Sosa cubierta del libro. Vaya birria de portada |
¿Qué me parece a mí? Es buena. A veces, cojonuda. ¿Una cumbre de la ciencia ficción? Pues sí, y que se chinchen sus detractores. ¿Un ejemplo de su grandeza? Las armaduras de la INFANTERÍA MÓVIL se han visto en películas y tebeos modificadas de tal modo que evitan parecerlo, pero son las que describe Heinlein: la panoplia definitiva, que dan a su usuario el poder de arrasar una ciudad de ciertas proporciones.
ROBERT A. HEINLEIN en 1927, con la guerra en la sangre y la estampa de un prusiano legendario |
Tropas del espacio es un cítrico “elogio” militarista, ágil e intrépido, en la estela de obras anteriores, de sesgo más o menos parecido, que perseguían más ‘formación’ que evasión, y que Heinlein ‘alumbró’ como “novelas juveniles” (¡novelas juveniles! Hoy día, el concepto describe a un niño brujo gafotas que vuela en una escoba –cuidado con los accidentes, que puedes acabar con un desgarrón por donde amargan los pepinillos-, y va por ahí ataviado con el abrigo del DR. WHO de la serie de los ochenta –¡vaya paranoia histérica estresante las nuevas sagas, viejo!-). Precisado esto, debería empezar a emboscar mi opinión tras las Grandes Palabras Automáticas (“descubrimiento”, “iniciación”), sellando así mis conclusiones y sintiéndome realizado.
Una de las más ácidas opiniones que he leído contra Tropas del espacio (http://www.bibliopolis.org/mediocre/medi0006.htm), pese a lo espléndidamente urdida que está, falla por una sencilla razón; acabo de dar un avance: la novela se destinó a cierto público con una idea transformadora, doctrinal. El gran defecto de la crítica general a la novela está en que NO CONTEMPORIZA con el momento de su concepción. Es 1958 (trabajo desde la hipótesis de que Heinlein necesitó un año para escribir el borrador, pasarlo a limpio, corregirlo, etc.) y América se empieza a convulsionar tratando de elegir un Presidente FUERTE (o sea, escoger entre RICHARD M. NIXON o JOHN F. KENNEDY) para dar una respuesta ADECUADA al golpista comunista caribeño FIDEL CASTRO. Esta es una América que había “barrido” el nazismo y al Japón imperialista apenas trece años antes, pero que renqueaba un poco después del ‘empate’ de Corea, y empezaba a necesitar regenerar sus triunfos, como si intuyera ya el colapso que supondría Vietnam. La juventud americana de esa época debía encontrar un centro de gravedad permanente que le convenciese de la verdad implícita en el si vis pacem, para bellum, y que altas murallas, hace buenos vecinos. Estados Unidos necesitaba consolidar su posición imperial, hegemónica, sobre las demás naciones del mundo. Eso se hace, además de con una fuerte presencia militar y una potente economía, dando a sus ciudadanos el convencimiento de su superioridad moral también.
¿Los Stormtropper de STAR WARS son un trasunto de los soldados de la INFANTERÍA MÓVIL? |
Heinlein, no obstante, se permite desviarse leeentamente “del dogma” establecido por “un órgano rector”, que le “dictase” una política de propaganda juvenil-para-hacer-ciudadanos-decentes, para mostrarnos a un tipo capaz de creerse sus propias tonterías. Algunas de las frases que estampa en la novela son reveladoras al respecto (muchos se han tomado la grata molestia de entresacarlas) aunque, desde luego, si tú ya vas a barrenar porque tienes un fuerte prejuicio sobre Tropas del espacio, pues de nada sirve señalarlas. En la EXCELENTE película de PAUL VERHOEVEN podemos comprobar lo pánfilo que es JOHNNY RICO; dice tal sarta de paridas que sólo alguien con un severo trauma craneal podría creerlas con el firme convencimiento como él lo hace.
(Y, bueno, amigos míos: HITLER soltaba también cositas que producían hilaridad, pero allí estaba media Alemania jaleándole como si oyera un nuevo SERMÓN DE LA MONTAÑA).
Afiche de la película de PAUL VERHOEVEN (quien entendió bien la obra), tan amada/odiada como la novela |
Yo no creo que en Tropas del espacio haya tanto lobo fascista-imperialista-militarista-ordenancista como sus detractores denuncian. Hay algo, pero con ese aire socarrón que corroe bastante el argumento negativo. Ésta es una intensa novela de aventuras con un escenario castrense donde se preconizan algunos de los “valores” de los modernos ejércitos: tropa profesional voluntaria, brigadas “pequeñas” pero extensamente entrenadas y provistas de una panoplia avasalladora-brutal, empleo masivo de una tecnología superior que anule las defensas enemigas de inmediato, haciendo mínimas-nimias las bajas entre las fuerzas atacantes, o sea, las nuestras, las de los buenos.
Pienso: si, por ejemplo, Tropas del espacio se hubiera publicado en 1950, en el apogeo de la guerra de Corea, con una América (al menos, propagandísticamente hablando) pletórica por sus éxitos militares allende sus fronteras, ¿tendría tantos ‘enemigos’? El problema, creo yo, de esta novela reside en que cierta orientación política se ha cebado en ella, haciendo gala de una espléndida hipocresía. Supongamos que STANISLAW LEM hubiese escrito el Tropas del espacio soviético. ¿Se varearía como se martiriza la historia de Heinlein, o se la aplaudiría como un intrépido ejemplo de…, de…? Joder, ayudadme. No encuentro la palabra.
La historia de Tropas del espacio, laureada, aclamada, triturada, esparcidas sus cenizas al alto cielo y entre todos los vientos para regocijo de los críticos, víctima preferente de los autores “liberales” y los críticos “progresistas”, es irónicamente similar a la de los juguetes G.I. JOE: durante parte de los cincuenta y sesenta del siglo XX constituían como un “espinazo moral” de formación infantil (como trasunto del adoctrinamiento del nacional-socialismo de las Juventudes Hitlerianas) hasta que el cambio pacifista y la abominación de la guerra (provista de trovadores convincentes) de la sociedad los hizo “caer en desgracia” y los fabricantes, negándose a perder un mercado, le dieron “otra orientación”: no eran tropas de asalto, sino defensores de la libertad opuestos a enmascarados tiranos y conglomerados terroristas de difusa ubicación.
Otro día abordaré la cuestión de la ideología/psicología de los autores y cómo se refleja o influencia en su obra. Ahí también hay una historia.
Vuestro Scriptor.