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Si en sus páginas hay un compromiso, éste es denunciar la oportunista hipocresía postureta que muchos/as abrazan pretendiendo conseguir unos elusivos beneficios espirios |
Al menos, todas las grandes historias
contienen un mensaje, procurando transmitirlo para inducir reflexión al lector;
emplea sus páginas como vehículo. Es como la parábola de la semilla: entre la
frazada de palabras que se arrojan al subconsciente, alguna puede arraigar. Es
la que obliga a pensar, hasta releer la historia.
Con modestia, admito confío cumplir esta
meta con Runners, la cual, si debiera resumir su contenido, elegiría ésta
entre tantas frases publicitarias posibles:
"ÉRAMOS ANTISISTEMA... ¡PERO CREAMOS
UN SISTEMA!"
Y peor que el destruido, como la Historia
suele registrar en estos casos.
Junto al absurdo manoseo de la palabra “fascista”
(hoy todo lo es; hasta el panadero que vendió el pan que querías comprar —por
llegar tarde quizás—), y el ensalzamiento de un fascista feminismo autoritario,
ciego empero a problemáticas
que le competen, el “gloriado” concepto del "antisistema" es
peligrosamente ambiguo. Afirma combate un sistema, aunque pretendiendo
constituir SU sistema, donde goce de todos los privilegios y prebendas que
disfrutan los que quiere derribar. O inventa algunos nuevos.
Y más: para subsistir, crea implacables
leyes o movimientos subordinados, o mercenarios, que impiden a futuros
antisistemas romper su sistema.
Si eres antisistema... ¡estás incluso
contra tu sistema!, pienso.
De ahí la peligrosa ambigüedad hipócrita. No buscan nuestra salvación: ¡sino la de su bolsillo y estatus social!