Hay quien tiene cada mascota... |
De vez en cuando comento qué trascendencia
tiene mostrar versatilidad a todo profesional que se respete. Lo que, en el
teatro, llaman tablas, registro. Le conviene manifestar
capacidad de adaptación para afrontar distintos encargos, que te encasillas y
puedes verte sin opciones laborales posteriormente. El esfuerzo por readaptarse
es grande y puede resultar baldío.
Sucede que encuentras tu nicho, donde te
instalas con agrado, y mientras lo amplias para hacerlo aún más confortable, sigues
lanzando tus habituales diseños, confiando ganar más reputación e interés entre
los visitantes al blog, o lectores de tu trabajo, depende del caso. Lo confieso:
¡cómo cuesta abandonar ese agradable calorcillo de lo acostumbrado, lo familiar!
Pero, ya digo, hay que expresar “movilidad”.
También existe un factor que suele
soslayarse/ignorarse: últimamente la creación atraviesa por un vaivén de “modas”
que expresan más capricho pueril que moda en sí, y para cuando has adoptado tus
“maneras” a ese último grito de la “modernidad”… ¡ya no vale! Otra cosa, otro
bibelot, una cursilería anodina, la ha reemplazado, y a marchas forzadas debes
ponerte las pilas para poder estar en la onda.
Debe ser San Martín: masacran puercos |
Llega un momento en que te aburres y
sigues haciendo lo tuyo, esperando de forma instintiva que la “moda” varíe por
enésima vez y quieran aquello que realizas desde siempre. Pasa. La fortuna
luego media: pudiera empero no convencer tu labor.
Un ejemplo de mis intentos por mostrar versatilidad
(la que exijo a mis personajes, otra cosa también comentada con relativa
frecuencia) es este trabajo, que recuerda la línea de FRANCISCO IBÁÑEZ, Dios
nos lo guarde creativo muchos años, de quien admito haberme inspirado (y
bastante; eso es otra cosa que hacen los autores honestos y DE VERDAD:
reconocer las influencia, así como la ayuda que han recibido, agradeciéndola)
para realizar estos bosquejos. Un homenaje elíptico, sí.