viernes, 21 de septiembre de 2018

LOS CEREBROS PLATEADOS — IRÓNICO VATICINIO

Portada de un divertido libro que
solazará a muchos. Pero nunca a los
de la literatura gótica. ¡Les pediría
una cultura de la que carecen!

Desde 1961, FRITZ LEIBER proyecta una elegante sátira sobre el presente mundo editorial y la rápida decadencia del criterio cultural del lector. Con estructura de obra teatral (lo sugiere que una de las partiquinos se llame ELOÍSA IBSEN), el mordaz autor despliega una audaz historia que, sospecho, tiene algún tinte autobiográfico.

[También conviene destacar que hoy jamás publicarían Los cerebros plateados. Tanto por su elaborada prosa (que, a un lector medio, sólo le produce solaz), como por pedir al lector expresos conocimientos para apreciar, en su total envergadura, la grandeza de la narración (por sus alusiones al entonces de concepción/aparición del relato).]

Resalta un secundario fantástico, el robot autónomo ZANE GORT, que según avanzas en la lectura se hace más grande. Acaba siendo el amo, el tío. El supuesto protagonista, GASPARD DE LA NUIT (un alias comercial), es un hombre sencillo, fondón, mínima-nimiamente ambicioso, al que involucran en un torbellino ácrata de majaderías populistas que amenazan no obstante con destruir su profesión: la redacción de novelas.

Paremos aquí. Porque en el futuro que describe la novela, sobre 2200AD, los escritores ya no escriben. Son meros mecánicos que lustran unas aparatosas ‘máquinas redactoras’ que, alimentadas con vocabulario, gramática y distintas líneas argumentales que van mutándose para proporcionar un relente de novedad al vasto delta de lectores (que supera los confines selenitas), proporcionan una producción de ficciones mecánicamente escritas que permiten al lector incluso poder conciliar el sueño.

Un relativamente joven FRIZT
LEIBER, quien, como escritor,
fue lo bastante fecundo como
interesado en distintos temas
Este detalle es interesante. Porque los cerebros a los que alude el título, ‘procedentes’ de nuestro ahora, descubren que la creación literaria que abundante y fluente nutre a tantos lectores está vacía de contenido. Su mérito reposa en que no causa inquietud al lector, que detesta la complejidad argumental en la moderna manufacturación literaria. Mas Zane Gort, también escritor, produce vívida ficción pulp para otros robots y, descubren los cerebros, es más intensa y elaborada que la generada, en apariencia, por los humanos.

Los escritores biológicos se limitan a posar en barrocas portadas holográficas que desprenden sensaciones olfativas y táctiles, ataviados a como se supone lo hace un escritor (o según el género que toca): exagerado-extravagante. Actúan, en realidad. Son estériles por entero, y ante el reto que ellos mismo originan, de escribir sin mecaayuda, se revelan impotentes del todo/completamente.

[Leiber era actor. Y, al prestar a estos escritores una facha determinada, evoca la época en que a los actores se les estimaba ataviados de una manera característica (algo así como pintan a una megaestrella del rock) para destacarse del común del populux.]

El libro también es muy crítico con
las elites culturales. Con elegancia,
eso sí. Y no sé cuánto de 'cordial'
con SAN ISAAC ASIMOV (por
boca de ZANE GORT)
Empero lo que me ha llamado la atención del delicioso libro condenado al ostracismo, u olvido, debido al requisito de pedirnos una cierta cultura, es que preconizaba la actualidad. Las editoriales ya no (d)estilan libros llenos de un suficiente nivel. Al escritor, o las mediocridades que así se definen, le piden compile, apile, amase, suelde, ensamble, determinados párrafos para confeccionar un bestseller resultón que sacuda, por un breve espacio de tiempo, el interés de lectores cada vez más adormecidos (por no decir idiotizados, por respeto a quienes tienen nivel cultural), más imposibilitados para decir: Pero ¿qué mierda es esta? Importa nada más que el libro, vendido como una excelencia de la narración, sin serlo en absoluto, tenga un grosor considerable y cause moda, que no sensación. ¿Os suena? Zombis, nósferos, sadomaso grey gris…

Leiber alertaba sobre el presente, desollando tanto la ciega voracidad de los editores como su estulticia, decididos a ahogar a los auténticos escritores con “inmemoriales” fárragos escritos por juntaletras que dan el pego, capaces de alegrar a una enorme masa popular que luego, sin embargo, critica al pulp por su condición de literatura popular.