viernes, 11 de abril de 2025

ASESINO IMPLACABLE — JACK VUELVE A CASA

 

Afiche foráneo. Jamás debieron
provocar la gélida furia de JACK
CARTER

La vorágine dinámico-cromática del cine de Hollywood (los circenses ARMA LETAL oJUNGLA DE CRISTAL) nos oculta a primera vista las virtudes de cintas de esta categoría y calidad. Esos días además estás más por el espectáculo que por examinar valores más profundos aunque menos vistosos que terminas apreciando, y son los que dan al filme su importante relieve, protagonizado por un glacial/intimidante MICHAEL CAINE.

Otro de sus anzuelos es el sórdido ambiente por el cual avanza Jack CARTER, el sicario o matón que marchó de casa años atrás, oveja negra de su familia (una vulgar inglesa, de las miles, o millones, que habitan el pellejo de Gran Bretaña). Por lo común, los limeys se esfuerzan por mostrarnos una Albión victoriosa dominando sobre las olas, de una impecable meticulosidad flemática que les permite mirar con arrogante superioridad al resto del planeta (empezando por los españoles).

Moderan y modulan Albión postvictorianas costumbres; acometen las adversidades con un carácter que ya quisieran imitar otros, más sanguíneos. Inglaterra urdió la imagen asimismo de un orden y modernidad equivalente a la de Nueva York u otra gran capital mundial. Calles limpias, ciudadanos ordenados, escolares extraordinarios. The Beatles.

Patillas setenteras que cualquier día se vuelven a
poner de moda; Carter empieza a recibir toques
del ambiente mafioso en que labora porque está
tocando fibras demasiado sensibles y lucrativas

Asesino Implacable muestra una brumosa ciudad industrial “terminal” distante de Londres, plagada de barrios obreros que frisan el tercermundismo; perpetúan carencias de antes de la Primera Guerra Mundial, como tener los lavabos fuera de casa, encima comunitarios. Aun los “ricos” que aparecen en la cinta exhiben una acomplejada rusticidad poco glamourosa; este conjunto de elementos personales, arquitectónicos y visuales derrumban ese apabullante escaparate de pulcritud y té a las cinco servido por imperturbables mayordomos que, preservados en alcanfor, sugieren proceden de cuando SHERLOCK HOLMES, aún antes, encastrados en su labor in saeculae saeculorum. Hombres como estatuas de cera de envidiable inalterabilidad.

Destacan los bares refugio de obreros y maleantes de baja estofa inmersos en la bruma del tabaco, trasegando grandes vasos de cerveza (pareciendo aguada) y mujeres que se esfuerzan por trincar a algún gárrulo para divertirse; no sé si hasta pensando en boda. De hecho, la casera de donde Carter reposa los huesos, se las apaña para meterlo rápido entre sus sábanas, ávida de ‘sensaciones fuertes’. Carter acaba surtiéndoselas, incluyendo la escopeta de caza.

Carter empero demuestra su falta de docilidad ante
advertencias o amenazas directas

Poco a poco, conociendo el percal, Carter logra rasgar la telaraña que oculta el asesinato de su hermano. Carter puede partirle la crisma a alguien, o asesinarlo incluso, empero vacilante va hallando en su interior una integridad que ignoraba poseyera. Sin duda, el motor principal de sus actos es la mera venganza por la muerte de un más/menos querido hermano, aunque el motivo que impulsó ese crimen es el que hace aflorar el alma que Carter guardaba en alguna parte, bajo fardos de sus bajos implacables instintos.

Cierto que el sucio negocio pornográfico que descubre y lo origina todo pudiera no afectarle tanto de incluir a un familiar. Eso hiere a Carter. De golpe, descubre que esas nefandas películas que tanto solazan a sus jefes contienen un criminal elemento de perversión que le había pasado inadvertido. Ya no es tanto que protagonice su sobrina una de esas cochinas filmaciones. Sino que la que vejan en pantalla unos cuantos salaces maromos que Carter espera estén mejor muertos es la hija/sobrina/hermana de algún otro Jack Carter.

Nadie se libra aquí; Carter tiene una
leyenda urbana y la justifica

Carter encuentra la fortaleza necesaria para rebelarse al magnate del crimen para el que trabaja, y le quiere de vuelta pues sus indagaciones remueven cierta mierda que le rinde beneficios. También podría hasta abandonar la oscura senda recorrida hasta entonces, asqueado por lo más pérfido del “empleo”, sus ojos al fin abiertos a la iniquidad que se negaba ver. Doloroso obtener conciencia, ¿eh, Jack?