lunes, 4 de febrero de 2013

PUERTA AL VERANO — UN HOMBRE Y SU GATO


Portada. Por cierto: pésima traducción
Quizás el aspecto más relevante de esta novela de ROBERT A. HEINLEHIN, en una historia de “saltos” espaciotemporales, sea el protagónico papel que el autor de TROPAS DEL ESPACIO (ese gran GRAN pretexto de encendida polémica) da al gato de DAN DAVIS, el narrador. El animal, PETRONIO EL ÁRBITRO (“PET” para los amigos, y atentos al juego de palabras), parece el auténtico motor de las motivaciones de Davis, que pone trato muy esmerado en que Pet “cruce” el Tiempo con él. Efectúa aún otros ajustes pensando en la comodidad del felino. En plan: Le necesito porque sus consejos me han ayudado más que los de cualquier humano, aun amigos… o amante. Y, coño, es mi camarada. A los amigos DE VERDAD no se les deja, y menos por chuminadas.

Aun Heinlehin se esfuerza porque Pet responda preguntas con voz razonablemente humana. (No es de extrañar, por otra parte. Los gatos parecen, a veces, contestar con palabras. —Es muy desconcertante, en serio—.)

R. A. HEINLEHIN en aptitud de Yo curro, ¿y tú?
También destaco de la novela el tono ligero, satírico, que desprende. Pareciera borrador del estilo que FRITZ LEIBER consignó en UN FANTASMA RECORRE TEXAS. Heinlehin, pese a la solemnidad fascista que los detractores asignan a Tropas del espacio, también ironiza con esa situación militarista, presentando a un arquetipo del Militar Ideal (creyente crédulo de la Propaganda oficial) cuyo discurso es imposible de tomar en serio por su ardiente exceso.

Y, en esta tónica, recordar que a Heinlehin se le imposta doctrina belicista (algo él también aportó a esta reputación, sí, ajá), pero Davis es totalmente opuesto a JOHNNY RICO. Davis es un tenaz individualista (idea muy presente en Puerta al verano) con tintes de anarquista. No de: “¡Derribemos el Estado! ¡Quememos reyes y curas! ¡Quitad al que manda y ponedme a mí!”, sueño de todo dirigente ácrata (qué contrasentido, ¿eh?: anarquista-líder), pero sí de: ¿Éste, presidente? Votarle, ¿por qué? Pensémoslo un momento, ¿vale? Y veremos si lo merece, ¿de acuerdo?

Cubierta foránea con elementos 
clave de la narración
Y no es una especie de truco que Heinlehin usa para darle una alegría a algún progre. Davis (‘voz’ del escritor en la narración) cree en lo que dice, mostrándose trasunto veraz del autor, convencido tanto de la fe en los gatos de Dan como en su ideario. (Un regalo que le hace a Davis para construir su personalidad.)

También Puerta al verano (alegoría que refleja nuestro afán de encontrar una ventana de escape a una Jauja ideal, más que de inagotables riquezas, de armonía universal y paz de espíritu, sea una región, remota pero apacible, del mundo, o el alma) nos muestra qué encomiable concepción del futuro los autores de “la quinta Heinlehin” tenían. Habían cifrado considerable número de avances (mecánicos, apenas sociales y/o morales, acaso compensando, con un paraíso material, nuestra incapacidad de evolucionar en planos importantes de la personalidad) que hacían del Mundo del Mañana-Mañana un primor de facilidades inexcusable de vivir.

Vivimos en el Mundo del Mañana-Mañana y las eternas aflicciones, como el hambre, la miseria, la maldad, nuestros aspectos más negativos, siguen irresolutas, combatidas con unos pocos (aunque rutilantes) cachivaches: DVD, mp3, computadoras, internet, robots de cocina. ¿Esto es evolución?

Y como tratamos de viajes en el tiempo,
un fotograma de la más reciente
adaptación de la obra de H.G. WELLS...
Esos autores tenían una fe en el futuro (pese a las distopías que ya existieran) ardua de mantener por los de ahora. Cabalgamos la onda del futuro por ellos medio vaticinada y, fíjate, aterra lo que para mañana auguran. Retos, como el daño ecológico planetario, continúan ahí, ensanchándose. Y, lejos de solucionarlos, se usan como arma política de destrucción masiva, aprovechada por sujetos sin moral o conciencia, aun entre quienes afirman preocuparse de la Madre Tierra-Naturaleza.

Puerta al verano también esboza un tibio recelo por el Capitalismo. Obviamente, la “economía” comunista (llena de trampas y desigualdades, no nos engañemos, tan lacerantes como las del Capitalismo Salvaje) no le molaba a Heinlehin, pero Davis hace un conciso análisis de los defectos del Capitalismo (noria absurda que debe girar sin cesar, o todo se descompondría, y alimentada por propuestas hasta aberrantes) durante su empleo en el desguace de automóviles, muchos nuevos de trinca, espectaculares, pero sin siquiera motor. Esa Sociedad se fundamentaba en la venta de coches, y si no se adquirían, ¡adiós, Consumo Capitalista Occidental!

Davis/Heinlehin veían aspectos beneficiosos al Capitalismo, pero éste no podía seguir financiándose de forma tan insana, razonaban.
Por fortuna, DAN DAVIS no vivía 'aquí'

La simiente de Puerta al verano (la que todos buscamos) es el viaje espaciotemporal. Davis “se desplaza” tres veces por el Tiempo. La primera, engañado por su socio, MILES GENTRY, y la amante de ambos, BELLE DARKIN. La Sociedad de la novela, donde unos robots domésticos creados por Davis triunfan, ha desarrollado con éxito la criogenicalía, y la gente pudiente puede “dormir” hasta que su enfermedad, en su presente incurable, tenga remedio, o sólo deseen ver/vivir el Mundo Futuro.

Davis toma esta segunda opción, desencantado por el robo que Miles y Belle le hacen, aunque ellos, esperando escapar a su venganza, lo congelan hasta 2000, treinta años después de la felonía.

Davis luego traba amistad con un físico que afirma poseer una Máquina del Tiempo funcional. Dan lo ratifica retrocediendo tres décadas y, a modo, “creando” un “futuro” que él vivió en 2000, y estableciendo un singular bucle y paradoja.

BASTET, que, a modo, cuida de Davis
De él está enamorado FEDERICA “RICKY” Gentry, hija de Miles (eso es), y entrambos, pese a la edad que les separa, hay química. Davis se somete al criosueño otra vez para, ya crecida ella, reunirse con su autentico amor, y junto a Pet, hallar la puerta al verano.

Aquí Heinlehin tropieza con las paradojas espaciotemporales (¡verdadero comecocos!) que Ricky expone con crudeza. El autor encuentra una “plausible” (pero poco convincente) explicación para la peliaguda cuestión planteada por ella, porque, en efecto, hay dos Dan Davis, no uno, como él afirma. Se leen apresurados los párrafos en que Davis “se justifica”, muestra de que ni Heinlehin se creía su argumentación.

Puerta al verano puede no ser una de las Obras Capitales de la Ciencia Ficción, las tan ¡aclamadas!, pero es ingeniosa, amena, y escrita de forma agradable. Pese a su aparente liviandad, cala. Semeja una nutritiva comida casera, sin hueros artificios culinarios, pero sustenta. Cátala. Es una Heinlehin, Gran Maestre de la Ciencia Ficción.

Vuestro Scriptor.

Documentación adjunta: