lunes, 18 de abril de 2011

ALMURIC – ¡ACLAMAD A LA BARBARIE!

Cubierta de la edición española de
MIRAGUANO EDICIONES. La
"ilustra" FRANK FRAZETTA con
una pintura de CONAN
¿Qué comparten JOHN CARTER, KYLE REESE y ESAÚ CAIRN? Pues que aparecen en pelotas en otro mundo. La primera explicación es que hay un subcutáneo deseo del autor por romper con unos convencionalismos puritanos que le encorsetaban y de este modo desafiaba tales normas.
La respuesta es más elemental, no obstante: “nacen” otra vez, y es natural que lleguen allí del mismo modo como lo hicieron aquí. Gradualmente se irán adaptando al nuevo mundo, aclimatación que quizás costaría más de hacer si siguieran envueltos en los pliegues de su ropa habitual, pues les recordaría su estirpe, costumbres, educación, y así estarían forzados a mantener la integridad de muchos de sus preceptos, rechazando con más facilidad los que le impusiera el nuevo entorno.
Almuric, de ROBERT E. HOWARD, presenta ‘problemas de adaptación’ para el lector si éste enfoca la novela originalmente publicada por entregas desde un punto de vista “formal”. La obra empieza a funcionar si se la acepta como una sátira del SPACE-OPERA, una mofa de las grandilocuencias victorianas que EDGAR RICE BORROUGHS consignaba en el CICLO DE BARSOOM. (Yo, al menos, así la he entendido. Cuando empecé a leerla, me desconcertaba, porque Howard tenía tendencia a hacer bien las cosas y Almuric no irradia, precisamente, calidad. Al “probar a mirarlo” desde un punto de vista sardónico, he voilà! Lo que pasa, infiero, es que el sentido del humor de Howard poseía la sutileza de un canto rodado, y la obra imprime la idea de que es “tan seria como la muerte y los impuestos” que ofusca.)
ROBERT E. HOWARD en los
lindes de LA PONDEROSA, la
de BONANZA
Ya en materia, desconcierta el pueril prólogo relatado por el doctor amigo de Cairn que, ayudándole a huir de la celda de alguna prisión federal a donde su brutal carácter le puede alojar, le traslada a Almuric (qué nombre más árabe, ¿verdad?). Sus burdas loas a Cairn son excesivas. Es entonces cuando debes aceptar la obra como una chanza, o abandonarla, pues no permite consensuar un grado intermedio.
Howard obvia todo detalle sobre la máquina, su capacidad de teletransportar a Cairn al lejano Almuric (planeta que los nativos llaman “Tierra” pero que él, por su verbigracia –léase ‘cojones’-, rebautiza como ‘Almuric’, obligando a que acepten su término), cómo es aquel, en datos astronómicos o afines. Lo que le interesa es mostrar a su bruto extraordinario partiendo cráneos y costillas y aporrearse el pecho con tamborileo de gorila husmeando efluvios perfumados femeninos para copular como premio al triunfo.
Cubierta de nosequién con tintes
a obra de MICHAEL MOORCOCK
Sin pausa Howard repunta este detalle: Cairn, formidable/fabuloso en lo físico, pero de entendederas limitadas, todo instinto, padecía apretado en este mundo y anhelaba uno de libertades sin fronteras (o limitaciones mínimas y pactadas tácitamente con otros salvajes de su laya), y sus plegarias son contestadas. En Almuric encuentra un lugar donde desfogarse sin miedo a que le metan en la trena por excederse dando palizas.
Y si John Carter es un caballero sudista que traslada sus conceptos de nobleza a las cortes de Barsoom, y encuentra réplica entre los HOMBRE ROJOS, y sui generis hasta en los VERDES, la vehemencia de este PULP permite imaginar al de Cross Plains despreciar esos melindres y galanterías creando su Reverso Primitivo por considerar que así haría más natural, auténtico, al personaje. Y lo logra: ya bestial en la Tierra, los rigores que padece Cairn en Almuric le hacen casi titánico, rebasando la prodigiosa, alabada y legendaria fuerza de CONAN.
Pintura de MICHAEL WHELAN para LA PRINCESA DE
