Afiche patrio de THE WAR OF THE WORLDS; más grandes las letras, y desbordan hasta la pantalla de cine |
Cuando supe que STEVEN SPIELBERG estaba detrás del proyecto, admito que esperé con interés su estreno. (Con ansiedad, no. Ya no estoy para eso.) El REY MIDAS de Hollywood tiene vista y capacidad, instinto. Y si el resto lo pone GEORGE LUCAS, película redonda, espectáculo e hito de la filmografía cantado.
Pues una mierda, muchachos. Toda mi ilusión reposaba en la idea de que Spielberg, escrupuloso, desarrollaría la película en el ambiente decimonónico en que se escribió la novela (ahí estará siempre su fuerte, porque se aprecia más duro el golpe en la médula de los inmutables convencionalismos), donde podría tomarse algunas licencias por mor del necesario espectáculo, ¡y me presenta un episodio de una sitcom USA con aparatosas e indestructibles máquinas de combate!
No me gusta “su” guerra de los mundos. Está muy bien hecha y adornada con impresionantes FX, así como veladas referencias al 11-S y todo eso. Es un producto de una factura muy cuidada, sin duda. Pero no es La guerra de los mundos de H.G. WELLS; es el remake de la versión que rodara GEORGE PAL, a la cual hay un homenaje al final, con el cameo de GENE BARRY. Punto.
El Papa de la Cienciología TOM CRUISE como RAY FERRIER, y unos compis del barrio que, en vez de ir de litronas, se encuentran con una invasión alienígena |
Ha desperdiciado la ocasión de hacer una película increíble con una tensión equivalente a LA LISTA DE SCHINDLER pero, en vez de eso, se rinde a los lotófagos de palomitas de los multicines de menos de veinte años de edad y nos empotra en el celuloide a un gárrulo y desaliñado TOM CRUISE (RAY FERRIER), como máximo exponente de todo los defectos del norteamericano que por costumbre suelen ocultarnos, tratando empero de convencernos de que es de sus mejores ciudadanos, con algún defectillo perdonable. Nadie es perfecto.
La guerra de los mundos es un relato intimista incluso. De un narrador perfectamente pertrechado en corsés sociales y morales de buen acero alemán y remachado por doquier. Se narra el desplome de ese mundo invulnerable y lo que, con sus escombros, podrán edificar después. Es como la CAJA DE PANDORA, porque al final del siniestro desastre aún refulge la piedra de la esperanza.
Al surgir los trípodes 'marcianos' de la tierra, ¿SPIELBERG hacía oblicuo homenaje a LA MÁQUINA DEL TIEMPO, siendo los invasores trasunto de los MORLOCKS, seres industriosos e inhumanos? |
Al hacerla coral (toda la familia que Cruise arrastra a lo largo del filme, con DAKOTA FANNING –RACHAEL Ferrier- poniendo la tilde en el factor humano, la niñita aria de póster de reclutamiento nazi que, efigie de la pureza y la virginidad –que debiera encarnar Cruise de haberse ajustado a la obra de Wells- ve cómo se empuerca todo ante la agresión despiadada de los invasores), con el inevitable hijo adolescente, ROBBIE (JUSTIN CHATWIN) tocacojones que él solo puede extermina a los extraterrestres, en plan RAMBO, y no tarda un instante en llamar cobarde al padre por tener una ajustada y conservadora visión del desastre, Spielberg destruye todos los valores de la novela.
DAKOTA FANNING como RACHAEL Ferrier. Un mundo sin transiciones acaba de volatilizarse ante sus ojos, traumatizándola |
Buscando diversificar y ahondar en la tragedia, tratándola a través de los distintos protagonistas, no ha ampliado lo que telegráficamente Wells consignó en su historia. Todo lo contrario. Lo ha diluido cuando debió salir fortalecida merced a este tratamiento multipersonal.
Si al contemporizar la historia Spielberg y los guionistas JOHS FRIEDMAN y DAVID KOEPP creían garantizarse una buena parcela de espectáculo, debiron percatarse de que aun rodando La guerra de los mundos tal cual quedaba amplio margen para eso. Wells ofrecía momentos para el lucimiento de la ILM.
