) seguro reflexionó, durante su imrama, en la personalidad del respetable Mr. Millones. Achacándole el: dime de qué presumes, y te diré de qué careces. En que, esa estampa de respetabilidad… ¿no sería la traílla que impedía desplegara su intrínseca maldad sexual perversa, llegando sin embargo a un punto en que la cadena cedió, quebrándola el pretexto de que tu dinero te proporcionará impunidad? Y así sucede. La integridad de Welles, ese impulso quijotesco de querer hacer justicia, es inútil ante algo tan elemental y poderoso como el dinero. Este es nuestro mundo. Nada parece capaz de cambiarlo. Jamás.