MARTE. ¿Le daba caña Howard con Almuric?
Pero si en el CIMMERIO apreciamos un deseo de aprender, de cultivarse, de armonizar los instintos primarios de sus tierras norteñas con las sofisticaciones de las naciones del Sur y sus filosofías, Cairn desprecia tal empeño. Es el colonialista definitivo. El Gran Cazador Blanco armado del perfecto credo. En una tierra llena de seres brutales como él, goza de la vida sin mayor complicación que la de no morir según se emborracha, engulle grandes tajadas de asado o caza, y adquiere carácter de líder entre ellos merced a la vehemencia de sus lances.
Y mientras Barsoom agoniza y los nativos marcianos lo asumen con estoica decadencia, recordando su espléndido pasado, los de Almuric son su opuesto, impregnados de un primitivo existencialismo que les impide sentir melancolías o victimismos. Encallados en un punto de su Historia que consideraron óptimo, desistieron de seguir evolucionando. Puro Paraíso para Cairn, vaya.
VINCENT D´ONOFRIO como Howard
en EL HOMBRE QUE CAMINABA SOLO.
¿Algún cristiano ha visto esta película?
Mas si obviamos que Almuric es una guasa de John Carter, y hacemos un somero estudio de psicología sobre Howard, sentimos que en la obra vomitaba todo su desprecio por los hipócritas rituales de la Sociedad que le rodeaba, y ‘replegó’ su mente a una era jurásica donde la sencillez era la norma. Las dobleces en la conducta no eran posibles por la misma naturaleza del ambiente donde vivían.
Y para vehicular su desdén por sus semejantes, tomó como víctima a la popular saga de Burroughs, creando esta sorna que sugiere estar tallada en granito y con escasos detalles, porque rompe todos los cinceles que lo esculpen. Así, donde John Carter, gran espadachín (ejemplo del elocuente petimetre que podría poner en un brete a un menos orador Howard), trata de vencer también por la maña, Cairn apabulla con su fuerza, embrutecido al máximo grado. Es un: Sí, con tu garla florida me ridiculizas, pero yo de una hostia te mato. ¿Quién crees tú que es el mejor?
Almuric, por otra parte, es como un ‘desmesurado’ MONSTRUO DE FRANKENSTEIN. Los YAGGA, los bituminosos seres alados, proceden de la saga de SOLOMON KANE  perdido en las entrañas de África (¿o es al revés?). Su reina despiadada también sale de esas páginas (¿o al revés?), mientras que la batalla en las ruinas antiguas viene de uno de los cuentos de Conan el Cimmerio. Pero ya sea borrador de esos relatos, o reciclado de ellos, Almuric no puede decirse que sea una obra que destaque por su elegante prosa, o las brillantes imágenes que evocan las descripciones de las suntuosas cortes, las armaduras barrocas, sus paisajes. Es tosca, brutal, sólida, con menos detalles que un Seat Panda. Consolida clichés del space-opera y transforma otros para que redunden en beneficio del relato.
Autorretrato y primera copia de ESAÚ CAIRN
También dimana la certeza de que iba a tener secuelas. La sádica reina de los Yaggas no muere, que leamos, aunque el holocausto en que desaparece de escena es lo suficientemente ambiguo como para inducir sospecha. Pero teniendo en cuenta los distintos elementos que fue esbozando (el enigmático “mundo” tras el CINTURÓN, las esclavas de color de piel exótico, lo ancho que es, per se, Almuric) la intención de seguir contando aventuras de Cairn en esos pagos era firme. La cuestión es si un personaje tan TAN básico y carente de profundidad emotiva lo merecería. Tiene novia, ALTHA, porque lo mandan las leyes del relato que escribe, pues Cairn no la necesita, ya que tiene la misma forma, constitución, contumacia y sensibilidad que uno de esos moais de la Isla de Pascua. Y, de paso, su inteligencia.
Ilustración de uno de los capítulos.
"Tú puedes, cariño. Rompe las
cadenas y pártele la cara al malo".

Vuestro Scriptor.
Documentación adjunta: