martes, 15 de diciembre de 2015

STAR WARS – EPISODIO II — EL ATAQUE DE LOS CLONES

Por supuesto, DREW STRUZAN, el
arte tras la Galaxia
La decisión de no ceder a ningún otro director los restantes Episodios de la nueva trilogía, destinada a explicar cómo una, en aparente, espléndida República Galáctica Democrática se trocaba un tenebroso Imperio totalitario, obliga a GEORGE LUCAS a recrear momentos estelares del cine (BLADE RUNNER, GLADIATOR, CENTAUROS DEL DESIERTO…) para ensamblar del todo/completamente esta cinta.

Si LA AMENAZA FANTASMA se apreciaba desde un prisma infantil de maravilla y fantasías, de sueños de aventuras allende los conocidos Mundos Exteriores y desde un primer e intenso enamoramiento, que dejará huella perpetua, su continuación se hace más oscura y retorcida. Como un amargo despertar de la adolescencia a la vida adulta. Las cosas dejan de ser blancas o negras. Existen numerosas facetas grises, decisiones y sacrificios. Busca, o tanto pretendía la crítica, paralelismos con EL IMPERIO CONTRAATACA (a modo, lo obtiene), donde el detalle psicológico de los concursantes del relato está más detallado, se acentúan los abruptos perfiles de sus personalidades.

Reencuentro que abrirá una dolorosa realidad para dos
de los presentes; el tercero, descubrirá que la Orden Jedi
no sabrá gestionar correctamente la nueva situación que
padece la Galaxia
Los caracteres dibujados dejan de ser planos y/o literales. ANAKIN SKYWALKER (HAYDEN CHRISTENSEN) ha evolucionado. Manifiesta asperezas que logran inquietar a su maestro, OBI WAN KENOBI (EWAN MCGREGOR). Sigue creyéndole el Elegido, quien devolverá la pureza a la Fuerza. Pero no puede dejar que el conocimiento de su importancia vuelva soberbio, despótico, a su destacado alumno, transformándolo en lo que está combatiendo. Por eso siempre tiene la férula a mano, fustigando todo remonte de arrogancia en Anakin.

Y quizás eso, junto al fuerte convencimiento de qué crucial es para la causa, hace que la simiente de Mal que anida en Anakin crezca, lenta y serpenteante, como un bonsái expertamente podado por el sutil e intrigante PALPATINE (IAN MCDIARMIND), que además sabe cebar su vanidad de forma adecuada.

Es quizás sentirse humillado de forma continua, por parte de Obi Wan, lo que, al final, espolea al Reverso Tenebroso que Anakin guarda dentro. Lo pinchó el día equivocado, obteniendo una coz tan fuerte como letal. Errar es también de Jedis, sería la lección a extraer. Empero… ¿podía Obi Wan dejar que el engreimiento consumiera a Anakin?

Monumental escenario hartamente familiar, que la magia
del cine transforma en capital de otro planeta
Lucas mantiene vivos los preceptos fundamentales de la narración épica, de la aventura sin parangón capaz de estimular lo infantil aún residente en nuestro interior, agobiado por una complicada vida adulta de miserias, odios, envidias y el cotidiano combate laboral para conseguir una prosperidad mínima-nimia, si alcanza, y llena la pantalla tanto de impresionantes duelos a sable láser como orbes extraterrestres que satisfacen la fantasía. Hay $ esta vez, que Lucas invierte en presentarnos escenarios cautivadores, aunque conocidos de las viñetas, o las novelas.

Lo comentado ya: reflejan muchas referencias “externas” estos Clones, puestos tanto al servicio del desesperado/prohibido amor entre Anakin y Padme (NATALIE PORTMAN) como a la fluente riada de acción filmada.

Esto de DJANGO FETT...  homenaje de GEORGE LUCAS
al
spaguetti-western? Tanto me parece
Pero ahí debajo, Lucas estaba construyendo también una parábola política sumamente interesante. Cierto que las sinuosas argucias que Palpatine emplea no sólo para encaramarse al poder, sino para retenerlo in saecula saeculorum, son conocidas. Existen notables ejemplos previos en la ficción, aun la infantil.

Lo que el regidor relata es que, pese a lo que pregonan sus defensores, la democracia no es tan fuerte como aseguran. Algo de perturbación, inquietud y corrupción palatable, cierta dosis de violencia extremista que golpee al populux, directa o indirectamente, un mensaje tremendista caladero, y la dictadura está servida.

El intrigante CONDE DOOKU con cara de "Debí coger la
Harley Davidson, no esta Vespa"
Aunque lo constriñera a su América post 11/S-2001, el mensaje puede aplicarse a todo el mundo “demócrata”. Nadie es tan héroe como para sacrificarse al terrorismo (que es lo que alienta el CONDE DOOKU —SIR CHRISTOPHER LEE— bajo el blasón del separatismo), permaneciendo impávido ante sus secuelas. La tentación de castigar por encima de la Ley nos seducirá siempre.

Y no es que el director esté diciéndonos: ¿Veis? Tan fácilmente podemos entregar nuestras libertades a un populista que dice cuanto queremos oír, prometiéndonos seguridad y castigo al malo. ¡Resistamos la tentación!, sino: Es inevitable. Es nuestro destino. Es genético. Pasó antes y se repetirá en el futuro. Sólo cambia el embalaje.

Ni dos entrenados Jedis podrán contra la amenaza que la
edad oculta en el Conde Dooku
Y va más allá. Si bien GEORGE BUSH, JR., y los Lobbys armamentísticos que le apoyaban, centraron el foco en el terrorismo islámico, éste aparece por alguna razón, nutriéndose de algún modo. El Conde Dooku (otra víctima de los tejemanejes de Palpatine) es el idealista/conductor de un sentimiento de codicia y poder que expresan los insurgentes. Pero también el banquero que gestiona la secesión, el terrorismo islámico de Star Wars, reasignando el crédito hacia los motores de la sublevación.

La Galaxia sufrirá una inédita conmoción merced a este
potente ejército; su secuela la dejará irreconocible, o casi
He ahí el paralelo: los ideólogos pueden calentarle el tarro, con almibaradas consignas, a colectivos con infraestima personal, pero armarles para atentar sale de… los Lobbys armamentísticos. Necesitan exista la guerra interminable para seguir enriqueciéndose. Siempre habrá un Palpatine dispuesto a lubricar el giro incesante de esa rueda.

Es la triste moraleja que Lucas impostó en el filme, pues la fantasía puede ser un excelente vehículo informativo tambien. Mas, por la tirria que le tienen, jamás han querido destacarla.