Básico como él solo; y directo que no veas. Pero, por censurable que sea, MACHETE KILLS respeta más al espectador que BATTLESHIP |
Siempre he sentido cierta predilección
por el hacer de ROBERT RODRÍGUEZ. No excesiva, pero la suficiente para honrar
la voluntariedad, espíritu de disciplina y sacrificio e ímpetu como irrumpió en
el mundo del cine con EL MARIACHI. Pero,
por encima de los ditirambos, en honor a la justicia y el buen hacer, también
conviene resaltar cuándo el camarada se ha ido por los cerros de Úbeda, porque
el primer interesado en que le avisen para evitar desbarrar del
todo/completamente y acabar haciendo películas inefables, que le desvirtúen, es
Rodríguez.
Machete es un personaje de una historieta en
plan semiurderground-fanzinero que Rodríguez dibujaba en una
etapa juvenil. O algo así, creo recordar. Lo incorporó al celuloide encarnado
por DANNY TREJO, que interpretó a un personaje frío, sanguinario-en-lo-justiciero,
capaz de arrostrar toda dificultad con el semblante pétreo apenas agitado.
Bueno: Machete tenía su aquél. Tomártelo en serio, era lo último, porque
viene de las viñetas y esa es una realidad de fantasía donde cualquier cosa
tiene posibilidades, a menos que sea un increíble absoluto, y se le perdona por
lo mismo: sabemos que es ficción. Trola de película. El cine: es así.
Ejemplo de los disparates que contiene la peli. Todas las chatis, chachis. Vago sexismo muy poco machista, por cierto |
Mas Machete
Kills… Bueno, esto empieza a ser otra cosa, pese al elenco, entre el que
destaca MEL GIBSON. No sé si el otrora MAD
MAX estaba ahí aferrado al clavo último de una interpretación alimenticia, hundido
en ese bache de ostracismo de Hollywood donde estaba metido, o que simplemente
tenía ganas de desbarrar. De ser eso, se ha explayado. Pero a gusto que el
hombre debe haberse quedado.
Rodríguez (y aunque otro filme la cinta,
todo el peso creativo recae en él), al contrario de su buen amigo QUENTIN
TARANTINO, no tiene, traslucen sus producciones, ese deseo de estampar una obra
maestra colosal que lo inmortalice in
saeculae saeculorum. Se contenta, sospecho, con hacer las películas que le
gustaría ver pero que no existen. ¡Es el motor principal de la creación de
numerosos autores, recientemente he descubierto! Y se lanza, sin complejos, a
emular el cine setentero de cine de verano con el que muchos crecimos, donde imperaban
las comedias de tortazos de BUD SPENCER y TERENCE HILL, los western-spaguetti, fuesen o no de LEONE,
y los chillidos karatekas de BRUCE LEE e imitadores.
Para acabar en CHUCK
NORRIS, colofón de ese histérico cine de artes marciales de patadas aéreas y
aullidos, que STEVEN SEAGAL dignificó… hasta que cayó su estrella.
El filme no soslaya el racismo como cuestiona la figura 'sacralizada' del político aludido, que parece indigno tanto del cargo (que no respeta) ni del pueblo al que afirma representar |
Machete
Kills empieza en ese
plan, con tráiler lleno de arañazos de bobina maltratada, sobresaltos, escenas
de acción sincopada, malos malísimos y buenos que parecen supervillanos pero
que, no obstante, están por nosotros, y desarrolla una narración tosca donde resalta
lo zafio, lo sanguinario, lo escatológico y unas pinceladas de humor que, a
veces, linda lo bufonesco, en mal sentido. Hay un intento malogrado de parodia.
Lo de Machete enganchado a la hélice del helicóptero machetándose sicarios del loco con el detonador en el corazón que disparará
el cohete… ¡buf! Robert, ¡¡que por menos ha muerto gente, mucha gente!! ¿Qué haces, tío?
Rodríguez está obsesionado con ESCAPE FROM NEW YORK. Hasta busca darle
a su cine ese aire crítico-social polémico de JOHN CARPENTER. Machete Kill procura emularlo con no sé qué
intención. Parodia, no, porque hay elementos (efímeros, sutiles) que permiten
apreciar el elogio, Rodríguez quiere que Machete sea el nuevo SNAKE PLISSKEN.
Pero como la cosa desbarra como lo hace, quedas en perpleja duda.
Con mucho esfuerzo repites ver Machete Kills; y eso que hay ¡tercera
parte en curso!, o tanto promete el trailer anejo a esta secuela. Imagino que,
lo mejor con esta saga, sí, es eso; no tomársela ni en broma. Sino aceptarla
según viene y dedicarse luego a otra cosa.