viernes, 8 de noviembre de 2024

JOHN RAMBO — ¿VENGANZA POR EL 11-S-2001?


Afiche. Un sombrío tono gris Grey
para simbolizar ¿el decaído aspecto
del viejo guerrero carcomido por
las vivencias de su violento pasado?

SYLVESTER STALLONE bien metió la pata con Rambo III e intentó borrar el lamentable error afgano en Birmania. Combatir al comunismo doquiera fuera era el único pretexto que justificaba esa tercera entrega, indiferente al terreno donde batallara y a quién el experto ex Boina Verde entregase algunos litros de su sangre con tal de ver masacrados soviéticos o sus satélites de ojos rasgados.

Me pregunto qué pensaría Stallone al presenciar el derrumbe de la Torres Gemelas el 11-S-2001. Una suerte de cándida ingenuidad podría imputársele al esfuerzo de Rambo de ayudar a aquellos integristas con turbantes contra el Kremlin y sus satélites, de ojos rasgados o no. ¿Así lo pagan, los muy cabritos? ¿Angustiado se crisparía atónito en el sofá, denudado el rostro, viendo estrellarse los aviones en los icónicos edificios? ¿Al ordenar GEORGE BUSH, JR. desplegar banderas de guerra contra el mismo secarral donde hirieron al atormentado Rambo, como antaño sufriera HARRY FLASHMAN? ¿Un sarcástico vecino grosero le espetó: ¡Bien hecho, SLY! ¡Los majaras con turbantes que ayudaste ahora destrozan medio Manhattan y matarán a cientos a nuestros muchachos en un erial gracias a que les ayudantes a llegar al poder!? Fijo se lo observaron.

Stallone sintió debía lavar la así vejada leyenda urbana de Rambo y encontró, cómo no, una causa política (porque si STAR WARS va de destruir la Estrella de la Muerte, Rambo va de causas políticas) donde emplear los vastos recursos bélicos del vet de las junglas de Vietnam: los manglares birmanos.

Unos bienaventurados misioneros ricanos se pierden
en las terribles fauces de un ejército que medra con
las drogas y envían a unos ensoberbecidos cachorros 
de la guerra a rescatarlos. Pasa que...

Denuncia que los militares birmanos, organización entregada al violento y sustancioso negocio global del tráfico de drogas, está liquidando a vete saber qué tribus, disidentes, o campesinos, originando por tanto una crisis humanitaria entre los más indefensos y desprotegidos…, lo habitual entre los menos preparados, crueles o despóticos.

Un grupo de evangelistas humanitarios se mete a Supermanes, sus conciencias removidas por la atrocidad televisada (cómo nos encantan verlas, por muchos golpes progresistas de pecho que nos demos) y, a base de curas médicas y reparto de Biblias, piensan pueden resolver aquello. Rambo, barquero como CURRO JIMÉNEZ, aunque no de Cantillana, sobreviviendo de capturar sierpes y cosario fluvial, rechaza llevar a la tropa evangélica porque conoce el percal y, ¿quién quiere meterse en más guerras ajenas?

...subestimaron al enemigo o se tuvieron por tanto
que fueron barridos. ¿Quién acude al rescate?
El barquero con cara de púgil zumbao que
demuestra un potencial bélico excepcionla.

Quedó desfondado tras el palo de Afganistán. Su respuesta lo resume: A la mierda mis semejantes. Sangró, peleó, se esforzó… y los turbantes majaras estrellaron aviones en su país en pago. Decidió no entregarse por nadie. Ninguna causa. O lo finge. Porque deja enseguida su pose disidente cuando decide emprender el rescate de los muy ultrajados y torturados evangélicos creando devastación por doquiera pasa. ¡Quiere sangre: guerra!

Stallone piensa que, mediante esta intensa cinta, llena de espectaculares momentos, fantásticos combates y escenas de auténtico sadismo, sacudirá las conciencias de decisivo peso, no sólo las de bien intencionados evangélicos. Siente que un icono como Rambo transmitirá mejor el mensaje. ¿Acaso REAGAN no dijo “He visto Rambo; ya sé cómo actuar?”. Pues ¡adelante!: Rambo muestra con desnuda crudeza lo que pasa en Birmania, y los países industrializados/con poder global reaccionarán. Yerra de nuevo.

Nadie escapa de la ira de RAMBO. La cinta
exhibe una huperviolencia ausente en las previas
entregas... violencia ajustada a la realidad.

La droga es un negociazo que acalla conciencias a golpe de dólare$ y si algo ha aprendido la Comunidad Internacional es El Caso Afganistán. Meterse con esos países salvajes es exponerse a represalias cargadas de aterrorizados viajeros en otros aviones. Y los narcos tienen la mano igual de larga y criminal que los turbantes locos. No paran en sutilezas.

El final del filme simboliza que, al retornar al hogar, tras tantos años, Rambo se reconcilió consigo mismo tras el error afgano. Ya puede vivir en pax; se vengó de ese fallo y quemó el resentimiento restante matando docenas de despreciables birmanos sádicos.