Rápidos y devastadores, los 'marcianos' a bordo de sus máquina guerreras destruyen la obra humana y su sensación de poderío universal |
¿Acaso Spielberg no tenía fe en esa visión, que es la que prende al lector, y creía que se tambalearía la taquilla y la inversión si “volvía” a la Inglaterra victoriana? ¿Tanto subestima al espectador y su inteligencia? ¿Tanto el Midas del celuloide depende de los adolescentes de su país, que desdeña al público de otras naciones, con un gusto más curtido, que habrían visto en una adaptación más fiel de la novela un detalle de cortesía y buen gusto? No. Él tenía que dejar epatado al personal sacando ingente movimiento de tropas y medios bélicos que los invasores (no me atrevo a llamarles marcianos; eso no quedó completamente claro en la cinta) destruyen sin apenas esfuerzo.
JUSTIN CHATWIK como ROBBIE. "Yo puedo con tós, pá. Déjame". Su frustración procede de lo que estima cobardía de Ray |
Soslayando el mensaje social que contenga La guerra de los mundos o que queramos verle, Spielberg está más interesado en desarrollar los conflictos generacionales y sus fricciones que otra cosa, como demuestran Cruise y Robbie-Chatwin, antagonistas en todo momento, sin tregua, enfrentados por mor de un asunto de prestigio personal que no de cuestiones prácticas o morales.
Reduce una epopeya de dimensiones cósmicas a comidilla televisiva con la que nos bombardea la programación en una serie tras otra. Y, desde esta premisa, Spielberg desglosa en constantes espirales las distintas “guerras de los mundos” que se libran entre el reparto: Cruise es un desmañado que vive en una leonera; su hijo lo estima un fracasado; su hija, un retrógrado caníbal (ella es una bendita vegana); su ex esposa no tiene buen recuerdo de él; el nuevo marido de la ex refuerza la impresión de currante sin futuro de Cruise porque él es de la elite acomodada; el extraño loco que comparte refugio con Cruise y Fanning, interpretado por TIM ROBBINS, mezcla del CURA y EL ARTILLERO de la novela, está enfrentado a la concepción más centrada del mundo que refleja Cruise-Ray… y así una multitud más de elementos que ceban la película de “emociones”, destinadas a evitar que el vergajo de la crítica la martirizara mermando su recaudación (restañando su fuerte inversión) al tacharla de meros fuegos artificiales y poco más.
TIM ROBBINS haciendo del CURA y EL ARTILLERO, y se ha sugerido, que de desequilibrado pederasta. En cierto momento, Ray no sabe dónde hay más peligro: si afuera o en compañía de este sujeto |
Es mi opinión sobre la cinta. Aprecio sus aciertos en el apartado técnico, porque Cruise ofrece un espectáculo de zafiedad e intransigencia que en otros filmes se reserva al secundario. No es el ciudadano cabal y responsable del Wells de la novela, sobrepasado por extraordinarias circunstancias; es un maromo al que le encaloman a los niños merced al acuerdo de divorcio y, entre el papeo del almuerzo y los TELEÑECOS, le cae la bomba atómica de una invasión extraterrestre que lleva siglos, o milenios, planeada.
Y cuando todo parecía perdido... la Providencia triunfa donde la artillería humana no pudo. Sensación agridulce de victoria en todos esos rostros, se atisba... |
Hasta su final desconcierta; un momento que debería ser de tonos brillantes y cálidos. Spielberg lo rueda en gris derrota, como si continuar todos juntos, haber sobrevivido al terrible trance, una vez superadas las dificultades que les separaban y amenazaban, no fuese motivo de celebración.
Qué lejos queda esta La guerra de los mundos de la versión musical (más digna) de JEFF WAYNE de los años 70.
En realidad, esta apuesta de Spielberg más que adaptar la obra de H.G. WELLS refresca esta de GEORGE PAL |
Vuestro Scriptor.
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